|21| Capítulo

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Los meses pasaron y teníamos un nuevo caso.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Spencer y yo llegábamos a la escena del crimen. La llamada había llegado hace unas horas: un caso de asesinato con circunstancias inusuales. Nos miramos mutuamente, sabiendo que este sería otro día largo.

Al entrar en la casa, la sensación de algo oscuro y trágico nos envolvió de inmediato. La policía ya estaba allí, pero nos dejaron pasar al reconocer nuestra autoridad y experiencia como parte del equipo especial de investigación de crímenes sobrenaturales.

El cuerpo de una mujer joven yacía en el suelo, su expresión congelada en una mezcla de sorpresa y terror. Mi mente comenzó a analizar la escena, buscando pistas que los oficiales humanos podrían haber pasado por alto. Sin embargo, algo en el aire me hizo detenerme. Un leve sollozo se escuchaba desde otra habitación.

—¿Escuchaste eso? —le dije a Spencer, quien asintió.

Nos dirigimos a la fuente del sonido y, al abrir la puerta de un dormitorio pequeño, nuestros corazones se encogieron. En una cuna, un bebé lloraba desconsoladamente, su llanto un eco del horror que había ocurrido aquí.

—Oh, pobrecito —murmuré, levantando al bebé en mis brazos y tratando de calmarlo. Era una niña, con ojos grandes y asustados que miraban alrededor en busca de algo familiar.

Spencer se acercó, su expresión suavizándose al ver al bebé. —¿Qué vamos a hacer con ella? —preguntó, su voz llena de preocupación y ternura.

—Lo primero es asegurarnos de que esté a salvo —dije, acunando a la pequeña contra mi pecho. Me giré hacia uno de los oficiales—. Necesitamos una trabajadora social aquí de inmediato. Esta niña no puede quedarse sola.

La trabajadora social llegó poco después, pero mientras esperábamos, Spencer y yo no podíamos apartar la mirada de la pequeña. Había algo en ella, algo que nos llamaba profundamente. La trabajadora social, una mujer amable llamada Laura, nos informó que la niña, llamada Emily, no tenía otros familiares cercanos.

Narra Spencer:

Ver a Diana sosteniendo a la bebé, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y determinación, me hizo sentir algo que nunca había sentido antes. Había visto muchas cosas horribles en nuestra línea de trabajo, pero también había experimentado momentos de esperanza y amor. Este era uno de esos momentos.

—Diana, he estado pensando —dije, observando a la bebé mientras Laura explicaba los procedimientos para encontrarle un hogar temporal—. ¿Qué pasaría si... si nos ofreciéramos a cuidarla?

Diana levantó la vista, sorprendida. —¿Te refieres a... adoptarla?

Asentí lentamente. —Sí. Creo que podríamos darle un buen hogar. Ya hemos pasado por tanto juntos, y siento que... siento que ella necesita una familia. Y creo que nosotros también la necesitamos a ella.

Los ojos de Diana se llenaron de lágrimas mientras una sonrisa se extendía por su rostro. —Spencer, ¿estás seguro?

—Más seguro que nunca —respondí, tomando su mano—. Ella nos necesita, y nosotros podemos hacer esto juntos.

Laura nos miró con una mezcla de sorpresa y admiración. —Bueno, si están serios sobre esto, puedo iniciar los trámites. Será un proceso, pero no es imposible.

Ambos asentimos y ella se retira.

— ¿Tienes alguna idea de nombre? — Me pregunta.
— Siempre me ha gustado el nombre Blair. — Le digo.
— Blair... Me gusta, Blair Diana Reid Mendes. — Dice viéndome. 
— ¿Diana? — Le pregunto.
— Sí, va a ser mi hija... Así las tres mujeres más importantes para mí comparten nombre. — Dice y yo sonrío, nos besamos.

Narra Diana:

Pasaron semanas de trámites y visitas de trabajadores sociales, pero cada día con Blair solo reforzaba nuestra decisión. La pequeña comenzó a sonreír más, sus ojos llenándose de vida y confianza. Spencer y yo nos turnábamos para cuidarla, compartiendo momentos de alegría y desafíos que solo una bebé puede traer.

Una noche, después de acostar a Blair, nos sentamos juntos en el sofá, agotados pero felices.

—Nunca pensé que esto sería parte de nuestra vida —dije, apoyando mi cabeza en el hombro de Spencer.

—Ni yo —respondió, envolviendo un brazo alrededor de mí—. Pero no lo cambiaría por nada.

Finalmente, llegó el día en que todo se oficializó. En una pequeña sala de tribunal, con Blair en nuestros brazos, el juez nos declaró oficialmente sus padres. Fue un momento lleno de lágrimas de felicidad y sonrisas radiantes.

Narra Spencer:

Volvimos a casa ese día con Blair oficialmente como nuestra hija. Había algo increíblemente satisfactorio en saber que habíamos hecho algo bueno, algo que no solo nos unía más, sino que también daba a Blair una oportunidad para una vida llena de amor.

—Bienvenida a casa, pequeña —dijo Diana, mientras entrábamos a nuestra casa.

Blair nos miró con sus grandes ojos curiosos, como si entendiera que este era un nuevo comienzo para todos nosotros.

Y mientras nos asentábamos en nuestra nueva vida como familia, supe que, a pesar de todos los desafíos que enfrentábamos en nuestro trabajo y en nuestras vidas como vampiros, habíamos encontrado algo verdaderamente especial y hermoso en nuestra pequeña Blair.

Dark Romance - Spencer Reid © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora