Desde que Eira se marchó no supo nada sobre nadie, estaba demasiado enfadada con su padre como para regresar a Berk, y tampoco lo haría. Intentó relajarse pero siempre que cerraba los ojos veía a su padre y recordaba las palabras que decía.
Eira estaba harta.
Estaba cansada de siempre ser menospreciada por su padre.
Ella sabía lo que valía, así que le haría ver a su padre el error que había cometido al haberla ignorado tantos años.
Eira tenía otro secreto que no contó a nadie. Era algo que nadie te contaba sobre los dragones y que en muy pocas ocasiones había ocurrido algo como eso. Aquella mañana, Eira retiró su parte para lavarse la cara en un pequeño río que había en aquella isla, y al mirar su reflejo observó su cicatriz y el pequeño rastro de quemadura seguían en su rostro. Lo único que había cambiado en estos años era su ojo, el cuál ahora era de un color dorado y su pupila era alargada, como la de los dragones.
Había algo que nadie sabía sobre los dragones. Y era que si conseguías tener un fuerte vínculo con dicho dragón, podías adoptar alguna habilidad especial.
Eira podía ver gracias a su ojo dracónico a una gran distancia, además de ver el aura de las personas para saber sus sentimientos o saber si miente o no, y las ondas de calor de las personas.
La joven volvió a colocarse el parche y se rascó en la mandíbula notando una pequeña hilera de escamas, algo que de momento decidió ignorar y centrarse en Reign, quién estaba escondida bajo la arena y sólo se veía de ella algunas púas que sobresalían en la arena.
–Vamos Reign, es hora de actuar. Espero que le guste mi sorpresa a Estoico. –dijo Eira con odio.
Eira montó en Reign para volar rumbo a Berk. Era de noche, por lo que Reign cambió sus escamas de naranja a negro para camuflarse con el cielo nocturno. Eira también cambió su vestimenta por una parecida pero de color negro, así como taparse el rostro con una bandana hecha de tela y una capucha. Al llegar a la aldea Eira observó como no había ni un sólo dragón por el exterior, por lo que fue en silencio hacia el establo de los dragones y fue recibida por varios que por instinto intentaron atacarla pero al ver de quién se trataba se detuvieron.
–No tengáis miedo, os voy a llevar a un lugar seguro. –susurró Eira para evitar ser escuchada.
Antes de que algún pudiera moverse, uno de los vikingos que vigilaban la zona la descubrió y empezó a dar la voz de alarma. Eira no tuvo más remedio que noquear al vikingos en un rápido y fuerte movimiento y subirse a Reign para marcharse. Mientras se alejaba de la zona pudo escuchar algunos gruñidos y como varios dragones la seguían, retiró la bandana de su rostro y sonrió victoriosa.
Eira los guio hacia la isla donde vivía actualmente, lo mejor sería que estuvieran ahí en caso de que Drago atacara Berk, a los vikingos podía atacarles pero a sus dragones no. Eso no lo permitiría nunca.
A la mañana siguiente, Eira decidió dar una vuelta por los alrededores ya que un terror terrible llegó a la isla bastante asustado y eso llamó la atención de la joven. Junto a Reign se alejaron bastante de la zona que conocían hasta llegar a una zona que era totalmente nueva, mientras sobrevolaban la zona, Eira observó un asentamiento de lo que parecían ser tramperos, con lo que no contó fue que le lanzaron una red para atraparla. Reign intentó ataparla pero también fue capturada por aquellos hombres.
–Vaya vaya, mirad quién se deja caer por aquí. –dijo Drago con una sonrisa socarrona. –Una jinete de dragón.
–No pensé que te conocería así. –comentó Eira intentando mantenerse firme. Tenía que parecer serena y confiada si quería que su plan saliera bien.
–¿Sabes quién soy?
–Claro, mi padre Estoico me contó sobre ti. Deberían haberte hecho caso. –le aduló Eira viendo como el orgullo de Drago crecía con su sonrisa. –Tengo un trato para ti. Si me permites decirlo.
–Habla.
Unos hombres levantaron a Eira y le quitaron la red, la joven respiró hondo y se acercó unos pasos hacia el hombre tan temido. Una parte de ella estaba aterrada, pero haría lo que fuera para cumplir con su plan, y si tenía que aliarse con Drago...
Lo haría.
–Necesito que me ayudes a matar a Estoico, estoy cansada de él y de que me menos precie. Hizo jefe a mi hermano cuando por razones obvias soy mucho mejor que él y soy la más indicada para ello. Pero mi padre siempre me ignoró, quiero venganza. Creo que sabes por dónde voy.
–¿Qué gano yo?
–El control absoluto sobre todos los dragones de Berk. Allí tenemos cientos desde que mi hermano creó la paz entre vikingos y dragones. Te puedo dar libertad absoluta para atacar berk y control sobre los dragones. Así serás invencible.
–Me darás todos los dragones, ¿sólo para poder matar a tu padre?
–Quiero que vea de lo que soy capaz, Drago. Lo intenté por las buenas, es hora de hacerlo por las malas. ¿Qué dices? –le preguntó Eira con una sonrisa maliciosa. Drago lo meditó durante algunos minutos hasta que estrechó la mano de la joven.
–Acepto. Estás tan cuerda como yo, eso me gusta.
Eira acordó con Drago en que le diera unos días para poder asegurarle el poder atacar Berk sin ningún problema. Drago por su parte le enseñó su armamento además de a su alpha, el dragón que podía controlar a cualquier dragón. Ante la presencia del alpha, Reign se sintió nerviosa pero Eira consiguió que a su dragón no le hiciera nada.
La joven se marchó organizando su siguiente parte del plan. Durante algunos años había estudiado que los dragones no eran muy diferentes del resto de animales, ellos también tenían una jerarquía y quién les gobernaba eran los alphas, grandes dragones capaces de controlar la mente. Si quería salvar Berk, debía encontrar a otro alpha para que defendiera Berk.
Por las noches, Eira regresaba a Berk con la intención de llevarse más dragones y así lo hizo. Poco a poco fue llevándose la mayoría de dragones. Una noche tuvo que pelear contra Hipo, quién la descubrió y quiso hacer que recapacitara. Eira no tuvo más opción que herir a Hipo para evitar que interfiriera en su plan, quería a su hermano, pero no estaba dispuesta a que la opacara nuevamente.
–¡Eira! –la llamó Astrid siguiéndola con Tormenta.
Reign detuvo su vuelo y el resto de dragones igual, Eira suspiró antes de girarse hacia su novia y la miró con nostalgia.
–Eira, por favor, regresa. Te necesitamos para derrotar a Drago.
Eira meditó bien sus palabras antes de hablar de la forma más fría posible.
–Entonces tendréis que derrotarme a mí.
–¿Qué significa eso?
–Significa, Astrid, que he encontrado un buen aliado en Drago. Dile a Hipo que se prepare, ah no, que en Berk ya no tenéis dragones con los que defenderos.
Eira observó como Astrid intentaba mantener su rostro firme y no llorar, aquello le partió el alma pero sin decir nada más indicó a Reign que partiera junto al resto de dragones. Todos los dragones que fue rescatando se quedaron en la isla junto a Drako, a quién guio hacia allí para que fuera su protector. La chica se sorprendió al ver cuánto había crecido, siendo ahora ya del mimo tamaño que el que mataron Hipo y ella hacía unos años.
Aquella mañana Eira salió a pasear con Reign tras verse con Drago y acordar un punto en común para atacar Berk. Las vistas desde las nubes eran increíbles, Eira nunca podría olvidar la primera vez que voló junto a Reign, fue una sensación mágica y siempre lo era cuando volaba con ella. Reign rápidamente avisó a Eira de que no estaban solas, y la joven observó a una mujer enmascarada junto a un dragón más grande que Reign.
La persona indicó a su dragón desaparecer entre las nubes manteniendo a Eira alerta. Aquella mujer fue inteligente y se posicionó en el punto ciego de Eira, su lado derecho, y aprovechando el descuido el dragón capturó a Eira con sus garras provocando que Reign gruñera y persiguiera al dragón hacia donde la mujer quería.
Eira por su parte analizó la situación y pensó que el mejor momento para atacarla sería una vez estuviera en la seguridad del suelo, aunque viendo a Reign tras ella tal vez se animaría a hacer una locura.
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Más allá de lo desconocido (HTTYD)
FanfictionHipo y Eira, son dos jóvenes vikingos que comienzan sus clases para convertirse en guerreros al igual que su padre. Ambos inician su entrenamiento junto al resto de jóvenes de la aldea, pero ambos hermanos descubrirán que todo lo que les contaban so...