Extra 2.

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Después de una semana en la que solo eran Checo Y Max después de confesar sus sentimientos, decidieron que era hora de enfrentar a sus familiares.

Checo se sentía nervioso, ni siquiera les había dicho a sus padres que había escapado de su viaje con Charles para ir a buscar a Max.

Técnicamente, los papás de Checo pensaban que él estaba en Canadá y no atrapado en el departamento de su ahora novio.

Así que cuando Max aparcó en la entrada de su casa no pudo evitar sentirse nervioso.

—¿Estás bien?—preguntó Max al verlo morder su labio, sabiendo que solo lo hacía cuando estaba nervioso.

—Es que no se como vayan a reaccionar nuestros padres, ¿crees que lo tomen bien?

Max tuvo que ahogar una risa.

—¿Te preocupa eso?

Checo asintió.

Max desabrochó su cinturón solo para inclinarse hacia su pareja y tomarlo de las mejillas.

—Pecas, si eso es lo único que te tiene tan ansioso entonces no tienes nada de que preocuparte.

—Pero-

—Nada de peros—interrumpió—. Era demasiado obvio que esto era todo lo que nuestros padres querían.

Checo lo observó con duda.

—¿Estás seguro?

—Absolutamente—respondió con obviedad—. Y si no me crees, entremos y descúbrelo por ti mismo.

Checo soltó un suspiro antes de asentir.

—Está bien. Supongo que tienes razón.

Y con una media sonrisa se bajó del auto, seguido por Max quien rápidamente se colocó a su lado y tomó una de sus manos.

Mientras iban acercándose a la puerta, Checo podía sentir un huracán en su estómago.

A su padre casi nunca le habían caído bien sus parejas, ¿y si eso pasaba con Max? ¿Y su perspectiva sobre Max cambiaba y deseaba odiarlo como había hecho antes con Lewis o Charles o literal cualquier otra persona que estuviera detrás de él?

Cuando llegaron a la puerta, Max fue el encargado de tocarla, esperando a que los mayores abrieran.

Cuando la puerta se abrió y Checo observó a su madre, se esperó cualquier cosa menos la reacción que hizo.

—¡Menos mal no fuiste tan idiota!—exclamó con alivio, con una risa de por medio.

«¿Qué?» Checo pensó con el ceño fruncido, bastante confundido.

—Pero pasen niños, no se queden ahí.

Marilú los tomó a ambos para adentrarlos a la casa.

Checo estaba demasiado extrañado. ¿Por qué su madre no se sorprendía de verlo ahí, tomando de la mano de Max?

Volteo a ver a Max esperando encontrar incredulidad en su rostro, pero solo se encontró con una suave mirada confundida, sin embargo también una que parecía comprender la acción de su madre.

¿Acaso ellos sabían algo que Checo no?

—¿Checo?—la voz de su padre sonó desde la sala, y Checo caminó aún con la mano de Max entre sus dedos.

—Hola, papá.

Antonio dio un reojo, observando por un momento las manos unidas de ambos.

Checo tembló.

111 Besos - Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora