CAPÍTULO ESPECIAL: UN LAZO A DISTANCIA

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Un par de días después del incidente, Amanda recibió el alta del hospital.

En cuanto le comenté a Slash lo ocurrido, corrió de inmediato a verla en su habitación, e incluso peleó con los vigilantes para que le permitieran quedarse con ella. Al final, decidimos turnarnos para asegurarnos que ella tenía todo lo que requería para su cuidado diario hasta que llegó el día que volvió a casa.

Lo que me sorprendió de Amanda, fue su gran resiliencia. Al poco tiempo de regresar con la ayuda de un par de muletas, ya estaba dando órdenes y exigiendo estar al día con lo que aconteció en la oficina. Poco tenía que añadir, dado que no habíamos tenido casos que atender, además que aún estaba recuperándome por las fracturas de mis costillas. En los días que siguieron, le ayudaba a limpiar la herida de su pierna y cambiar el vendaje, y en menos de una semana, las puntadas habían sanado. Amanda ya estaba lista para volver a la acción.

El último día en que realicé la limpieza de la herida antes de su cita médica, Amanda me sonrió de forma enigmática.

- ¿Qué pasa? -le pregunté, sintiéndome algo incómodo mientras aplicaba el vendaje en su pierna.

- Nunca te di las gracias de forma apropiada, Saltamontes.

Me sonrojé al escuchar esas palabras.

- Solo hice lo que debía hacer.

- Hiciste mucho más que eso. De no ser por ti, ahora mismo no estaría aquí en cama. Estaría a cinco metros bajo tierra, y eso es algo que debe ponerte orgulloso.

- Estoy seguro que harías lo mismo por mí -repliqué mientras terminaba de sellar el vendaje de su pierna. Ella se acomodó sus pantalones deportivos, que los tenía a medio muslo para poder limpiarla.

- Mucho más que eso, Fernando. Puedo jurarte que por mucho que me hagas enojar por tus fallos y las equivocaciones que cometes, eres mi Saltamontes. Y la manera como resolviste este caso me hizo sentir muy orgullosa de ti. Estuviste solo, y diste con mi paradero en poco tiempo. Solo un gran detective puede lograr eso.

- Pero no lo hice solo. No le quites crédito a Slash, o a Victoria -exhalé un suspiro-. De no ser por ellos, no podría haberlo hecho.

- ¿Recuerdas lo que te dije cuando visitamos a Slash la primera vez? - Amanda se cruzó de brazos mientras continuaba mirándome fijamente-. Siempre es bueno confiar en otros en este negocio. Debes tener aliados que te sean fieles en todo momento. Sin ellos, no puedes ser un buen detective.

Tenía ganas de replicarle su falta de confianza en mí ante los incidentes pasados, pero preferí no decirlo.

- Saltamontes, mírame a la cara.

Levanté la vista y miré su rostro. Su sonrisa era la misma de siempre, pero su mirada denotaba un brillo especial.

- Acércate un momento.

Me aproximé un poco más a ella en la cabecera de la cama y me senté en el borde para escucharla. Sin embargo, no había hablado en los pocos segundos que estuve mirándola.

De pronto, sus brazos estaban alrededor de mi cuello y me atrajo hacia su pecho, haciendo que apoyara mi mejilla contra sus senos.

- ¡Amanda! ¿Qué demonios...?

- Shhh... Escucha.

Guardé silencio por un momento, pero no escuchaba nada en particular, salvo los latidos de su corazón resonando en mi tímpano. La calidez de su piel me hacía sentir relajado.

- De no ser por ti, este corazón habría dejado de latir. Tú eres responsable de que siga latiendo. Así que deja de menospreciarte tanto, y disfrútalo.

La Detective ImpertinenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora