Capítulo 18

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Vancouver

Casi dos semanas habían pasado desde que Kaia se había ido a Londres, y debo decir que han sido las dos semanas más largas de mi vida. A pesar de que hablábamos todos los días en la mañana y en la noche, era inevitable sentirme así.

No es que sea un loco obsesivo y no pueda estar sin ella, pero Sofie y Scoisa me estaban volviendo loco. Siempre se habían llevado muy bien, pero últimamente Scoisa no deja de mordisquearle la cola a Sofie y claramente eso es algo que a ella no le agrada para nada. Así que tuve que comprar un árbol para gatos para que Sofie tenga un lugar tranquilo en el que estar.

El sonido de una llamada entrando hizo que saliera de la marea de pensamientos que tenía, el nombre de mi madre brillaba en la pantalla de mi teléfono decorado con un fondo de Scoisa jugando con unas hojas. Debatí algunos segundos sobre contestar la llamada, pero había ignorado sus últimas siete así que decidí contestar.

–Hola mamá.

–Vaya, hasta que me contestas. –Suspire, esto sería largo.

–He estado ocupado estos días, tengo mucho trabajo. –Estábamos en época baja pero ella no tenía que saberlo, esta primera semana de diciembre era bastante lenta, nada comparado con finales de mes e inicios del próximo.

–Bueno, yo también tengo mucho que hacer por acá y aun así saco tiempo para llamarte. Tu padre y yo estábamos pensando en unas vacaciones de Navidad y Año Nuevo a Honolulu este año, ¿qué opinas? –Unas vacaciones con mis padres, en una isla paradisiaca por un mes. Sonaba como el peor plan de la historia. Mis padres son las personas más materialistas que he conocido, prefieren vivir contando de sus viajes y todo lo que tienen antes de disfrutar el momento juntos.

–Me encantaría Mamá, pero ya tengo planes con unos amigos este año. Quizás el siguiente. –Escuche como comenzaba una conversación con alguien respecto a algunos tonos y cosas de decoración, típico de mi madre. Tenía su propia empresa de decoración de interiores, mientras que mi padre trabajaba como inversionista en el mercado de piezas para autos. Ya entienden porque casi deciden internarme en un hospital psiquiátrico cuando dije que sería fotógrafo.

–Cariño debo dejarte, luego te daré otra llamada. Aún me quedan cosas que mencionarte. –Y sin más colgó la llamada.

Me puse de pie y me encamine hasta el estudio, me asegure de que Sofie tuviera la fuente de agua hasta el tope y que el dispensador de comida estuviera programado para sus horas de comida. Le coloque a Scoisa un abrigo para la nieve ya que el día anterior había estado bastante frio y me asegure de tener todas las cosas que necesitaba a la mano.

Al llegar al estudio ya me estaban esperando los primeros clientes, termine más rápido de lo que esperaba. La familia Thomson solo deseaba unas fotos sencillas pero acogedoras y familiares para decorar la casa estas fiestas, así que al tener unos cuarenta minutos libres decidí llamar a Kaia. Pasaron cinco tonos antes de que me enviara a la contestadora, decidí no insistir así que guarde mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón y comencé a acomodar todo para mi próximo cliente.

Mientras me terminaba la segunda taza de café del día llego la señora Grey, una canasta llena de flores variadas decoraba sus brazos.

–¡Déjeme ayudarla! –Me apresure hasta colocarme frente a ella y tome la canasta entre mis brazos. Ella me mostro una sonrisa, pequeños rizos caían de la diadema color verde menta que rodeaba su cabeza y se abría paso entre sus cabellos. Era una señora que se veía bastante joven para su edad, no tenía una complexión totalmente delgada, pero tampoco estaba obesa ni con kilos de más. Tenía un porte sencillo y perfecto para su estatura.

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora