Apologies

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Desde el momento en que Enid me dio otra oportunidad, supe que tenía que demostrarle cada día que estaba dispuesta a cambiar. Me embarqué en una misión para ganarme su perdón y su confianza nuevamente, utilizando todas las herramientas a mi disposición, incluso aquellas que no solía usar.

Cada mañana, comenzaba mi día con una visita a la pastelería local, donde compraba los croissants favoritos de Enid. Sabía que le encantaban los dulces, y aunque yo no solía ser alguien que se deleitara en tales placeres, ver su sonrisa al recibirlos valía cualquier esfuerzo. No me detuve ahí; le compraba flores, peluches, y pequeñas notas con mensajes cariñosos, recordándole cuánto significaba para mí.

En las clases, me aseguraba de sentarme cerca de ella, intentando ser más sociable y abierta, aunque no fuera mi estilo habitual. Empecé a actuar de manera más graciosa, buscando formas de hacerla reír. Una tarde, me presenté en su dormitorio vestida con un disfraz ridículo que encontré en el club de teatro, imitando a uno de sus personajes de película favoritos. La sorpresa y la risa genuina en su rostro fueron el mejor premio que pude recibir.

Comencé a involucrarme en actividades que a Enid le encantaban, incluso si eran cosas que nunca había hecho antes

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Comencé a involucrarme en actividades que a Enid le encantaban, incluso si eran cosas que nunca había hecho antes. La acompañé a sus clases de yoga, torpemente tratando de imitar las poses mientras ella se reía a carcajadas. Fue un desafío para mí, pero verla feliz me daba la motivación para seguir intentándolo.

Organizaba pequeñas citas sorpresa, como picnics en nuestro lugar secreto en el bosque, donde traía su comida favorita y pasábamos horas hablando y riendo. Planeé noches de películas en las que elegía sus comedias románticas preferidas, incluso si eso significaba soportar tramas que normalmente consideraría cursis.

Una vez, preparé una búsqueda del tesoro por el campus, dejando pistas que la guiaban a través de lugares significativos para nosotras. Al final, la esperé con un pequeño regalo y una carta escrita a mano, en la que le confesaba mis sentimientos y le reiteraba mi compromiso de cambiar.

Todo esto no fue fácil para mí. Actuar de manera tan diferente a mi naturaleza y exponerme emocionalmente era un desafío constante, pero la recompensa de ver a Enid sonreír, reír y sentirse amada valía cada momento incómodo.

Con el tiempo, noté que Enid empezaba a relajarse y a confiar más en mí nuevamente. Sus sonrisas se volvieron más frecuentes, y los momentos de tensión entre nosotras comenzaron a disminuir. Cada pequeño gesto de aceptación por su parte me daba más fuerza para seguir adelante, para seguir demostrando que podía ser la persona que ella merecía.

Una tarde, mientras estábamos sentadas juntas bajo un árbol, Enid tomó mi mano y la apretó suavemente. —Wednesday,— dijo, mirándome con esos ojos brillantes que tanto amaba, —has hecho tanto para demostrarme que estás dispuesta a cambiar. Te agradezco por todo. te perdono. —

Sentí una oleada de alivio y felicidad. Sabía que aún había mucho trabajo por hacer, pero en ese momento, supe que estaba en el camino correcto. —Gracias, Enid, — respondí, mi voz llena de emoción. —Prometo seguir trabajando en mí misma, por nosotras. —dije sonriendo.

Nota del Autor:

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