Cuatro.

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Ese nuevo día, Nathalie había revisado a otros sospechosos en su exhaustiva búsqueda para dar con el traidor pero desafortunadamente ningún había sido un posible candidato

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Ese nuevo día, Nathalie había revisado a otros sospechosos en su exhaustiva búsqueda para dar con el traidor pero desafortunadamente ningún había sido un posible candidato.

La frustración comenzaba a instalarse en su mente, ¿Había omitido algo? ¿Algo que no está viendo? Revisaba y revisaba perfiles de hombres, pero ninguno encajaba; se sentía como si estuviera buscando a un hombre que no existía. 

Esa sensación de impotencia la desesperaba; nunca antes le había fallado al supremo y no pensaba hacerlo ahora, mucho menos en la misión más importante de la organización.

Aún tenía un par de sospechosos por revisar antes de que el día acabará y puede que tuviera más suerte que con los candidatos anteriores. Caminaba por las calles con sus tacones resonando en el pavimento. 

-¡Nathalie! –Alguien gritaba su nombre, llamando su atención. 

Nathalie buscó rápidamente a quien la buscaba y encontró a Gabriel al otro lado de la calle, junto a un auto, agitándo su mano para que lo viera; ahora que ella lo había visto, no podía fingir que no lo había hecho.

El hombre no le era desagradable pero esa banalidad suya no le atraía, Nathalie pensaba en simplemente devolver el saludo e irse pero antes de lo que pensó, Gabriel cruzó la calle para llegar hasta ella. 

-Es un gusto volver a vete Nathalie –Él expresa su agrado de verla. 

-Buen día Gabriel. –Aunque ella no podía decir lo mismo. 

En ese momento, una adolescente se acercó a ellos, dirigiéndose a Gabriel –Lo que pidió ya está listo señor Agreste –Anuncia la joven perezosamente. 

-Gracias Marinette, me has salvado. –Comenta aliviado. 

Marinette observó de reojo a Nathalie por un breve momento, y él aprovechó para presentarlas.

-Nathalie, ella es Marinette. Marinette, está es Nathalie. –Las presenta con una sonrisa.

La joven asintió levemente, mostrando poco interés, Nathalie athalie la miró con una mezcla de curiosidad y desdén, preguntándose qué relación tenía con el hombre y si podía ser útil para su investigación. 

—Un placer. 

—Igualmente. –Marinette contesta sin mucho entusiasmo. 

Después de la presentación, la joven, sin decirle una palabra más a Nathalie, volvió a dirigirse al hombre

—¿Puedo esperarlo en el auto?

—Sí, claro, en un momento voy. –Responde él. 

Marinette sin esperar otra instrucción, se adelantó, cruzó la calle y se metió al auto. Nathalie observó el intercambio con una ceja levantada. 

—Tienes muy agradables jóvenes a tu servicio. –Comenta de manera irónica 

—Marinette solo me ayuda en algunas labores. –Aclara. 

Como una polilla cazando en la oscuridad  ‖Gabenath‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora