Capítulo 13

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Ashton estaba jugando con Jake frente a la chimenea de la habitación de Robin cuando se unieron el resto de sus hermanos, siendo Heath el último en llegar. Se veía particularmente agotado. Suponía que, con la muerte de su madre, se le hacía más palpable que, quizás un día pronto, él tendría que estar al frente del castillo Drummond.

Era una perspectiva aterradora. Y daba gracias a los dioses que, al menos en ese aspecto, ser el último de los Drummond era una bendición. La regencia de Savoir jamás caería en sus manos.

–¿Puede ser que recuerde bien y nuestro hermano menor esté pronto a cumplir los dieciséis años? –exclamó Heath, tratando de imprimir una nota alegre a su voz– ¿podremos tenerte este año aquí para festejarlo?

–No lo sé. De todos modos, no creo que estemos de ánimo para festejar... –Ashton se encogió de hombros– no recuerdo la última vez que estuvimos de un humor realmente bueno como para celebrar el cumpleaños de un Drummond. Al menos como antes, como lo hacía nuestra madre.

–Hmmm... has cambiado –Heath ladeó la cabeza– lo de nuestra madre, es muy triste, pero quiero creer que ahora está mejor, quizá se reencontró con Ada...

Las miradas de los hermanos, sin pretenderlo, se desviaron hacia Wes, que avanzaba lentamente hasta la chimenea. Se detuvo y giró, con una sonrisa leve.

–No deben tener cuidado por mí, lo saben, fue una tragedia. Pero no podemos vivir en el pasado –Weston soltó, pragmático, antes de sentarse junto a Jake y sonreír al pequeño– la vida necesita ser vivida hacia adelante.

–No es como si tuviéramos mucha opción... –Colin cruzó los brazos– aunque, por mucho, preferiría que no hubiera tanta... incertidumbre.

–La vida es incertidumbre, Colin. La única certeza es que terminará, de una u otra manera –Weston levantó a su sobrino en brazos para arrullarlo– este pequeño está cerca de dormirse.

–No dejes que te engañe –bufó Robin con diversión– le gusta ser cargado, es todo.

–Pues más vale que lo haga mientras tengo la fuerza suficiente para hacerlo –Wes clavó sus ojos claros en Ashton– ¿qué es lo que verdaderamente te molesta?

–No estoy... –empezó a protestar Ashton– nuestra madre está muerta ¿te parece poco?

–No. Pero eso no es algo para enfadarte. Sentirte triste, sin duda, ¿culpable? Quizá... pero ¿enfadado? –Weston giró hacia Robin– ¿te dijo algo más?

–Sigo aquí –interrumpió Ashton cualquier réplica de su hermano– y, bueno, si quieres saberlo...

Pero sus palabras se vieron interrumpidas por un golpe en la puerta. Un siervo les informó que lord Drummond requería la presencia de su hijo mayor, Heath, y de Colin. Los dos salieron.

–¿Ashton? –presionó Weston para que siguiera. A la vez, le hizo una seña a Robin para que se acercara– dormido –dijo, entregándole a su sobrino. Robin arqueó una ceja, impresionado– una lástima que esta sea una habilidad que nunca lograré poner en práctica en un hijo mío.

–Wes... –empezó Robin, meciendo al bebé en brazos. Wes sacudió la cabeza y él entendió la señal–. Ashton –dijo, en cambio– ¿qué sucede? ¿Se trata de Glenley?

–Sí... no... bueno, no exactamente –Ashton suspiró– quería ser un guerrero y me gusta entrenar en Glenley, solo que... no...

Al notar que no continuaba, los dos hermanos intercambiaron una mirada.

–Preferiría no haber llegado a Glenley como parte de un acuerdo matrimonial –terminó Ashton– es frustrante... preferiría poder probarme a mí mismo, sin necesidad de... nadie más.

Solo una promesa (Drummond #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora