3. Rencuentro

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El tercer beso había sido el primer beso real.

Tenían 13 años y Max estaba esperando ansiosamente por él.

Checo se había ido por unos meses a México, por lo que no pudo ver a su amigo ni siquiera en su cumpleaños.

Max se dio cuenta que no podía pasar mucho tiempo sin Checo.

Por eso fue el primero en apuntarse para recoger al mexicano al aeropuerto. Quería que supiera que estuvo pensando en él y cuando lo vio saliendo de las puertas no pudo evitar gritar y saltar de la felicidad.

—¡Checo!

Y Checo, quien sus ojos se notaban cansados, puso la sonrisa más grande que jamás haya visto.

Sin importarles nada, ambos corrieron para abrazar al otro.

Checo dejó sus maletas en el piso y los dos aumentaron la velocidad solo para encontrarse.

Cuando sus cuerpos se encontraron y sus brazos se rodearon, Max ocupó toda su fuerza para levantar el cuerpo de Checo del piso.

A Checo no le importó, lo único que le importaba era que nuevamente estaba con Max.

—Creciste mucho—fue lo primero que Checo murmuró contra su cuello con diversión.

—O tú te encogiste.

Ambos se rieron mientras Checo volvía al piso y le daba un golpe en el hombro.

—Claro que no.

Ambos se miraron por un tiempo.

Max podía jurar que las pecas de Checo ahora eran menores o simplemente ya no eran tan visibles, al menos no como en el pasado, y a pesar del cansancio aún podía ver los leves toques verdes en sus ojos.

—Hm... Checo yo-

Pero unos gritos lo interrumpieron.

Los hermanos de Checo se habían acercado a saludar y pronto sus familias también se sumaron.

—Toma tus maletas, animal—dijo Toño, arrojando sus maletas hacia Checo—. Me dejaste como botones.

—Iba a ir por ellas. No seas exagerado.

—Te ayudo—Max mencionó, estirando la mano para tomar dos de las maletas de Checo.

—Ah, no, Max, yo puedo solo.

—No. No. Déjame a mi.

Y sin importar las quejas del mexicano, todos comenzaron a avanzar hacia la salida, Max un poco más adelante de Checo.

Ya enculaste al güero—Toño le hizo burla a su hermano mientras lo miraba con las cejas de arriba para abajo.

¡Cállate, Toño!—reprendió en un susurro—. Claro que no. No digas eso.

Seguramente estuvo igual de insoportable que tú diciendo todo el tiempo "Lo extraño demasiado" "¿Cuando nos volveremos a ver?" "Necesito verlo"—dijo con voz chillona en un intento de imitarlo.

¡Yo no hablo así!—chilló, solo para después carraspear y corregirse con voz más grave— Yo no hablo así.

Toño río y rodó los ojos—. Sí claro.

Checo estuvo a punto de agregar algo cuando salieron del aeropuerto y Max comenzó a arrojar sus cosas a la camioneta negra que estaba esperando por ellos.

—Eh... Checo—Max lo llamó antes de que pudiera subirse al vehículo.

—¿Si?

El neerlandés compartió una rápida mirada nerviosa con su madre, quien le asintió en apoyo y volvió a mirar a Checo.

111 Besos - Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora