La noche era tranquila en isla Mema, como siempre, Hipo y Eira estaban en una cabaña bajo la vigilancia de Bocón. Aprovechando que la mano derecha de su padre salió para ayudar contra los dragones, ambos gemelos salieron de la cabaña dispuestos a intentar ayudar o al menos a ver la situación desde el exterior.
Ambos corrieron por toda la aldea, la cuál estaba en llamas debido la gran pelea entre vikingos y dragones, mientras oían cómo les gritaban que entraran en la casa. Ambos no eran los más fuertes o rápidos de la aldea, por lo que siempre los mantenían vigilados en situaciones como ésta. Siguieron corriendo hasta que Estoico agarró a Hipo con su mano y con su otro brazo cargó a Eira.
–¿Qué hacéis fuera? ¿Quién les dejó salir? ¡Entrad dentro!
Estoico les gritó a sus hijos pero ellos le ignoraron y corrieron entre las personas para ir hacia la herrería dónde Bocón se encontraba. Él al verlos les saludó con una sonrisa divertida sabiendo que ambos hermanos siempre terminaban escapando de la casa.
–¡Uy! Dichosos los ojos. Pensé que os habían atrapado. –dijo Bocón mientras golpeaba un hierro fundido en el yunque.
–¿A quién de los dos? Ya sabes que somos escapistas profesionales. –respondió Eira con una sonrisa mientras ayudaba a su hermano con algunas herramientas.
–Es verdad. Estoy muy cachas para esos bichos. –comentó Hipo mientras levantaba con cierta dificultad un martillo y lo dejaba en su sitio. –No sabrían qué hacer con todo esto.
–Te usarían para limpiarse entre los dientes.
–¡Eira! No me ayudas. –se quejó Hipo con una sonrisa.
–He pensado en lo mismo, Eira.
Bocón y Eira chocaron sus puños mientras Hipo bufaba y llevaba nuevas armas a los vikingos que se acercaban a pedirlas. A los minutos el ataque de los dragones se volvió más violento y todos los vikingos se reunieron para ayudar. Eso incluía a los más jóvenes; Mocoso, Patapez, los gemelos Chusco y Brusca, y Astrid...
Eira observó a Hipo quedarse embobado mirando a Astrid, algo que hizo que frunciera el ceño y le dio una patada para llamar su atención. Si Hipo estaba interesado en la rubia, Eira también, aunque era un secreto que prefería no contar a nadie, al menos de momento.
Hipo se quejó de que el trabajo de los otros jóvenes era más interesante que el suyo, algo que Eira respondió con un pequeño asentir y Bocón les miró a ambos con una sonrisa triste. Hipo intentó escaparse pero Bocón lo agarró de la camisa bajo la risa de su hermana.
–Oh vamos, déjame salir. Si mato a un dragón mi vida mejorará, tal vez y ligue un poco.
–No sabes lanzar un martillo, no sabes lanzar un hacha, y no sabes...
–No sabes lanzar unas boleadoras. –añadió Eira dándole unas a un vikingo, quién las lanzo y cazó un dragón.
–No me ayudas, hermana. Además, tú tampoco sabes.
–Soy sincera. Y puede que no sepa lanzar un hacha o un martillo, pero unas boleadoras sí.
El tiempo pasaba y cada vez más vikingos pedían afilar sus espadas o cualquier tipo de arma. Eira observó como la torre donde su padre se encontraba era derrumbada por un furia nocturna, el dragón más peligroso. Nunca se dejaban ver, nunca robaban comida y nunca fallaban su tiro.
Bocón dejó a ambos gemelos a cargo de la herrería para salir a ayudar, algo que aprovechó Hipo para probar su catapulta y cazar al furia nocturna. Eira quiso seguirle pero fue interceptada por algunos vikingos que querían armas, molesta comenzó a repartir las armas y una vez estuvo sola intentó buscar a su hermano entre la multitud.
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Más allá de lo desconocido (HTTYD)
FanfictionHipo y Eira, son dos jóvenes vikingos que comienzan sus clases para convertirse en guerreros al igual que su padre. Ambos inician su entrenamiento junto al resto de jóvenes de la aldea, pero ambos hermanos descubrirán que todo lo que les contaban so...