Hermosa y peligrosa diosa de hebras doradas en peligro de extinción...
Condenada a pagar por los errores de sus padres y luego de pasar por un intento de muerte prematura, resurgirá de entre las cenizas como un Ave Fénix y será capaz de lo que sea...
—Pasajeros con destino a Krasnogorsk favor de abordar por el pasillo 6 con previo chek in, favor de abordar por el pasillo 6 con previo chek in.
Agarro la mano de Melissa y avanzamos hasta la fila para abordar el avión.
—Recuérdame, ¿por qué viajamos en un vuelo comercial? —susurra pegándose a mi.
—Porque no quiero que aquellos idiotas vean que estoy por ir a Rusia —espeto y ella suelta una risita.
—Lo único que no quieres es que vean que tienes sentimientos —comenta divertida.
La fila avanza.
—No los tengo— la miro totalmente serio y vuelve a reír.
—Ajá, como digas, ¿entonces qué hacemos yendo a Rusia?
Dejo la pregunta en el aire, entramos al avión y tomamos asiento.
Saca la bandeja y pone la laptop, conecta los audífonos y me ve como si me faltara algo.
—¿Qué? —enarco una ceja mirándola.
—Te falta... —rebusca entre sus cosas y saca una almohada de viaje rosa—. Esto te falta —intenta ponerla y no la dejo—. ¡Oye! La compré para ti —se queja.
—No voy a ponerme eso.
—¿Por qué? —se cruza de brazos y ruedo los ojos—. Dime porque no lo vas a usar y yo dejo de insistir.
—No quiero hacerlo y punto —corto.
—¿Prefieres pasar 8 horas y 20 minutos con el cuello recto a ponerte la almohada solo por qué es rosa? ¿Es eso verdad?
Me exaspera esta mujer.
—No voy a ponérmela y no voy a discutir más el asunto —zanjo.
—Bien —se acomoda en su asiento y se pone los audífonos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
7 horas y 20 minutos más tarde...
Maldita sea, me duele el cuello, ya no se en que posición ponerme para estar cómodo y ver a Melissa durmiendo plácidamente con su estúpida almohada solo me amarga más.
«No me interesa» Yo no iba a usar una almohada rosa, no me van a ver como un maricón.
Me levanto con cuidado de no despertarla y camino hasta el baño. Toco la puerta y al no escuchar que nadie responde, entro.
Todavía falta una maldita hora y ya estoy que me lanzo por la salida de emergencia. Agarro agua con las manos y me la echo en la cara para refrescarme.
