Capítulo 25

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Habían pasado alrededor de tres semanas desde lo sucedido. Decidí volver al trabajo a los pocos días, aunque Vancouver y Esteban intentasen impedírmelo. El juicio contra Oliver aun no estaba pautado pero el agente Nilsen nos indicó que no tenía nada que ganar, un abogado solo sería para conseguir de alguna forma reducir la condena.

Mis padres no se enterarían de lo sucedido, al menos hasta que todo se solucionase. Sería darles una razón para venir a instalarse a mi casa y dejar todo lo que habían construido en Londres el último tiempo, papá había sido ascendido en el trabajo luego de lo sucedido y mi madre por fin tenía el aumento de sueldo que tanto se merecía. Yo ya era lo suficiente mayorcita como para resolver este tipo de.. situaciones poco comunes de la vida cotidiana.

Y, claramente, lo tenía a él.

Vancouver se había prácticamente instalado en mi casa desde esa misma tarde. Encargándose al cien porciento de mi recuperación y todo lo que implicaba haber pasado ese evento traumático. Me hacía el desayuno todas las mañanas, almorzábamos juntos en el estudio y en la tarde cocinábamos entre ambos la cena. Me compró medicamentos y pomadas para ayudarme con los moretones que tenía y algunas pastillas para ayudarme a dormir cuando comencé con las pesadillas.

–¿De verdad te iras a trabajar? –Protestó como cada mañana cuando me terminaba mi taza de chocolate caliente.

–Amor, ya hemos hablado sobre esto. –Estar apunto de perder todo esto fue algo que me motivo a dejar de lado mis miedos e intentar poco a poco ser mas abierta con mis sentimientos.

–Lo sé y eso es lo que no me gusta. Siento que aun debes guardar reposo, pero no quieres cambiar de opinión. –Se cruzo de brazos molesto.

–A ver, ¿qué opinas de que hoy vayamos caminando? – Me observo horrorizado desde el sofá.

–Hace menos de catorce grados afuera, si crees que irte caminando es una opción estas demente. Vamos, que se te hace tarde. –Se puso de pie de mala gana y tomo las llaves de su coche junto al gran abrigo que me había comprado hace unas semanas–. Ten, no quiero que te resfríes. –Me acerque sonriente y deje que me colocara la pieza de ropa, sintiendo el calor envolver mi cuerpo. Dejó un suave beso en mi frente e hice un ligero puchero para que me diera uno en los labios–. Te ves preciosa cuando haces eso. —Asmitió antes de que sus labios se encontraran con los míos en un dulce beso con sabor a café y chocolate.

–Me gustas mucho. –Solté con una sonrisa mientras sus ojos azules me observaban fijos.

–Vamos, prometo cuidarte bien esta vez. –Entrelazo nuestras manos mientras la promesa que había acompañado todas nuestras mañanas salía de sus labios.

La fiesta de fin de año se encontraba a la vuelta de la esquina, literalmente

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La fiesta de fin de año se encontraba a la vuelta de la esquina, literalmente. Como todos los años, Jullie planeaba algo totalmente sencillo entre sus conocidos (noten mi sarcasmo). Así que ahora, Vancouver y yo nos encontrábamos camino a la casa de mi amiga vestidos como para ir a una fiesta de gala.

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