Starr Park Academia [BS]

Capítulo 25

Capítulo 25 — El baile termina (por un atentado)

Bull pensó durante unos segundos cuáles serían sus últimas palabras.

—Si tanto quieres matarme, hazlo. Creo que yo también hice daño a mucha gente, y estas son las consecuencias. Solo pido que sea solamente a mí, y no a nadie más —expresó Bull.

—Te has convertido en un p*** imbécil... Das pena, idiota. Me avergüenzo de ser tu estúpido padre, ojalá que nunca hubieras nacido. Todos seríamos más felices sin ti —espetó con crueldad—. ¡Muérete, engendro del demonio!

Jeff presionó el gatillo, y la pistola disparó.

...

★★★

—¿¡Otro disparo!? ¿¡Qué mier** está pasando ahí fuera!?—exclamó Chester—. ¿¡Acaso Edgar no estaba bromeando cuando dijo que era mejor que todos murieran porque el mundo es una mier**!?

Mandy estaba en shock. No podía asimilar tantas cosas a la vez, por lo que solamente dejó que los recuerdos que tanto odiaba se apoderaran de ella.

Después de todo, esos eran su pasado y sus recuerdos; fueran buenos, o como es en este caso, malos.

★ Flashback ★

...

—Te amo, Mandy. Te amo desde la primera vez que te vi —confesó aquel Chester de primero de secundaria.

La chica no podía asimilarlo. Todas las bromas pesadas, las veces que la hizo sentir horrible, lo bajo que dejó su autoestima y todos los amigos que había perdido gracias a él... ¿Todo había sido para llamar su atención?

No, no, no, no... No podía creerlo.
Si no lo hubiera tomado tan de sorpresa, le hubiera mandado a la mier**.
Pero ahí estaba, inmóvil; mirando a la nada mientras intentaba procesar lo que ocurría.

Chester se acercó a ella y puso sus manos sobre los hombros de Mandy.

—¿No vas a decir nada? —insistió—. Yo te amo, te amo muchísimo.

Tal vez fue por la cercanía entre sus rostros, el momento confuso o por cualquier otro motivo, pero ambos se sintieron raros.

Y quizá fue por eso que acercaron más sus labios, sin saber muy bien que hacían.

Mandy creía en las segundas oportunidades. ¿Por qué no le daría una de esas a Chester?

«No lo hagas», decía la voz interna de su cabeza, pero ella ya no podía escucharla.

El pelirrojo estaba impactado; ella no podía ni creer lo que estaba ocurriendo: se estaban besando.

Las manos de Chester se deslizaron a la espalda de Mandy, y las de ella se movieron a la parte trasera del cuello del chico.

Cuando se separaron, se miraron unos segundos a los ojos, intentando asimilar lo que ocurría.

Sin decir ni una palabra más, se abrazaron.
Un abrazo que pareció eterno, una sensación que disfrutaban y que deseaban que durara para siempre.

Cuando se separaron del cálido abrazo, tomaron sus manos y retomaron el camino, hasta llegar al punto que tenían que separarse.