EPÍLOGO

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Ya pasó un año desde que Amanda se fue.

Como se dieron cuenta, ella es una mujer que no deja indiferente a nadie. Es verdad que sufrí muchos dolores de cabeza a su lado gracias a su impulsividad y arrogancia, pero si me dieran a elegir entre volver a su lado o no, escogería lo primero sin duda alguna.

Estoy seguro que ahora mismo se deben preguntar qué pasó conmigo y con todas las personas que conocí, y que me marcaron la vida durante el tiempo que estuve junto a mi jefa. Con gusto les contaré.

Con el dinero sobrante del caso Farelli, inicié los trámites para registrar un nuevo nombre para la agencia. Ahora soy jefe de la Agencia de Detectives Manrique y Salgado. Nunca tuve el valor para quitar su nombre de la oficina.

Compré un auto usado pero en buenas condiciones para poder trasladarme de mi casa a la oficina. Estuve feliz de haberme librado del transporte público para poder cumplir mi labor como detective, y ahora tengo en trámites las gestiones para comprar mi propia arma. Tomará un buen tiempo, pero para este oficio tan peligroso, no puedo estar desarmado.

Mientras escribo estas líneas, recibí un mensaje de Miranda diciéndome que planea regresar a la ciudad para dedicarse a la actuación. Me ofrecí a recogerla en el aeropuerto pero ella se negó, diciéndome que lo había arreglado con Sergio. Cuando regrese, le pediré que salgamos juntos, y si las cosas salen bien, le declararé mis sentimientos para que sea mi novia. No sé si la relación funcionará después de todo lo que hemos vivido, pero creo que nos merecemos una oportunidad.

Slash estuvo desconsolado por varios días después que Amanda se fuera, pero comprendió que era su deseo el no ser molestada. Desde entonces, él se convirtió en mi mano derecha de la misma forma que lo fue con ella. Sus conocimientos como hacker resultaron muy útiles, y gracias a él, pude mantener un buen flujo de clientes que requerían el anonimato. No nos hemos involucrado en actividades ilegales, aunque no puedo poner las manos en el fuego por él. Mantuve el mismo trato de Amanda de mirar a otro lado siempre y cuando no cometa los mismos crímenes de Axel.

Victoria se convirtió en jefa de la Unidad de Victimas Especiales gracias a su gran habilidad y dedicación. De seguir así, en poco tiempo se convertirá en comisario. Sería la primera mujer en lograr ese honor, por lo que ruego a diario porque se cumpla. Estoy seguro que Javier hubiera celebrado su ascenso junto a nosotros con varias botellas de alcohol y una gran fiesta.

Sobre Raimundo, continúa activo en la misma unidad, pensando en gestionar su jubilación. Victoria no quiere que se vaya, pero ya está listo para dejar su placa de policía. No sé lo que hará después, pero también le deseo lo mejor.

Sobre Izzy y Ashba, nunca más supe de ellos. Ashba cedió su porción de la tienda de autopartes y con el dinero, se mudó de ciudad, por lo que nunca más lo volví a ver. Izzy desapareció en la nada junto al Caballero Fantasma. Pero el impacto de los Pícaros en la sociedad se hizo sentir, y presumo que ambos deben estar juntos otra vez, planeando revivir al grupo, aunque todo esto es una conjetura.

Pero ante todo, ruego por el día en que Amanda decida regresar. No he tocado su habitación salvo para quitar el viejo colchón, y solamente entro para usar el baño. No me he atrevido a amueblar el espacio que alguna vez fue de ella.

Aunque he dejado en el pasado todo lo que me aquejaba, nunca olvidaré a Amanda Manrique, esa detective impertinente que me exasperaba pero a la vez, me divertía con sus ocurrencias.

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Exhalé un suspiro al terminar de redactar las últimas líneas de mi informe. Recordar a Amanda siempre me provoca mucha nostalgia y no puedo evitar el entristecerme, pero me mantengo siempre optimista y vivo sin preocuparme por las cosas que no puedo controlar. No creo que lo haga con la misma intensidad que ella, pero ahora vivo sin arrepentimientos de ninguna clase.

La oficina era demasiado silenciosa. Su presencia me hacía falta, pero no deseaba hundirme en su recuerdo. Me recordé que debía publicar la solicitud de empleo y buscar un asistente mientras tanto. Así podría tener con quien hablar en estas horas muertas del día, cuando no acude ningún cliente.

El reloj marcó las doce del mediodía. Sentí la punzada de hambre en mi estómago a la vez.

- Será mejor que baje a comprar almuerzo-. Dije mientras me levantaba del escritorio.

De pronto, la puerta se abrió ante la fuerza de una poderosa patada, dejando entrar a una risueña mujer pelirroja que me saludaba efusivamente.

- ¡Ya volví! –exclamó Amanda agitando su mano.

Yo me quedé impávido ante su presencia. Ella miraba la oficina a su alrededor con fascinación.

- Pero que hermosa y ordenada tienes la oficina, Fernando. Está tan limpia que hasta provoca comer en el suelo. Quizá debí contratarte también como sirviente en el tiempo que trabajamos juntos –decía ella entre risas.

- Pero... pero... -dije yo entre tartamudeos, haciendo que Amanda se aproximara con una sonrisa pícara en el rostro.

- ¡Ay, Fernando! ¿No me digas que pecaste de ingenuo? Es verdad que te traspasé la oficina para que hicieras lo que quisieras, pero te recuerdo que la dueña del apartamento sigo siendo yo. Además, quiero que veas esto.

Amanda puso sobre el escritorio un periódico de esta mañana, donde podía leerse un titular que también me provocó vértigo por el impacto.


EL CABALLERO FANTASMA ATACA DE NUEVO


- Ese malnacido sobrevivió a la explosión del helicóptero y ha vuelto a las andadas. –dijo ella con mal humor-. No puedo retirarme todavía hasta que lo haya atrapado y le haya hecho pagar todas las humillaciones que me hizo.

- Amanda...

- Es por eso que tenemos que estar alertas ante cualquier aviso que envíe ese canalla y atraparlo antes de que mueva un solo dedo. Tenemos que ser mucho más astutos que él en todo sentido.

- Amanda... -repetí una vez más.

- Así que hasta que ese ladrón no caiga, vas a tener que soportarme aunque esta ya no sea mi oficina. No me voy a cruzar de brazos hasta atraparlo y...

- ¡Amanda!

- ¿Qué? –me gritó por la interrupción.

Las lágrimas de felicidad que bañaban mi rostro fueron suficientes para que ella suavizara la mirada, y me dedicara una sonrisa.

- Bienvenida a casa, jefa –dije entre sollozos.

Ella me guiñó un ojo.

- Gracias, mi Saltamontes.


FIN



Este libro se terminó de escribir en Caracas, Venezuela, el 31 de Julio de 2024

La Detective ImpertinenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora