CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO VEINTIDÓS | Retrasar
lo inevitable.

Dos semanas después...

JAMES COSSENOVA.

Veo a mi esposa mover los labios de una manera provocativa mientras habla por teléfono con su mejor amiga, ni siquiera sé que mierda está hablando, quiero follarla, quiero enterrarme en ella, pero me jode que ya tiene los 8 meses y se nos ha hecho complicado, porque nos pidieron prudencia, pero joder, se me hace complicado no follarla duro, esa mujer me prende y me fascina como nadie nunca lo ha hecho. Cuelga la llamada y voltea a verme con preocupación.

—¿Qué ocurre? —acaricio su mejilla.

—Es papá...

—¿Y qué pasa con él? — exhala pesado.

—Mel me está dijo que están viniendo para acá.

—¿Cómo? ¿Cuándo? Tenemos que...

—Ya lo sabe amor, él ya sabe todo, al parecer. Están a casi 1 hora.

—Melissa —es lo primero que digo, pero niega rápidamente.

—Jamás, Mel jamás diría algo. Confío más en ella que en mí misma. Solo estábamos retrasando lo inevitable, ya era de suponerse, papá es un jodido estratega, no lleva el título de maksimum en la organización por nada.

—¿Ese no era tuyo? —pregunto confundido, pero ella niega arrugando las cejas.

—No, renuncié a el hace años, no me mal entiendas, amo la mafia, ser parte de ella, pero no estoy lista para tantas traiciones seguidas —me enerva saber porque lo dice, sin embargo, no digo nada—. Papá era la mejor opción para el puesto y estoy segura de que mi abuelo cuando se retire le dará el suyo como Verkhovny, así se evitarían fracturas jerárquicas dentro de la bratva.

Aunque no quiera, tengo que darle la razón, en la organización Drako Yarovtov es un maldito genio.

Se levanta y pone sus manos en la espalda, estirándose. Reparo la imagen de mi mujer y efectivamente, está más hermosa y preciosa que nunca, el embarazo me hace saber de primera mano que las diosas sí pueden tener hijos con mortales y que ella y yo somos un claro ejemplo.

—Joder, ya quiero que salga —se queja rascando su vientre bajo—. Pesa demasiado, siempre tengo ganas de hacer pis y el hambre que...

—¡Mami! —Nick corre a meterse entre las piernas de mi mujer—. La abuela nova quiere bañarme —el pequeño me hace reír cuando se refiere a mi madre como "nova" ya que ese apodo se lo inventó Caleb y así se quedó.

—¡Nick! ¡Ven! —llama mi madre bajando por las escaleras con una toalla en las manos—. El único que no se ha bañado de tus hermanos eres tú, ven.

Mi mujer suspira pesado y se pellizca el puente de la nariz, sin embargo le regala una sonrisa genuina al niño.

—Cariño, hazle caso a Charlotte por favor y te prometo que te llevo una barra de chocolate a la habitación antes de dormir —el pequeño sale de sus piernas y la observa con atención.

—¿De verdad? ¿Lo prometes? —le levanta el pequeño dedo meñique tiernamente.

—Lo prometo —mi mujer hace lo mismo y unen sus dedos.

Un Nick sonriente corre a los brazos de mi madre quien niega divertida antes de subir las escaleras, dejándonos solos nuevamente.

Mi madre nos ha estado ayudando con los niños y ha sido un gran apoyo, realmente le agradezco que esté haciendo esto por Vera y que hayan hecho las pases, eso me quita un jodido peso de encima. Y justo en estos momentos que esté en casa con nosotros, aliviana las preocupaciones de mi mujer, quien cree que puede con todo estando preñada de casi nueve meses.

Tríada Oscura ©, +21 (Pactos de silencio) Tomo II. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora