♾️ Capítulo 16 ♾️

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Una vez que Safiro asimiló la identidad de Kelly, dejando atrás el torbellino de emociones que la atormentaban al recordar el trágico destino de su amiga, se dirigió a la estantería más antigua de la habitación. Sus dedos recorrieron los lomos de cuero hasta que encontraron el libro de hechizos, cuyas páginas amarillentas comenzó a hojear con reverencia. Con voz serena, pero firme, empezó a explicar lo que se debía hacer.

—Muy bien, Kelly, coloca tus manos sobre el pecho de Alondra con las palmas hacia abajo. Cierra tus ojos, respira profundo y concéntrate. Trata de poner tu mente en blanco, respira y relaja cada músculo de tu cuerpo. Ahora imagina una energía que fluye a través de ti —instruyó Safiro, su voz era un susurro melodioso que llenaba la estancia de calma. Hizo una pausa, permitiendo que Kelly absorbiera sus palabras y reuniera la energía que necesitaba—. Muy bien, ahora siente cómo esa energía se va extendiendo poco a poco por todo tu cuerpo, cada vez es más intensa, siente como irradia calor. Ahora canaliza todo ese calor hacia tus manos y repite después de mí.

Safiro comenzó a hablar en una lengua antigua, cada palabra resonaba con un poder ancestral. Kelly, aunque insegura, repetía cada término con precisión, siguiendo las instrucciones al pie de la letra. No creía en la magia, pero la vida de su amiga pendía de un hilo, así que se concentró con todas sus fuerzas y, en lo más profundo de su ser, pidió ayuda a su abuela. Lo que Kelly ignoraba era que su súplica había sido escuchada.

—¡Kelly, concéntrate! Sé que puedes hacerlo —exhortó Safiro, su voz impregnada de una confianza que parecía infundir fuerza en el aire mismo.

Al iniciar el ritual por tercera vez, de las manos de Kelly brotó una energía visible, una luz púrpura que fluía como un río luminoso hacia el cuerpo de Alondra. Brynjar, testigo de la escena y situado al lado de las jóvenes, observaba la luz con asombro, estaba fascinado por el espectáculo sobrenatural. Cuando Kelly pronunció la última palabra del hechizo, abrió los ojos y una sonrisa de júbilo iluminó su rostro al ver a su amiga recobrando la conciencia.

—¡Lo logré! —exclamó Kelly, su sonrisa era un faro de esperanza para Alondra, quien la miraba con una mezcla de confusión y asombro.

Y acto seguido, Kelly se desmayó, de no haber sido por Axel que estaba a su lado y la sostuvo a tiempo, hubiese caído al suelo.

—¿Kelly? ¿Qué le pasa? —preguntó Alondra, intentando incorporarse, pero Brynjar la sujetó con cuidado.

—Ella estará bien, solo necesita descansar —aseguró Safiro, su imagen aún en la pantalla del teléfono por la videollamada.

Axel tomó a Kelly en sus brazos con delicadeza y salió de la habitación. La llevó a la suya, la depósito en su cama y se sentó a su lado, acariciando su rostro y su cabello con ternura, mientras le susurraba palabras de consuelo.

—Safiro, una vez más has sido mi salvación. Te debo más que mi vida —dijo Brynjar, su voz temblaba ligeramente mientras sus dedos rozaban el frío teléfono sobre la mesita de caoba.

—No hay deudas entre nosotros, querido Brynjar. Estaré aquí, como un faro en la noche, siempre para ustedes. En realidad, soy yo quien te debe un mundo de gratitud. No dudes en llamarme si necesitas algo —respondió Safiro con una calidez que traspasaba la distancia.

—Por supuesto, gracias de nuevo —Brynjar colgó la llamada. Se volvió hacia Alondra, cuya figura delicada yacía recostada sobre su pecho con los ojos cerrados y una mueca de dolor dibujada en su rostro pálido—. ¿Cómo te sientes, amor mío?

—Mi cabeza... duele como si mil tambores retumbaran en un eco sin fin —se quejó Alondra, sus manos temblorosas frotaban las sienes, intentando en vano aplacar la tormenta en su mente.

Almas Gemelas: El Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora