Capítulo 15

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Parpadee varias veces antes de poder acostumbrarme a la luz que entraba por la ventana. Tenía encima de mi pierna uno de los almohadones que habíamos utilizado para dividir la cama la noche anterior y había otro en el suelo mientras que yo me encontraba en la misma posición en la cual me había dormido mientras que el príncipe durmiente se encontraba prácticamente desparramado en su lado de la cama.

La camiseta que tenia se encontraba levemente levantada dejando ver su abdomen algo trabajo, la ausencia de mangas en su camisa dejaba a la vista su brazo grandes y marcados. Tenía el derecho apoyado detrás de su nuca, así que la flexión hacía que su bíceps se marcara más. Su ceño estaba levemente fruncido y sus labios juntos en una línea se veían apetecibles desde mi posición.

–Admirando la vista eh, no te culpo. –Habló de golpe mientras habría los ojos en mi dirección, sentí mis mejillas calentarse tanto que probablemente podría cocinar cualquier cosa en ellas. Aparte la mirada de inmediato.

–No te estaba mirando. –Me defendí con una voz tan segura que hasta yo me sorprendí.

–Claro, igual que yo no tengo una erección mañanera. –Voltee rápidamente en su dirección y fue inevitable dirigir levemente los ojos hasta su zona. A pesar de que era solo una broma que me sacó una risa, fue inevitable analizar el tamaño con lo que se marcaba sobre su pantalón.

–Eres un idiota. –Su risa inundo la habitación, haciéndome sentir un calor agradable en el pecho durante unos segundos–. Me voy a lavar la cara. –El solo dio un sonido de aprobación antes de acomodarse de nuevo en la cama. Mis mejillas seguían ardiendo.

Me observe al espejo y analice un poco todo lo que había sucedido en las últimas veinticuatro horas. Desperté con un humor increíble, que se fue al carajo tan pronto la estúpida de Estheisy dejo que su perro me mordiera, pase tres horas horribles en el hospital, Vancouver se auto-invito a mi casa y ahora se encontraba durmiendo en mi cama porque a mi medio pena dejarlo en el sillón para que tuviera una noche incomoda luego de todas las molestias que se había tomado solo por mí.

Suspire derrotada y tomé mi cepillo de dientes, como pude le coloque la pasta color blanca y me comencé a cepillar. Fue algo difícil al principio, pero luego pude cogerle el truco. Al terminar de lavarme el rostro y dar por completada mi rutina, tome el botiquín y saque las gasas para limpiarme las heridas. A pesar de los puntos el doctor me dijo que desinfectara la zona de alrededor dos veces al día y que cambiara el vendaje diario para evitar la acumulación de suciedad.

Tome las gasas nuevas y coloque un poco de iodo en ellas para pasarlo alrededor de las tres heridas, roce levemente con uno de los puntos y un quejido inevitable salió de mis labios.

Dos segundos después Vancouver se encontraba tocando la puerta.

–¿Estas bien? ¿Te hiciste daño? Voy a entrar. –No espero respuesta, ya estaba dentro.

–Estoy bien señor sobreprotector, solo intento cambiar los vendajes.

–Déjame ayudarte.

–Pero yo.. –Claramente no me dejo terminar, quito de mi mano la gasa y con suma delicadeza tomo mi mano izquierda entre la suya.

Suavemente comenzó a desinfectar cada una de las heridas, luego coloco gasas limpias sobre cada una y las aseguro con cinta médica. Al levantar la vista nuestras miradas se encontraron por algunos segundos que parecían minutos. Observe sus hermosos ojos y sentí que me perdía en ellos, sus labios entreabiertos y su barba de algunos días decorando su rostro, haciéndolo ver más sexy de lo que ya era si es que existía la posibilidad de que eso pasara. Unos rasguños bajo la puerta hicieron que ambos saliéramos de ese pequeño trance, camine rápidamente hasta la puerta de la habitación y Scoisa entro campante. Detrás de ella, una adormilada Sofie venia maullando.

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora