XXVIII

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Habían pasado varios días desde la publicación de mi artículo y de la noticia sobre mi relación con Pablo. Lo que en su momento había sido un torbellino de miradas, susurros y mensajes, ahora se había calmado considerablemente. La gente en la universidad seguía con sus vidas, y aunque el interés en mi relación no había desaparecido del todo, ya no sentía la curiosidad rondándome.

Esa tranquilidad fue un alivio. No había hablado con nadie más que con Lucas sobre la inseguridad que había sentido en la playa, cuando los comentarios en redes sociales me habían hecho dudar de mí misma. Pero, en lugar de dejar que esos pensamientos me dominaran, me distraje enfocándome en cosas que me hacían feliz. Marta, la hermana de Pablo se había convertido en una de esas distracciones. Era una persona tan divertida y relajada que nuestras conversaciones siempre terminaban en risas. Me daba la impresión de que ella, sin darse cuenta, me estaba ayudando a ver las cosas desde una perspectiva más ligera.

Las llamadas con Pablo también se hicieron más constantes. A pesar de la distancia y de los problemas para ir a Girona, esta vez todo parecía más llevadero porque sabíamos que pronto nos veríamos. Con las fechas FIFA a la vuelta de la esquina, Pablo tendría más tiempo libre. Así que acordamos que después del partido contra el Cádiz vendría a verme a Alicante. Era la primera vez que él vendría a mi ciudad, a mi espacio, y la emoción que sentía era indescriptible.

Aparte de eso, la vida en la universidad seguía su curso. Los exámenes se acercaban y, como siempre, el estrés empezaba a sentirse en el ambiente estaba dedicando más tiempo a mis estudios, haciendo esquemas y resúmenes para poder memorizar más rápido. Sin embargo, no podía dejar de pensar en la visita de Pablo. Cuando les conté a mis amigos que él vendría, Isa fue la que más se emocionó.

Acordé con Isa que ella sería la primera en conocerlo, era mi mejor amiga y tenía esa privilegio. Aunque la idea era presentarle a todos mis amigos ella sería la primera, los demás lo conocerían después.

12 de octubre:

El día finalmente llegó, había estado contando las horas desde que me levanté por la mañana. Pablo llegaría a Alicante alrededor de las 8 pm después de sus entrenamientos, tenían ciertos días libres por el parón pero aprovecharía del 7 al 12 para entrenar y regresaría el 17 por la tarde a Girona.

La idea de que desde nos conocimos no hubiera estado en mi casa me hacía pensar si le gustaría mi estilo, lo que me mantenía en un estado de constante anticipación.

Para cuando llegó la noche me encontraba en una mezcla de nervios y emoción. Decidí que iría sola al aeropuerto quería que nuestro reencuentro fuera un momento íntimo, solo para nosotros. Me arreglé con algo cómodo porque por la hora técnicamente para mi rutina ya había terminado el día.

Camino al aeropuerto en un impulso decidí pasar por una floristería, compré un ramo de flores frescas, algo sencillo pero bonito. No estaba segura de por qué lo hacía, pero algo en mí sentía que era un gesto que quería tener con él. Después de todo, él siempre me sorprendía con pequeños detalles y quería hacer algo especial para él también.

El viaje al aeropuerto fue tranquilo, las calles de Alicante estaban más vacías a esa hora, mientras conducía mi mente divagaba entre recuerdos de nuestras últimas conversaciones y la expectativa de lo que sería tenerlo aquí. Sabía que Pablo estaba tan emocionado como yo, y eso hacía que todo pareciera más real.

Cuando llegué al aeropuerto, busqué un lugar donde esperar su llegada. Mis nervios empezaban a aumentar a medida que el reloj avanzaba. Finalmente vi a varios pasajeros salir por las puertas de la terminal, mi corazón latía más rápido con cada persona que veía salir, hasta que finalmente lo vi a él.

Sin Señal - Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora