XIII

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La primera semana de clases fue una montaña rusa, empecé con toda la energía eligiendo cada día cuidadosamente mis atuendos como si fuese un desfile de moda. Adoraba el toque femenino que había adoptado, un detalle que siempre me ha dado confianza como si la ropa fuera mi armadura para enfrentar el día. Pero a medida que la semana avanzaba la realidad del cansancio empezó a pegarme, las largas horas en clase, las noches repasando apuntes y la presión de querer estar en todo... mi cuerpo lo sintió. No puedo negar que el gimnasio fue un respiro era el único momento del día en el que podía desconectar, sudar las tensiones y reencontrarme conmigo misma.

Ya estábamos en las pláticas con la revista jurídica para editar el artículo que había hecho con dos de mis profesoras, y la idea de verlo publicado me mantenía motivada aunque era otra cosa en mi ya larga lista de pendientes. También logré reunirme con el colectivo mexicano porque llevábamos días intentando cuadrar nuestras agendas porque parecía misión imposible. Pero lo logramos la reunión fue productiva, llena de ideas y claramente comprometí a mi padre económicamente con el asunto.

Llegó el viernes, y con ello las nulas fuerzas para preocuparme demasiado por lo que me iba a poner, sin embargo, no me dejé llevar del todo por la pereza seguía eligiendo algo que me hiciera sentir bien, opté por algo más cómodo pero con ese toque que me hace sentir yo misma, además el día estaba repleto de conferencias así que mi decisión también estuvo influenciada por ese motivo.

Al llegar al auditorio me senté junto a Isa en la primera conferencia de la mañana, ella no se había separado de Marco en toda la semana, me hacía feliz verla así, tan ilusionada y enamorada del amor. Aunque, lo admito, él tenerlo hacía que también estuviera la presencia constante de Lucas lo cual me irritaba, ese chico tenía una manera de hablar sin parar que me sacaba de mis casillas, sobre todo cuando intentaba concentrarme en las clases.

Por otra parte, con Pablo las cosas iban bien, habíamos establecido una rutina de hablar todas las noches lo cual nos estaba funcionando hasta el momento. Aunque al terminar el día llegábamos a casa agotados, siempre teníamos ganas de escuchar como nos había ido, también acordamos que no iría a su partido ese fin de semana porque conducir todos los fines de semana hasta Girona cuando fueran locales era demasiado para mi y tampoco estaba dispuesta a gastar en un boleto de avión cada semana y cuando Pablo se ofreció a hacerlo fue literalmente la peor opción.

Quedamos en programar los partidos a los que asistiría y estábamos en paz con eso, ese fue el acuerdo, enfocarnos en nuestras respectivas responsabilidades.

...

Al final de las conferencias del viernes, justo cuando estaba guardando mis cosas Isa me jaló del brazo con una sonrisa cómplice

—Nicole, yo sé que las fiestas no son lo tuyo pero Marco y sus amigos están organizando una gran fiesta para celebrar el inicio del curso. Quiero que me acompañes, por favor.- me pidió con esos ojos suplicantes que rara vez podía resistir.

La verdad es que estaba exhausta, la idea de meterme en un lugar lleno de gente, ruido y alcohol no era precisamente mi plan ideal para la noche. Pero Isa estaba tan emocionada que me sentí mal por negarme, podía ver lo importante que era para ella que yo estuviera allí. Después de una breve pero intensa lucha interna.

—Bueno, está bien... vamos.- suspiré y cedí

—¡Sii! ¡Gracias, gracias! Eres lo máximo, Nicky.-me dio un abrazo rápido antes de arrastrarme hacia donde estaban Marco y sus amigos.

—¡Ey chicos! Nicole viene con nosotras a la fiesta.- anunció Isa con una sonrisa triunfal, como si hubiera logrado algo monumental. Los chicos nos recibieron con entusiasmo, y fue entonces cuando Lucas, siempre metido en todo, me lanzó una pregunta que no esperaba.

Sin Señal - Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora