♾️ Capítulo 8 ♾️

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Cuando Alondra despertó, era un poco más de las diez de la mañana. Esta vez no hubo pesadillas y su gata Siriana, tampoco la había asustado. El sueño que tuvo fue muy hermoso y excitante; lo recordaba tan vívido que era como si realmente hubiese sucedido. Estaba suspirando y sentía como si una nube la envolviera y la llevara de vuelta a ese prado. Cerró los ojos y por un momento sintió el suave roce de los labios de Brynjar sobre los suyos; luego, otro recuerdo se mezcló con el sueño y recordó la forma tan intensa como él la miraba en la piscina. Eso la sobresaltó y abrió los ojos.

—Brynjar... —susurró su nombre con ternura y se llevó las manos al pecho cuando sintió los acelerados latidos de su corazón. Su pecho subía y bajaba rápidamente cuando tomaba aire para tratar de calmarse, pero fue en vano. Un estremecimiento delicioso recorrió todo su cuerpo y se erizó. Sentía una extraña sensación, como si tuviera la certeza de algo. Cerró los ojos nuevamente y trató de concentrarse en ese sentimiento. Era como si pudiera rozar con sus dedos ese recuerdo, esa idea de saber algo, pero no recordarlo con claridad la inquietaba. Se concentró con intensidad y estuvo a punto de divisarlo entre la niebla que ocupaba su mente cuando tocaron a la puerta y perdió la concentración. Era su madre quien había llamado, entró a la habitación y saludó con alegría.

—Hola mi niña, buenos días.

—Buenos días, mami —respondió forzando una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Sí que has dormido hoy, ¿te sientes bien? —preguntó acercándose a la cama y tocando su frente con preocupación—, te ves un poco pálida.

—Estoy bien, no te preocupes. Solo estaba cansada y necesitaba dormir un poco más.

—Tu padre y yo vamos a salir a hacer unas compras. ¿Quieres acompañarnos y tomar un poco de aire fresco?

—No mami, gracias. Tengo tareas pendientes que debo terminar, mejor vayan ustedes y diviértanse.

—Está bien mi amor —le dio un beso en la frente con ternura y salió de nuevo.

Después de dar unas cuantas vueltas más en la cama, Alondra se levantó y fue hasta el cuarto de baño donde se aseó. Como era domingo y no tenía planes, decidió quedarse en pijamas. Bajó hasta la cocina a preparar algo para desayunar cuando sintió un cosquilleo: era Siriana que se frotaba contra sus piernas, también tenía hambre. Luego de maullar un poco y que Alondra rascara detrás de sus orejas, fue hasta su plato para recibir su ración de comida. Una vez que ambas comieron, subieron de nuevo a su habitación donde Alondra pasó el resto del día ordenando un poco y haciendo sus deberes de la universidad.

Brynjar y Axel habían pasado el día entre libros buscando algún tipo de información que les ayudara a entender los hechizos de ocultamiento. También habían llamado a Safiro para que les diera alguna guía sobre cómo proceder con este nuevo misterio.

Después de largas horas de búsqueda, agotados y sin tener ningún resultado en concreto, no tenían idea de qué provocaba que el alma de Siriana que residía actualmente en Alondra se ocultara. Y eso representaba un gran problema porque estando tan cerca, sus almas se reclamaban entre sí y la ola de reconocimiento cada vez era más fuerte y difícil de controlar, tal como había sucedido en la piscina el día anterior. Ese era uno más de los efectos provocados por el hechizo que practicó Ketsya aquella noche, condenadolos a no estar juntos. Su cercanía terminaba matando al portador y el alma de Siriana se fragmentaba haciendo que cada vez tardara más tiempo en encontrarla porque iba perdiendo su esencia. Después de tantos encuentros se dieron cuenta de que el alma de Brynjar también se debilitaba.

—Como está la situación, mañana no voy a poder asistir a la universidad. De hecho creo que tendré que mantenerme oculto hasta dar con el hechizo —explicó Brynjar sintiéndose abatido.

Almas Gemelas: El Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora