X

38 3 0
                                    

Desperté agotada del día anterior, el viaje y las emociones se habían acumulado aunque habíamos dormido aproximadamente nueve horas tenía ganas de seguir acostada, lo cómoda que estaba entre los brazos de Pablo tampoco ayudaba a animarme a que nos separáramos. Pero el deber llamaba, o bueno, el suyo porque su práctica empezaba a las 10:30 am, así que nos despertamos a las 8:30 para que él tuviera tiempo de prepararse, por mi parte, planeaba quedarme en casa así que no tenía prisa por arreglarme.

Mientras él se dirigía al baño yo me arrastré a la cocina para preparar su desayuno conforme a su dieta, sabía que necesitaba algo equilibrado y nutritivo así que simplemente seguí las instrucciones, me parecía ilógico que la gente dijera que no sabía cocinar, solo era seguir las instrucciones de la receta, cuando terminé me sentí contenta del resultado consideraba terapéutico el cocinar pero había algo especialmente reconfortante cuando se hacía para alguien más.

Escuché el sonido del agua de la ducha mientras cortaba fruta para el batido, para mi empecé a preparar café cuyo olor pronto impregno en la cocina, así recién hecho llenaba el aire creando una atmósfera acogedora en la cocina. La parte más difícil de haber cocinado fue haber encontrado la vajilla, pero en una vuelta rápida de haber abierto todo ya tenía servido el desayuno.

Al poco tiempo Pablo apareció todavía con el cabello mojado, se veía demasiado bien así con ese estilo relajado, normalmente iba bien peinado pero me gustó verlo así, llevaba ya la equipación de entrenamiento haciendo que su cuerpo atlético y definido resaltara, el rojo hacía que sus cejas oscuras y bien pobladas destacaran, cuando notó que lo estaba viendo tan fijamente me sonrió provocando en mi un sonrojo.

—Buenos días —dijo acercándose a la barra donde ya estaba listo su desayuno, me dio un beso corto pero tierno

—Buenos días —respondí separándome y devolviéndole la sonrisa—. Tu desayuno está listo.

Se sentó en uno de los taburetes.- Gracias, se ve delicioso.- me senté a su lado con una taza de café.

—¿Tú no vas a desayunar? —preguntó antes de dar el primer bocado.

—Ya estoy desayunando.- levanté mi taza de café

—¿No acompañas esa taza de café con algo sólido? —se burló

—Es muy temprano, mi estomago tiene horario de apertura como a las 9 para alimentos sólidos —expliqué.- Antes de eso mi sistema se rehusa a que algo sepa agradable

—Interesante, sabía de cosas que sientan mal en la noche no en la mañana—siguió comiendo

—¿Listo para la práctica de hoy? —pregunté, sabiendo que siempre le gustaba hablar sobre su día antes de salir.

—Sí. Hoy tenemos un nuevo ejercicio de táctica que el entrenador quiere probar —respondió entre bocados.

Asentí escuchándolo con atención mientras él comía, me gustaba este momento tranquilo de la mañana solo nosotros dos antes de que el ajetreo del día comenzara realmente. Sabía lo importante que era su carrera, y me encantaba poder estar ahí disfrutando de sus cotidianidades. Terminó de desayunar rápidamente y se levantó para recoger sus cosas, se puso la mochila al hombro y me dio un beso antes de dirigirse a la puerta.

—De nuevo gracias ya va a llegar mi Uber, tú quédate tranquila hasta que tu estómago abra.- se burló.- Te veo más tarde, ¿vale? —asentí porque teníamos planeado hacer turismo después de su entrenamiento

—Perfecto, yo paso por ti al rato—me acerqué para besarlo

Lo acompañé a la puerta y cerré detrás de él, el apartamento se quedó en silencio así que puse música para sentir un poco más de ambiente ya que quedarme sola con mis propios pensamientos a veces no era lo mejor. Avisé en el grupo de la familia que todo iba de maravilla que no se preocuparan y que tan pronto como estuviera en Alicante haríamos una llamada para ponerlos al tanto, a Isa sí le conté más detalles especialmente lo de Lucía, algo que sin duda la hizo enfurecer quedamos en platicar más a profundidad cuando volviera.

Sin Señal - Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora