Capítulo 3

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Tal y como pensó Eira, al prototipo de Hipo le hacían falta algunas mejoras, por lo que comenzó a idear nuevos modelos que tal vez podrían servir. En el tiempo que probaban los nuevos modelos, Hipo y Eira comenzaban a aprender nuevas cosas sobre los dragones. Por ejemplo, no les gustaban las anguilas, la hierva les encantaba y les encantaba jugar con la luz que reflejaban con los escudos o armas de hierro. Hipo poco a poco se fue convirtiendo en el favorito de la aldea al ver el extraordinario trabajo que hacía con los dragones de los entrenamientos, algo que causó celos en Astrid y admiración en otras personas.

Eira sabía que era gracias a Desdentao que su hermano se estuviera volviendo famoso en la aldea, aunque una parte de ella tenía celos por la atención que recibía su hermano mientras que ella sólo era la hermana del gran Hipo. Sabía que si usaba todo lo que sabía al igual que su hermano, ella también sería reconocida, pero su ideal de no hacer daño a un dragón era más importante que la fama temporal que recibía su hermano.

Una noche tuvo que ayudarle, pues se quedó enganchado y tuvieron que ir a la herrería para soltarse. Desdentao tiró un cubo llamando la atención de Astrid, quién se acercó a ver qué ocurría y Eira salió en defensa de su hermano mientras charlaba con la chica e intentando que se marchara del lugar.

Unos días después Estoico regresó a la aldea siendo recibido por los aldeanos felicitándolo por Hipo, algo que lo dejó confundido pero tras hablar con Bocón no pudo evitar sentirse orgulloso. En la cabaña, Hipo se encontraba en su taller jugando con su lápiz después de hacer algunos dibujos de Desdentao mientras Eira practicaba con su espada, tras salirse de la academia estuvo practicando duramente con la espada hasta convertirse en alguien bastante profesional, casi llegaba al nivel de los vikingos más veteranos.

–Padre. –Eira sonrió al ver a su padre acercarse rápidamente a su cabaña. –Padre, he mejorado mucho con la espada, tal vez ya me puedas dejar ir a...

–Ahora no Eira. Tengo que hablar con Hipo. –Estoico la interrumpió y entró al interior de la casa sin mirarla.

–Claro... –Eira borró su sonrisa al mismo tiempo que guardaba su espada en la funda de su cintura, y caminaba lejos de la aldea hacia su lugar especial.

Siempre Hipo. Últimamente sólo era Hipo, da igual lo que ella hiciera, su hermano siempre estaba por encima de ella en todo, salvo en una cosa.

El día tan esperado llegó, tan sólo Astrid e Hipo fueron los elegidos para pelear contra el último dragón y quién ganara sería quién mataría al pesadilla monstruosa. Eira se apoyó contra la vaya de metal mientras veía como Astrid peleaba con agilidad y su hermano simplemente se escondía. Si Eira fuera sincera, Astrid sería la que tendría que matar al dragón, ella ha entrenado duro todos los días para llegar a ser quién era. Por otro lado, Hipo sólo había recibido ayuda de un dragón, sin Desdentao, Hipo no sería nadie.

–¡Tenemos ganador! –vitoreó Estoico emocionado. Eira sonrió y aplaudió al igual que el resto.

El día pasó con una gran celebración por la victoria de Hipo, de quién nadie esperaba nada. Eira decidió marcharse a la playa sin decirle nada a nadie, después de todo nadie la notaba y su padre estaba demasiado enfocado en el logro de su hermano para darse cuenta de los avances de Eira.

Astrid observó a Eira marcharse y decidió seguirla, durante el último mes la había estado observando y le intrigaba su comportamiento. Eira caminó hacia una playa alejada de la aldea, observó que no hubiera nadie a su alrededor antes de silbar y esperó pacientemente a su mejor amiga.

La arena comenzó a formar una montaña hasta revelar a un dragón de color arena bastante parecido a Desdentao salvo que en su cabeza tenía pequeños pinchos al igual que en sus alas y cola. Su cuerpo era de color arena anaranjado y sus patas eran negras. Sus ojos dorados observaron a Eira fijamente hasta que se lanzó contra ella para lamerle la cara, provocando que la joven riera divertida.

Más allá de lo desconocido (HTTYD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora