Capítulo 11

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Maratón 2/3

Esto no podía estar pasando, no. Me niego a creer que debo dormir sin pantalones. Los pantalones me hubieran servido de no ser porque los cordones tenían un nudo increíblemente apretado que ninguno pudo soltar, y si lo cortábamos, no habría manera de que pudiera utilizarlos. Al igual que ahora.

Agradezco que el largo de la camiseta me cubra lo suficiente.

–¿Tienes un cinturón?

–Copito, por tercera vez.. No, no tengo un cinturón. –Vi como frotaba su frente claramente frustrado–. Mira, puedo darte uno de mis boxers si no quieres dormir sin nada, así te sientes más segura.

Abrí los ojos sorprendida y lo mire ruborizada ¿Cómo cojones quería que me pusiera uno de sus boxers como pantalones después de que tocaron su..? No, no quiero imaginarlo.

–No, está bien. Dormiré así, será solo una noche. –Hable frustrada.

–Vale. –Un suspiro de alivio salió de sus labios, probablemente feliz de que llegáramos al fin a una conclusión luego de llevar aproximadamente veinte minutos discutiendo – Iré a darme una ducha, si necesitas alguna cosa puedes tomarla –. Me acaricio el cabello como a una niña pequeña y entro a la habitación. Observe como Scoisa me miraba ladeando la cabeza y me acerque a ella hasta quedar a su altura.

–¿Te preguntas que estoy haciendo aquí no? –Le acaricie el mentón y ella se recostó de mi mano agradeciendo las caricias–. Tranquila, yo también me lo estoy preguntando

Continue acariciando a Scoisa un rato antes de darme una vuelta por la estancia, encontré un baño pequeño que solo contaba con un escusado y un lavabo además de un armario pequeño. Continue mi camino y observe una puerta de cristal que daba al exterior, todo era de un color blanco intenso. La madre naturaleza se había encargado de que por ninguna circunstancia llegara a mi casa el día de hoy, o quizás, hasta pasado mañana. Las calles que daban a la parte trasera se veían increíblemente gruesas a causa de la nieve. Era extraño que hubiera tormentas de nieve por estos meses, generalmente comenzaban a mediados de noviembre. Pero vista la situación global al parecer decidió adelantarse un poco.

–¿Copito? –Voltee hacia él, maldigo el momento en el que decidí arrastrarlo conmigo hasta su casa. Tenía unos pantalones largos de pijama como los que me había dado hacia algunos minutos, justo se terminaba de colocar una camiseta de tirantes gruesos ya que podía ver como acomodaba los bordes inferiores sobre su abdomen. Pero claramente eso no era lo que me tenía embobada, el tatuaje de su brazo izquierdo se extendía por toda la extremidad hasta el inicio del cuello. Varios diseños adornaban la obra de arte, pero uno en particular llamaba la atención, una gran brújula que tenía en la parte interna del antebrazo. Esta no marcaba una dirección especifica, sino que, tenía varias agujas apuntando en distintas direcciones. Claramente noto mi interés ya que dirigió su mirada a su propio brazo y soltó una leve sonrisa que hizo que los latidos de mi corazón resonaran por todo mi cuerpo–. Me harás un agujero si continúas mirándome de esa manera. –Dijo mientras caminaba en mi dirección, aparte la mirada y me cruce de brazos intentando restarle importancia al efecto que tenía en mí.

–No todo se trata de ti sabes –bufé volteando la mirada–. ¿Qué significa? –Pregunté luego de largos segundos.

–Significa que no tengo una dirección exacta a la que seguir. –Se poso junto a mí y observó el exterior al igual que yo hace unos minutos–. No tengo un rumbo exacto el cual deba seguir, hago las cosas cuando surgen o cuando siento que ya deben hacerse. No dicto un plan para mi vida, simplemente las cosas pasan cuando deben pasar. –Sus ojos azules se volvieron más oscuros ante la tenue luz que casi comenzaba a desaparecer.

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora