Eira se encontraba volando junto a Reign aquella noche. Su hermano había querido ir con Desdentao la noche antes a su gran día, con lo que no contaría sería con que Astrid le seguiría para descubrir el gran secreto de Hipo.
Eira por su parte disfrutaba de su soledad, al principio no le gustó pero conforme su padre iba prestando más atención a Hipo, más le gustó pasar tiempo a solas con Reign. Aquella noche era tranquila y Eira se sentía libre de hacer lo que quisiera, eso fue hasta que su dragona comenzó a volar hacia algún punto alejada de la isla junto a otros dragones salvajes que llevaban animales en sus garras.
La joven se tumbó contra Reign para pasar desapercibida pero aún así algunos dragones le gruñían. Eira observó como Reign entraba en un gran volcán, allí observó como todos los dragones tiraban los animales a un fondo lleno de humo.
–Que desperdicio de comida. –pensó Eira observando.
Vio como un gronckle tiró un pequeño pescado provocando que un gran rugido resonara por el lugar. Una gran cabeza de un dragón asomó devorando al pequeño y regordete gronckle provocando que el resto de dragones salieran ahuyentados del lugar. Eira salió por los pelos junto a Reign, una vez salieron de aquel lugar, Eira vio a Hipo junto a Astrid en Desdentao huyendo también.
–¿Pero qué?
Eira les siguió hasta dónde vivía temporalmente Desdentao y observó encima de Reign como Astrid le pedía a Hipo que le dijera a su padre que habían visto el nido de los dragones. Reign gruñó levemente haciendo que Eira saliera de sus pensamientos.
–Parece que Astrid descubrió el secreto de Hipo. ¿Crees que la habrá llevado de paseo? Tiene sentido, sino porqué estarían allí. –comentó Eira para sí misma. Reign asintió mientras soltaba un pequeño gruñido. –Pero mi paseo fue mejor.
Eira se marchó de nuevo para dejar a Reign en su sitio mientras Hipo se despedía de Astrid a mitad de camino para ir a su casa. Cuando Eira regresó a su casa, se encontró con Hipo pensando en cómo vencer al dragón, en aquel momento Eira rebuscó por la caja donde guardaba todo lo importante y le entregó a Hipo un pequeño frasco con un líquido verdoso en su interior.
–¡Qué asco! ¿Qué es esto? –preguntó Hipo después de olerlo.
–Es un jugo hecho con la planta False Mortis. Si se lo das al dragón le parará el corazón durante unos minutos antes de que vuelva a recobrar el conocimiento.
–Lo intentaré...Si tengo oportunidad. –susurró Hipo no muy confiado.
–Debes tenerla, después de todo eres el ganador.
–No estoy contento con haber ganado, ¿sabes?
–Lo sé. Tendría que haber ganado Astrid, ella se lo merece más que tú.
–O que tú. –dijo Hipo reprochándole a su hermana.
–Eso no hace falta que me lo digas. Todos sois mejores que yo.
–Eso no es lo que quería decir, Eira. Yo...
–Sé lo que quisiste decir, Hipo. –masculló Eira molesta.
Eira se tumbó en la cama dándole la espalda a su hermano, ella escuchó como él suspiró y sin decir nada también se acostó en la cama para descansar. Eira a veces sentía que nadie en Berk la entendía, nadie la felicitó por algo, siempre era su hermano pese a que ella siempre mejoraba más que él. Supuso que sería lo que tiene ser el primogénito, al menos por dos minutos.
El tan esperado día llegó, toda la aldea estaba emocionada por ver a Hipo acabar con la vida de aquel dragón. Eira se marchó a la herrería para afilar su fiel espada, después de tantos días entrenando su filo se había perdido y no quería ir con una espada sin filo. Astrid caminaba hacia la arena dónde se encontraría Hipo cuando vio a Eira afilar la espada con delicadeza. Ella se quedó mirándola atentamente, con cómo usaba sus manos ágilmente para sacar el mayor provecho de la espada, como sudaba al estar expuesta a tanto trabajo manual y en cómo secaba su sudor con un viejo paño mientras sonreía orgullosa al ver su espada lista para la acción.
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Más allá de lo desconocido (HTTYD)
FanfictionHipo y Eira, son dos jóvenes vikingos que comienzan sus clases para convertirse en guerreros al igual que su padre. Ambos inician su entrenamiento junto al resto de jóvenes de la aldea, pero ambos hermanos descubrirán que todo lo que les contaban so...