Capítulo 16

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Vancouver

Abrí la puerta del departamento de Kaia y las risas se hicieron más fuertes, habían pasado unas tres horas desde que me fui a hacer las compras y he de admitir que fueron las peores tres horas de mi vida. Una señora no podía pasar su tarjeta de crédito y tuvieron la fila retenida diez largos minutos, en la sección de frutas un niño pensó que era una gran idea jugar con las manzanas perfectamente ordenadas, causando que todas cayeran al suelo y cerraron el pasillo por otra media hora sin dejar pasar a nadie para recoger todo. Luego aproveche para ir a la farmacia y buscar los medicamentos que el doctor había recetado para Kaia, al principio no quisieron aceptar la receta porque no estaba a mi nombre. Pero al cabo de algunos minutos discutiendo con la muy amargada mujer de la recepción, termino cediendo. Y claro, para la cereza del pastel teníamos el hecho de que mis ánimos estaban de la mierda.

–Aún recuerdo cuando estábamos intentando atrapar a esos gatos, fueron las dos horas más largas de mi vida. –Esteban se encontraba en la sala, Kaia frente a él en el sillón y unas bolsas de comida se veían en la mesa. Lo que me faltaba.

La primera en venir a recibirme fue Scoisa, luego Sofie tras ella y por último, cuando cruce el umbral, los ojos de Kaia se encontraron con los míos.

–Ey, vine a visitar a Kaia para ver cómo estaba. No sabía que estabas quedándote aquí. –Exclamó con algo de molestia eso ultimo. Decidí ignorarlo y comencé a sacar y ordenas las cosas que había comprado.

–Necesitas que te ayude en

–Yo puedo solo. –Le corte con enojo. Ella simplemente agacho la mirada y volvió hasta el sillón.

–Oye tranquilo, ella solo pregunto para ayudarte Vancouver. –Salió el príncipe azul de la historia.

–Tú no te metas, ya llegue así que puedes irte. –El silencio inundo la estancia, solo se escuchaban las bolsas cada vez que sacaba algo y las puertas de la alacena abrirse y cerrarse.

–¿Y tú quien cojones te crees para

–Esteban. –Ella le corto de inmediato. No voltee hacia ellos, pero podía sentir su furiosa mirada clavándose en mi nuca.

–Tranquila, vendré otro día. Avísame si necesitas algo, estoy para ti. –Le dio un beso en la mejilla que, a juzgar por su expresión, la tomo por sorpresa.

Cuando terminé de guardar todo ninguno decía nada, Kaia se encontraba parada en la misma posición que antes. Y a juzgar por su lenguaje físico, estaba incomoda, así que decidí hablar primero.

–Iré a darme una ducha, si necesitas algo ya sabes dónde estoy. –No esperé respuesta y entre en la habitación. Al terminar mi larga ducha reflexiva, me vestí y me lancé a la cama agotado de todo. Kaia entro con cautela, sus hermosos ojos se asomaron por la puerta y se me encogió el corazón. De repente me sentí mal por cómo había reaccionado y no pude evitar pensar que fui un imbécil.

–¿Estas bien cariño? ¿Necesitas..

–Te eche de menos.. –soltó de repente. Volteé la mirada hacia la pared prestando total atención a uno de los cuadros que tenía colgados en la habitación. De repente sentí su mano apoyarse en mi hombro antes de sentarse a horcadas sobre mi ¿Cómo era eso? ¿Respirar por la boca y soltarlo por la nariz? ¿O era al revés? Sus piernas se encontraban a mis costados, apoye mis manos cerca de sus rodillas sin llegar a tocarlas y mire sus ojos color avellana volverse más claros. Ninguno quiso decir nada, su mano derecha seguía apoyada en mi hombro y sus ojos viajaban a mis labios de vez en cuando. Creo que el único momento en mi vida en el que había experimentado unos nervios iguales a los que se apoderaban de mi cuerpo este momento fue cuando casi nos besamos esta mañana.

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora