XXII

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Lunes por la mañana, y el sonido insistente de la alarma me sacó de un sueño profundo. Extendí la mano para apagarla, sabiendo que un nuevo día me esperaba. Me tomé un momento para despertar por completo, sintiendo cómo la energía comenzaba a fluir lentamente por mi cuerpo.

Después de darme una ducha rápida, me paré frente al espejo. Decidí que hoy sería un buen día para usar una de las equipaciones del Girona que Pablo me había regalado en nuestra última visita a su ciudad. Escogí la camiseta roja de entrenamiento y la combiné con una falda de tenis blanca. Me miré en el espejo, y una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios. Estaba segura de que Pablo apreciaría el gesto, así que decidí mandarle una foto a lo que él respondió

"Necesitas repetir ese outfit cuando estés aquí conmigo, ya sabes, para apreciarlo mejor"

Me reí y con todo listo, me dirigí a la universidad. Sabía que iba a ser un día largo, pero estaba preparada. Llegué a clase unos minutos antes y ocupé mi lugar habitual. Como siempre, me concentré en las lecciones, tomando notas detalladas y participando activamente. Disfrutaba profundizar en todos los temas. Me absorbía tanto en la investigación que era fácil olvidar todo lo demás. 

La profesora lanzó una pregunta al aire, y mi mano se levantó casi automáticamente. Con cada palabra, me sentía más segura de lo que estaba diciendo, dejando que mi conocimiento fluyera con naturalidad. Me gustaba esa sensación de control y competitividad que había creado conmigo misma.

Después de la clase, el calor empezó a hacerse notar. Me quité la chamarra que llevaba puesta y la guardé en mi mochila. La camiseta del Girona se sentía ligera y cómoda mientras caminaba hacia la biblioteca. Estaba a punto de sumergirme en otra sesión de estudio, al doblar una esquina me encontré con Lucas.

Nos cruzamos sin mucha ceremonia, y aunque ambos sabíamos lo que había ocurrido el viernes, ninguno lo mencionó. Nos dirigimos a la biblioteca y me sorprendió lo fácil que fue conversar con él sobre las clases, sin ninguna tensión evidente. La charla fue fluida, llena de comentarios sobre los temas que estábamos viendo.

Me preguntó cómo iba mi artículo, y le conté con entusiasmo sobre su casi publicación, se interesó genuinamente, y la conversación tomó un tono más profundo mientras discutíamos sobre la importancia de mantener la memoria histórica y la lucha por la verdad en estos casos.

Aunque Lucas y yo no habíamos tocado ningún tema personal, sentí que había algo distinto en nuestra interacción. No era solo la conversación sobre derecho, sino la forma en que conectamos a un nivel más intelectual. Fue una charla tan natural, que por un momento olvidé todo lo demás y simplemente disfruté del intercambio de ideas.

Cuando menos me di cuenta ya era hora de comer, y mis estómago lo sabía. Decidí que era momento de irme, así que empecé a recoger mis cosas de la mesa de la biblioteca. Cuando me levanté, Lucas notó mi camiseta. Lo vi mirarla con curiosidad, hasta que finalmente me preguntó:

—¿Eres fan del Girona?

No pude evitar soltar una pequeña risa.

—Algo así —respondí con una sonrisa, dándome la vuelta para que pudiera ver el dorsal. Sabía que la sorpresa estaba por venir—. Pablo Torre es mi novio, así que es por él.

Al escuchar eso, Lucas se quedó totalmente enmudecido. Vi cómo su rostro pasaba de la sorpresa a algo que no pude descifrar del todo. Parecía que estaba intentando procesar lo que acababa de decirle.

—Oye, hablando de eso —continué para romper el silencio— hoy jugará por la noche. Invité a nuestros amigos a verlo en mi casa. Si quieres, también te extiendo la invitación.

Sin Señal - Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora