5. Espontáneo

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El onceavo beso había sido espontáneo.

Los besos anteriores apenas y habían sido unos toques tímidos y ninguno duraba demasiado.

Sin embargo, ningún beso había sido tan repentino como ese.

Ahora Max y Checo tenían 14 años.

Aquel día, Checo se encontraba saliendo de una de sus clases acompañado de Carlos y Fernando cuando Max llegó corriendo hasta él.

—¡Checo!—había exclamado.

—Hola, Max, ¿qué pasó?

—¿Puedo pedirte un favor?—Checo asintió— ¿Puedes llevarte mis cosas? Te alcanzaré al rato en tu casa, es solo que Daniel se metió en problemas otra vez y tengo que ayudarlo.

—Está bien. Solo asegúrate de llegar a tiempo, tus papás llegarán a las 8 para la cena.

—De acuerdo, te veré allá.

Y cuando se acercó a darle su mochila no fue solo eso.

Inclinó su cabeza hasta que sus labios se entrelazaran con los de Checo y después de unos segundos se separó.

—Gracias—murmuró—. Te veo al rato.

Y salió corriendo.

Checo casi tira la mochila de Max de la sorpresa.

—¡¿Son novios?!—una exclamación por parte de Carlos se hizo presente a sus espaldas.

Se había olvidado por completo de que Carlos y Fernando venían con el.

Cuando se volteó a mirarlos, Checo aseguró que pudo haber soltado una carcajada si él mismo no estuviera tan desconcertado.

Ambos tenían los ojos extremadamente abiertos y su mandíbula quedó hasta al piso después de ver la escena frente a ellos.

—¡Cabrón traicionero!—gritó Fernando— No nos dijiste que estaban juntos.

—Es que... no lo estamos—murmuró.

—¿Y el beso por qué fue?—Carlos preguntó, frunciendo el ceño.

—Ni yo lo sé. Supongo que de agradecimiento o de despedida.

Fernando se rio.

—Por dios, ¿y nosotros cuando hemos besado a un amigo cuando nos hace un favor?

Checo se sonrojó.

—Supongo que lo mío con Max es distinto.

—Es demasiado distinto a decir verdad—Carlos refinó—. Joder tío, yo esperaba que ustedes ya estuvieran juntos.

—Pues no, no lo estamos, solo somos amigos.

Fernando y Carlos se miraron y ambos rodaron los ojos a la vez.

Todos sabían que algo pasaba entre Max y Checo, menos ellos, claro.

Más tarde, cuando Checo se encontraba en su casa, la puerta de su habitación fue abierta y de ella entró Max.

—Ya llegué—anunció.

—Si no me dices pienso que eres un holograma o algo—Checo bromeó con una gran sonrisa.

Max rodó los ojos y lo miró antes de acercarse a él.

—Si trajiste mis cosas, ¿verdad?

Checo señaló con su cabeza a la silla de su escritorio, donde su mochila azul reposaba.

—Ah, gracias, Checo.

Y Checo, quien se encontraba más enfocado en terminar su tarea de física, no sé esperó el siguiente movimiento de Max.

Max lo tomó de la barbilla y elevó su cabeza solo para que le diera un beso rápido antes de alejarse por su mochila.

Checo parpadeo desconcertado.

Y lo miró esperando alguna explicación de sus acciones, lo que nunca llegó.

—Max—lo llamó, mientras el mencionado tomaba unas papas guardadas en su mochila.

Max hizo un ademán de que lo estaba escuchando.

—¿Por qué me estás besando de la nada?—preguntó.

Max no se inmutó. Terminó de saborear sus frituras y después lo volteó a ver.

—No lo se—confesó, encogiéndose de hombros—. Simplemente sigo mis impulsos. Además no besas mal.

Checo se sonrojó y rodó los ojos.

—¿Te molesta?—Max preguntó.

No le molestaba, solo se preguntaba qué se supone que debía de responder si alguien le preguntaba si eran novios, justo como Carlos y Fernando habían hecho hace unas horas atrás.

Sin embargo no expresó sus molestias.

—No, solo me tomó desprevenido.

Max sonrió.

—Qué bueno, porque entonces lo estaré haciendo más seguido.

Max no mintió.

Tuvieron al menos otros cuantos besos que Max le robaba mientras estuvieran solos o con poca gente alrededor y la cuenta de los besos seguía creciendo.







NOTAS:
Max ya empezó de confianzudo y ojo con esa falta de comunicación porque será importante para el futuro.

Gracias por el apoyo que le han dado.

Nos leemos pronto.

-Syl.

111 Besos - Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora