Capítulo 12

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Maratón 3/3

Vancouver

Kaia se había ido hace ya varias horas, pero su olor seguía en la estancia. Era como si mi mente se negara a aceptar su partida. Joder que dramático estaba siendo.

Me levante con algo de pesadez y decidí limpiar un poco, ordene un poco la sala, la basura y la coloque en varias bolsas para lanzarla al contenedor de la calle más tarde. Me di una ducha larga, necesitaba quitar la imagen de su cuerpo vistiendo solo una camiseta hasta media pierna y la calidez que había sentido al tenerla en casa. Tome una camiseta de mangas largas y unos pantalones térmicos además de mis botas y un gorro.

Al salir lance la gran bolsa de basura al contenedor y como por arte de magia Estheisy apareció tras de mí.

–Joder. –Ella soltó una de sus tontas sonrisas en las que pensaba se escuchaba tierna, pero en realidad solo se veía más tonta. 

–¿Cómo estas Van? –Comenzó a jugar con su rubio cabello de forma coqueta. Esto era lo que me faltaba.

–Bien, pero tengo prisa. –Le mostré una sonrisa fingida e intenté evitarla. Cosa que claramente no funcionó pues se puso delante de mí cortando mi paso.

–Vi a una chica salir de tu casa en la mañana, pensé que no tenías hermanos.

–Y no los tengo, es una amiga. Ahora si me permites. –La hice a un lado y continue mi camino. Escuche como murmuraba algo molesta, pero le reste importancia.

Los caminos seguían llenos de nieve a excepción de las aceras para el paso de peatones. Aunque estaban llenas de hielo, las botas para la nieve me ayudaban para no caer. A solo una cuadra de llegar al estudio pude notar como había varias barreras del gobierno y varios hombres bloqueando el paso. Un señor de algunos cincuenta años se acercó a mi impidiéndome el paso.

–Disculpe joven no puede pasar, nuestra maquina se estropeo y no podemos continuar los trabajos de limpieza así que esta zona esta clausurada. –Pase mi mano por mi frente frustrado, esto no me podía estar pasando.

–¿No existe la posibilidad de llegar al edificio de la próxima cuadra? –Me miro irritado.

–Ya le dije que esta zona esta clausurada, así que continue su camino.

Solté una maldición mientras giraba sobre mis pies para volver hacia casa. ¿Qué clase de sistema no tenía máquinas quitanieves de repuesto? Observé a lo lejos una cabellera conocida acercarse a mí y maldije por lo bajo ¿Qué acaso no se podía tener una mañana tranquila en este pueblo? Nuestras miradas se cruzaron y mantuve el semblante firme conforme nos íbamos acercando.

–Vancover.

–Esteban.

–¿Podemos hablar? –Dijo luego de unos gloriosos segundos de silencio.

–Ya lo estamos haciendo. –Le corte de inmediato. 

–Tienes razón, pero no pienso tener toda la maldita conversación aquí afuera con este frio calándome los huesos. –Observe que no llevaba un abrigo muy grueso que digamos así que acepte su oferta caminando hacia el restaurante que se encontraba cruzando la calle. Al entrar el calor me abrazo y me sentí reconfortado, nos sentamos en una mesa alejada y pedimos dos cafés antes de sumirnos en un silencio incomodo y tenso.

–Y bien, ¿de qué querías hablar? –Coloco las manos sobre la mesa y las entrelazo antes de hablar.

–Quiero disculparme, me comporte como un idiota. –La mesera se acercó dejando las tazas de café en la mesa–. Se que no fue la reacción más madura de mi parte pero

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora