Capítulo 3

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Maratón 3/5

–Esta fuera de peligro. –Pude ver como Vancouver soltaba un fuerte suspiro, aparentemente estaba a expectativas de lo peor.

Coloque algunos medicamentos en una bolsa con el nombre de Scoisa y la selle para entregársela a Esteban. Aparentemente había pisado una planta con espinas y las tenia enterradas en las almohadillas de las patas, se las quitamos y la vendamos para luego darles unos antinflamatorios y una crema para cicatrizar.

–Aquí tiene todo –mencione al tenderle la bolsa.

–Gracias, ya puedes irte yo acabare con las indicaciones si quieres. Probablemente Mery volverá a terminar llena de desparasitante si no llegas pronto. –Hice una mueca a la cual el me dio una de sus bellas sonrisas y salí sin rechistar.

Caminé hasta el cuarto donde se encontraba Mery con los cuatro cachorros que había bautizado como: Jasmine, Tulip, Rosé y Trébol. Algo que, en realidad, no me sorprende para nada.

–¿Una mano? –Observe como sonreía mientras me colocaba a la pequeña Tulip en brazos.

–Dios, no sabes cuanto te lo agradecería

Tome al cachorro y entre ambas logramos administrarles los desparasitantes sin problema, con uno que otro derrame, pero eso no importa.

–¿Y? –Note como me da una de sus miradas. Un rizo le cae por el hombro y el cachorro en sus brazos comienza a morderlo.

–¿Qué sucede? –Exclame sonriendo mientras jugueteaba con Trébol.

–Vamos Kaia –Me hizo una de esas miradas que puedes descifrar sin necesidad de palabras y negué riendo.

–Creo que sabes muy bien que no me interesa, además esto es solo trabajo –deje al pequeño Trébol y me cruce de brazos evadiendo la mirada juzgadora de Mery ante mis palabras. ¿Ella y Jullie? Si, decididas a que estuviera con Vancouver.

–Venga Kei, debes darle una oportunidad. Esta colado por ti hace mucho tiempo, no seas así –me fue inevitable reír al verla soltar un bufido como una niña.

–Cállate no quiero que Aina te escuche, la vi coqueteando con el por las cámaras y sabes que también es una cotilla. –Aina Stevens, la chica que vino como referencia de un viejo amigo de Esteban para estar aquí unas semanas y que siempre llegaba media hora más tarde que su hora de entrada. Esa mujer era una cotilla de primera, por eso siempre intentaba mantener el tema de Vancouver fuera de sus oídos.

–Tranquila, no dejaremos que esa arpía se acerque a tu hombre. –Voltee los ojos.

Hace ya algunos meses que Vancouver empezó a venir con más frecuencia fuera de las revisiones rutinarias y las vacunas para Scoisa, Esteban decidió que sería buena idea comenzar a hacer sesiones fotográficas para promocionar el estudio y algunos productos que tenemos de vez en cuando. También puede que Vancouver haya coqueteado conmigo un par de veces y me echara una que otra mirada, pero yo jamás le voy a corresponder. Estuve muchos años en una relación de mierda por pensar más con el coño que con el cerebro, no volvere a cometer esa estupidez.

Pero claro, las "señoras del chisme" no lo entendían.

–Joder que no es mi hombre, ni siquiera me gusta ¿Acaso tú y Jullie tienen un complot en mi contra? Incluso antes de que pudiera entrar a la sala ya me estaba lanzando sus miradas perversas –me cruce de brazo y la mire con reproche.

–Claro, solo es cuestión de tiempo para..

–Señoritas –Esteban entro de repente, cortando inmediatamente el comentario de Mery e hizo un ademan de reverencia frente a nosotras al cual respondimos con una sonrisa. Salvada por la campana–. Ya casi terminamos nuestro turno de hoy, díganme que falta.

Lo que me faltaba por conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora