Como una polilla cazando en la oscuridad ‖Gabenath‖

Ocho.

Nathalie llega de mala manera a su departamento con una sensación de frustración que la envolvía por completo; el día había sido una pérdida de tiempo, una distracción tras otra sin ningún progreso real. 

El té con Gabriel había sido un respiro inesperado, pero tan pronto como se terminó la realidad de su situación volvió a golpearla con fuerza, estaba perdiendo tiempo, y lo peor era que no tenía ni una sola pista sobre la identidad del héroe.

La lista de sospechosos se acortaba con cada día, y cada nuevo nombre que descartaba la acercaba más al abismo de un posible fracaso, ¿Qué iba a hacer cuando llegara al final de la lista y no tuviera nada que mostrar? No podía darle esos resultados al supremo. 

Ella nunca había fallado antes, y la idea de hacerlo la aterraba, había visto lo que sucedía con los incompetentes, y aunque sabía que ella no lo era, no podía evitar sentir una creciente inquietud.

Al entrar, deja las llaves sin prestarles atención, lanzándolas sobre cualquier superficie cercana, luego camina directamente a la cocina, encendiendo la luz con un gesto brusco, busca un vaso de cristal, lo llena con alcohol de manera descuidada, derramando algunas gotas en la mesa, pero no le importa.

La mujer empuja una silla hacia atrás y se deja caer en ella, una vez sentada llevó el vaso a sus labios y bebió, sintió el ardor del alcohol quemándole la garganta, pero ayudando a mitigar, aunque fuera por un momento, la presión en su pecho. Nathalie estaba estresada, molesta, y atrapada en una situación sin salida aparente.

Todo se sentía estéril, vacío, su mente seguía dando vueltas, intentando encontrar algún indicio, alguna pista que hubiera pasado por alto, pero no había nada. 

Había sido un día terrible, y lo peor era que no veía cómo cambiaría en el futuro cercano.

Nathalie continuaba bebiendo en la penumbra de su cocina, sumida en sus pensamientos, cuando de repente un ruido seco la saca de su ensimismamiento, sonaba como un golpe, algo pesado contra el cristal; ella se levanta de la silla y camina hacia la fuente del sonido.

Al llegar a la puerta de su pequeña terraza, ahí estaba Betterfly, como un insecto atrapado en un parabrisas, él la saludaba con una mano a través del cristal. 

La escena era tan absurda que la deja levemente sorprendida, después de la pequeña jugarreta que le hizo ayer, pensó que no lo vería tan pronto, ¿Le gusta que se burlen de él? O quizás no era tan listo como ella había supuesto.

Sin embargo, decide abrir la puerta corrediza sin decir nada al principio, simplemente lo mira a los ojos con una expresión de indiferencia. 

-Adelante. –Luego, sin más, ella se da media vuelta y camina de regreso a la cocina. 

Betterfly ingresa con cautela, como si estuviera pisando terreno desconocido, siguiéndola a una distancia prudente, Nathalie se sienta de nuevo en su silla frente al vaso de licor.