13. Jaemin

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Le compraron un montón de ropa y sus propias sábanas para el dormitorio. Demonios, Doyoung se ofreció a ayudar a pintar el dormitorio, como
si no hubiera duda de que él se quedaría para siempre. Tal vez ese había sido el objetivo de Doyoung con la idea de pintar, cimentar su intención de quedarse. ¿Cómo podría dejar su marca en su casa y luego irse? Lo había rechazado, no porque aún planeara irse, sino porque la computadora llamó a la habitación, la habitación verde, y las paredes eran de un color salvia pálido, por lo que encajaba. No podía pensar en un mejor tono de verde para las paredes, y mucho menos uno que combinara con el resto de la decoración, así que pensó que era mejor dejarlo.

No tenía nada que ver con el hecho de que estuviera considerando cómo meterse en la habitación de Jeno. Preferiblemente pronto.
El hecho de que Doyoung pareciera decidido a ayudar en ese objetivo no dolía. Durante las semanas siguientes, se aseguró de que se sentaran juntos en las comidas, y cada vez que hacían planes, sugería que Jaemin acompañara a Jeno. Jaemin no estaba seguro de para cuál de ellos estaba jugando de compañero, pero, de cualquier manera, estaba agradecido.

Esa mañana en particular, Jeno y Jaemin estaban recogiendo madera y varias cosas que no reconocía en una ferretería. Jeno parecía saber lo que estaba haciendo, así que no le cuestionó, solo agarraba los elementos que Jeno le señalaba. Cuando llegó el momento de recoger la madera, Jeno apretó la mandíbula y se quedó mirando la gran selección por un momento antes de apartar la mirada. Antes de que Jaemin tuviera la oportunidad de preguntarle qué estaba mal, murmuró:

- Probablemente necesitemos a alguien que ayude a mover todo - le entregó a Jaemin una lista que parecía un galimatías, todas mencionaban dos por cuatro y dos por seis, y otras disposiciones de números, con medidas de
longitud al final.

Por mucho que quisiera ser útil, no podía entenderlo, así que le dio a Jeno una brillante sonrisa y se fue en busca de un empleado para que les ayudara. El hombre hizo una pequeña charla, a lo que Jeno no respondió, por lo que Jaemin hizo lo mejor que pudo.

- No estoy seguro de lo que estamos haciendo. Probablemente un mostrador lateral nuevo, ya que Jeno hizo que los muchachos arrancaran el
viejo. Algo sobre daños por agua.

Jeno frunció el ceño, pero finalmente habló - Lo pusieron detrás de una unidad de refrigeración defectuosa. La constante condensación hizo que la madera se hinchara y se partiera.

- Aw, eso apesta hombre. ¡Suerte con ello! - el alegre empleado pareció complacido con la respuesta, revisó lo que querían y se despidió de ellos.

- ¿Es aquí donde mantengo la boca cerrada acerca de que estás enojado? - Jaemin preguntó, y por la mirada de Jeno que se abrió paso, supuso que la respuesta era sí. Aun así, siguió adelante - Sé que apesta, pero a veces está bien pedir ayuda.

- Puedo hacerlo yo solo.

Jaemin le lanzó su mejor mirada de incredulidad - ¿De verdad? Entonces, antes de que te lastimaran, ¿podrías haber hecho todo esto sin la ayuda de nadie?

Habían llegado a la camioneta y se dio cuenta de su error. Debería haberle pedido al empleado que ayudara a cargar la madera en la camioneta. Era un poco pesado para él, y Jeno algunas veces parecía tener problemas para agarrar cosas. No hablaban de eso, y parecía molestarle mucho más que su pierna. Mientras tanto, Jeno parecía no haber notado el problema. Agarró las primeras piezas de madera y las levantó con facilidad. Jaemin no se derritió. No era un hombre débil. Pero dioses, con ese tipo de fuerza, Jeno podría
inmovilizarlo contra una pared y...

- ¿Estás escuchando? - preguntó Jeno, pero parecía más divertido que enojado.

- Por supuesto que estoy escuchando. ¿Qué te haría pensar que no lo hago? - trató de hacer un tono ofendido, y falló por un kilómetro, saliendo
chirriante y lamentable.

- ¿De verdad quieres saber?

- No.

Jeno se rio y colocó una de las más grandes... ¿vigas? ¿Bloques? Lo que sea, pedazos de madera, en la plataforma de la camioneta. Jaemin ayudo y no quiso preguntar sobre su mano. Sin embargo, se equivocó al ser tan precavido, ya que acababa de sacar al hombre de su estado de enfado. Los hijos de Im estaban más que felices de bajar el precio para cubrir la nueva cocina. Después de esperar seis meses sin ofertas, querían deshacerse de la tienda.

El papeleo había sido rápido, y dado que la manada había comprado el lugar sin ayuda del banco, un pensamiento que hizo que Jaemin se ahogara con su bebida cuando escuchó a Johnny hablar con el agente inmobiliario, el cierre había sido rápido. Conseguir el seguro había sido la parte más difícil, ya que habían requerido una inspección a fondo del edificio. Aun así, el resultado fue que menos de dos semanas después de que Jaemin cruzara por primera vez esas distintivas puertas rojas, la manada de Yangju eran los orgullosos propietarios de una futura cafetería.

Todavía tenían mucho trabajo por hacer, pero Jaemin pensó que ya era perfecto. Claro, el día anterior habían arrancado el mostrador lateral y los implementos de la panadería, pero Jeno iba a construir uno nuevo. O tal vez Jeno y él. Jeno, Doyoung y él. Jaemin distinguía un martillo de una llave inglesa, pero eso era casi el límite de sus habilidades manuales. Una vez había rellenado el líquido limpiaparabrisas del auto de su padre, ¿eso contaba? Por una vez, el recuerdo de su padre no era un cuchillo en sus entrañas. Todavía lo extrañaba. Siempre lo haría. Pero pensó que a su papá le hubiera gustado la manada de Yangju. Se habría alegrado de que los encontrara.

- Estás a la deriva otra vez - señaló Jeno, esta vez con su voz suave y dulce. Esa que usaba cuando pensaba que Jaeminestaba siendo lindo, o algo así.

Alguien que estaba cerca arrojó una caja en la parte trasera de su vehículo, produciendo un sonido ensordecedor, y la mano de Jeno hizo lo que hacía a veces, enviando las últimas piezas de madera directo al suelo. Se quedó allí, abriendo y cerrando la mano, las pupilas dilatadas y el ritmo
cardíaco acelerado tan fuerte y rápido que Jaemin se sorprendió de que los humanos a su alrededor no lo escucharan. Si hubiera sido casi cualquier alfa excepto su padre, tal vez aun incluyendo a Johnny, Jaemin se habría encogido de hombros y dejado que el hombre se recompusiera. Pero este era Jeno. El olor agrio de la adrenalina se filtraba por sus poros, y él... él lo
necesitaba.

Con decisión, Jaemin pasó por encima de la madera caída y se inclinó para envolver sus brazos alrededor del cuello de Jeno. Deslizó los dedos hacia arriba a través de ese espeso cabello negro y presionó ligeramente la cabeza de Jeno hacia abajo, hacia su propio hombro. No presionó con fuerza, no quería que el alfa se sintiera atrapado o forzado a hacer nada, pero fue suficiente presión para obtener lo que quería, si Jeno lo permitía. Jeno lo hizo, respirando profundamente una tras otra con la nariz pegada al cuello de Jaemin. Normalmente, estaría pensando en sexo. Pero justo ahora, Jeno necesitaba que él fuera el concentrado. Está bien, mayormente concentrado. Respiró lenta y profundamente, sosteniendo a Jeno contra él hasta que su respiración y los latidos de su corazón se equilibraron, ralentizándose para igualar los suyos.

-Lo siento - murmuró finalmente Jeno y Jaemin solo lo escuchó porque sintió esos suaves labios moviéndose contra su cuello.

Quería reírse o descartarlo como algo sin importancia, pero estaba bastante seguro de que eso estaría mal. Así que, presionó su propio rostro contra el de Jeno y le susurró: - No lo hagas.

Interlude; Oasis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora