XVI

19 4 0
                                    

Lunes 28 de agosto:

El lunes estaba ya terminando, como todos los días el sonido implacable de la alarma me sacó del profundo sueño, hoy más que otros días me sentía agobiada, mientras me envolvía en la manta que tenía sobre las piernas mi teléfono vibró, era Pablo como siempre puntual en su llamada diaria; después de ponernos al día comenzamos con lo importante.

—Ya te dije que no es un problema.-dijo Pablo visiblemente frustrado.

—Claro que lo es, y entiendo por qué, pero esta vez prometo que iré, no importa qué pase.- insistí tratando de mantener mi voz firme.

—Tendré que creerte.- contestó suspirando.

—Las relaciones son un acto de fe Pablo.- le guiñé un ojo tratando de aligerar el ambiente.

—¿Entonces de eso se trata? ¿De ser más creyente?.- se rió finalmente liberando la tensión que había estado a punto de reventar entre nosotros.

—Puedo mandarte mi boleto de avión como prueba de que los milagros existen.-bromeé, enviándole una foto del itinerario.

—Yo sé que los milagros existen. ¿Crees que yo denominaría nuestro encuentro en Bellver como casualidad?.- alzó una ceja provocando que una sonrisa nerviosa se formara en mis labios.

—¿Nuestra relación es un milagro?.-pregunté sin poder evitar reírme.

—No, tú existencia es el milagro.- suspiró y sentí un nudo formarse en mi garganta.

—Pablo me haces sentir mal. No merezco que me digas eso.-me envolví más en la manta buscando consuelo en su suavidad.

—Hey ya prometiste que vendrías, ya está compensando.-me mandó un beso a través de la pantalla, y sentí que el peso en mi pecho se aligeraba un poco.

Nos despedimos con mucho amor, sin embargo, con el subidón de ánimo que tenía aproveché para dirigirme al gimnasio del edificio necesitaba descargar todo el estrés acumulado y no había mejor manera de hacerlo que perdiéndome en el ritmo de mi propia respiración mientras corría en la cinta.

---

Martes 29 de agosto:

El martes se había convertido en mi día favorito, tenía clases que realmente disfrutaba y lo mejor de todo es que eran menos horas lo que significaba más tiempo para descansar antes de la llamada nocturna con Pablo. Algunas veces me encontraba tan agotada que me quedaba dormida mientras él hablaba pero él fingía que no le importaba o en realidad, sabía que no le molestaba porque después de todo a él también le pasaba al llegar agotado después de sus dobles sesiones de entrenamiento.

Esa tarde después de clase fui con Ramón a una cafetería para estudiar, después de un rato empezamos a hablar de lo emocionada que estaba por ver a Pablo el fin de semana, en cuanto Diana llegó yo me despedí de ambos para partir a mi departamento, hace unos días empezamos a acudir a esa cafetería porque era el punto de medio para que Ramón pudiera llevar a Diana a su casa lo cual se me hacía un detalle lindo de su parte.

---

Miércoles 30 de agosto:

Los miércoles habían adquirido una especie de pesadez que no sabía cómo manejar, teníamos una clase donde nos sentábamos en círculo lo que en general no me causaría problema alguno si no fuera porque justo frente a mí se sentaba Lucas, era incómodo no tenía otras palabras para describirlo, a pesar de no hablarme y evitar mi mirada, cuando yo estaba distraída él me observaba. Era una sensación extraña, casi invasiva pero decidí que no le daría importancia mi actitud era ignorar su presencia, eso se había convertido en mi superpoder.

Sin Señal - Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora