23. Jaemin

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La máquina de espresso estaba perfectamente envuelta en un exterior gruñón de acero inoxidable, como Jeno. No quería funcionar exactamente como decía el manual que debía hacerlo, pero el manual también decía que se
permitiera que la máquina tuviera “una personalidad”, su personalidad era como la del hijo amoroso de Jeno con un sommelier de café italiano. Empezó a llamar Nono a la máquina de espresso, era suya, y nadie lo cuestionó. Demonios, Jeno la había llamado “tu máquina de café”, como si fuera su hijo y estaba tratando de distanciarse de la responsabilidad por su comportamiento. Lo cual era justo. Cualquiera que intentara usarla terminaba con al menos una quemadura por día, la varilla de vapor parecía estar bien con leche regular y de almendras, pero no le gustaba la soya, y ocasionalmente cuando Doyoung intentaba hacer espresso, de alguna manera terminaba con un asqueroso lodo que podría haber pasado por aceite de motor.

— Lo siento — dijo por quinta vez, con un gemido ligeramente canino en su tono — No sé qué hago diferente — señaló el desastre fangoso que había
dejado en todo el porta-filtro.

— Está bien, Doyo — le aseguró Jaemin. Sin embargo, no bebió la cosa. No quería ni tocarlo — Eres el chico de la cocina, ¿recuerdas? No el chico del café.

—Pero cuando abramos, todos deberíamos saber cómo hacer todas las cosas, ¿no? — preguntó Doyoung.

Miró hacia donde Jeno y Johnny estaban poniendo la base de madera en la caja de la panadería. Había terminado siendo como un proyecto comunitario, todos en la manada poniendo algo de trabajo en ello, y ya estaba casi terminada. Jeno tenía razón; era mejor que la de los catálogos, y combinaba maravillosamente con su decoración.

Jaemin le sonrió a Doyoung, golpeándolo con el hombro — Estaré aquí para prepararlo. No tienes que preocuparte por eso. Y Johnny puede llevar la caja registradora como un buen pequeño alfa, y Jeno está a cargo de los platos.

Jeno resopló y los miró — Manos resbaladizas. Tienes platos rompibles. No los tocaré.

— No podíamos comprar platos de plástico para un restaurante, Jeno — Johnny no levantó la vista de su trabajo cuando habló, tan familiarizado con el argumento que probablemente podría haberlo hecho mientras dormía.

La mano de Jeno tembló y dejó caer el pincel sobre el paño que habían extendido para proteger el suelo. Apretó la mandíbula y Jaemin reconoció de inmediato la mirada en sus ojos. Autodesprecio inminente.

— Bien — intervino en voz alta, fingiendo que estaba enojado. Todos voltearon a mirarlo sorprendidos — Si van a ser difíciles, Johnny puede ser el ayudante de camarero.

Luego se dio cuenta de que acababa de decirle a su manada alfa que se suponía que debía limpiar lo que ensuciaba la gente. Tragó saliva, y la mitad
de él esperaba que hubiera ido demasiado lejos. Esto era lo que haría gruñir a Johnny y decirle que mostrara un maldito respeto. En cambio, el alfa estalló en carcajadas, su propio pincel cayó sobre la lona y salpicó sus elegantes tenis con barniz.

— Tú, um, ¿estás bien ahí, Johnny? —preguntó Doyoung, aun sosteniendo el asqueroso porta filtros y luciendo tan confundido, como se sentía Jaemin.

Johnny sonrió y se secó los ojos con el dorso de la muñeca — Sí, yo... Cuando dije que estaba pensando en alistarme en el ejército, mi padre me dijo que era para los pobres.

Jaemin extendió la mano y agarró el porta filtro de Doyoung, para que no hicieran la trifecta de cosas desordenadas que se caían, y volvió a mirar a Johnny.

— Suena como un imbécil.

— Hay una razón por la que no he estado en casa en una década — Johnny se inclinó para recoger su pincel, mirándolo como si estuviera teniendo
una conversación con él y no con su mochila.

— Firmaste en la línea de puntos al día siguiente — comentó Jeno. Su mandíbula se había aflojado y parecía un poco divertido en lugar de enojado.

Punto para él. Jaemin lamentaba haber hecho que Johnny se sintiera incómodo, pero el hecho de que Jeno se sintiera inútil era mucho más importante que la leve incomodidad de cualquiera. Johnny le dedicó una sonrisita amarga.

— Qué bien me conoces. Mejor que mi padre, obviamente — miró a Doyoung, Jaemin y agitó la mano en el aire, como si descartara la historia incluso cuando siguió para terminarla — Estaba pensando que él podría tener un infarto si me veía limpiando mesas y lavando platos. Lo que quiere decir que seguro, lo haré. Pero el hecho es que necesitamos contratar empleados, porque los cuatro no podemos administrar una cafetería por nuestra cuenta.

Doyoung parecía asombrado por la idea de contratar gente, pero Jeno asintió pensativo — Jaemin debería hacerlo.

— ¿Yo? — Jaemin estaba estupefacto — ¿Por qué yo?

— Suena bien para mí — estuvo de acuerdo Johnny — Jaemin es ricitos de oro. Doyoung es demasiado agradable, tú eres demasiado malo.

Lejos de ofenderse por la evaluación, Jeno asintió y miró a Jaemin — Felicitaciones, obtienes otro trabajo de mierda como castigo por ser amable.

— Pero no demasiado amable — agregó Doyoung. Le dio a Jaemin una mirada de disculpa — Lo siento.

De alguna manera, no le molestó en absoluto. Claro, era otro trabajo para él, además de tratar de enseñarle a Doyoung cómo hacer café y probablemente enseñar a los futuros empleados a hacer café, pero era solo una señal más de que pertenecía. Sonrió, un poco maníaco, a Johnny.

— ¿Deberíamos poner un cartel de contratación ahora.

— ¿Ya? — la voz de Doyoung fue alta y chillona — Puedo hornear como una cosa. ¿Cómo vamos a abastecer esa caja?

Johnny se estremeció y se mordió el labio. Jaemin lo sintió por él, teniendo que señalar diplomáticamente cuánto tiempo le tomaría a Doyoung aprender a hornear.

— Pensé que contrataríamos a alguien, al menos para empezar.

— Siempre íbamos a contratar a un panadero —Jeno agarró su pincel del suelo, lo mojó en el barniz y volvió al trabajo. Fue algo inteligente, hacer que las palabras parecieran más informales y menos personales —  Incluso si te conviertes en un experto, es demasiado trabajo para un solo hombre. Así que contratamos a alguien inteligente que sepa lo que está haciendo, y tú puedes ser su asistente hasta que sepas lo que estás haciendo.

Doyoung parecía como si hubiera sido golpeado por un rayo, pero en el buen sentido. Después de un momento de quietud, sonrió — ¡Eso suena asombroso!

Johnny sonrió brillantemente mientras comenzaba a trabajar de nuevo — Excelente. Publicaremos algunos anuncios buscando baristas y un panadero.

Jaemin esperaba por su bien que Doyoung fuera mejor horneando que haciendo espresso. Él no podría empeorar más.

Interlude; Oasis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora