Después de que Alondra terminara su llamada, Kelly, con los ánimos y la moral totalmente por el suelo, se sentó junto a ella en la cama.
—¿Quieres contarme qué te sucede? —preguntó Alondra—. Es obvio que tu reacción fue arrastrada por algo más que te aqueja.
—Es cierto... Es que no me gustan las mentiras. Axel me gusta mucho y temo que juegue con mis sentimientos. Siento que me oculta algo, pero no sé qué es.
—Creo que deberías dejar que la relación fluya. Disfruta el momento; no es lo que tú misma me aconsejaste.
—Algo similar me dijo Axel —admitió Kelly, suspirando—. Dime, ¿solucionaste las cosas con Brynjar?
—Sí, todo está bien entre nosotros. Solo un malentendido.
—Qué bueno... De verdad me alegro mucho por ustedes —mencionó y se dejó caer hasta atrás en la cama; el collar rebotó en su pecho. Se levantó nuevamente, se lo quitó y lo puso en las manos de Alondra, diciéndole: —Por cierto... esto te pertenece.
—Gracias, Kelly —se emocionó Alondra, abrazándola.
—Alondra, mi amor. Tu padre acaba de llegar. Recuerda la cena; salimos en una hora —le recordó su madre, Cleo, asomándose por la puerta.
—Claro, mamá, no hay problema. Estaré lista a tiempo, sabes que no me tardo en arreglarme.
—Pues, bien por ti cariño. Yo aún no decido que ponerme —explicó Cleo con cara de apuro.
—¡Uuuf! ¿Una hora? Eso sería una carrera contra reloj para mí —explicó Kelly entendiendo la cara de Cleo—. Bueno... Será mejor que me marche. Estamos en contacto, ¿vale?
—Sí, claro —dijo Alondra sonriendo por la situación, para ella era sencillo o quizás no le daba tanta importancia a su aspecto. No le gustaba llamar la atención, prefería pasar desapercibida en ese tipo de eventos—. Vamos, te acompaño a la puerta.
El Gran Hotel La Montaña era uno de los más lujosos de la ciudad. Al llegar, un chico con uniforme abrió la puerta del coche y ayudó a Alondra y a su madre a bajar, mientras otro recibía las llaves para estacionarlo.
El vestíbulo era enorme, con unas escaleras majestuosas en el centro. Alondra y Cleo se posicionaron a cada lado de Henry y subieron las escaleras. Llegaron a un salón donde un hombre alto y serio, vestido con traje negro, revisaba una lista y les daba acceso. Al abrir las puertas del salón, Alondra quedó impresionada al ver aquel magnífico lugar. Estaba cubierto de mármol negro, con enormes candelabros colgando del techo. La atmósfera transportaba a otra época; parecía que habían dejado el mundo actual atrás.
En el centro del salón, músicos tocaban una suave melodía. Mesas altas y redondas estaban dispersas por todo el lugar, y una elegante barra ofrecía todo tipo de bebidas.
Al entrar, su padre saludó y presentó a su esposa e hija con todo el orgullo que podía sentir. La velada se celebraba entre conversaciones y saludos triviales.
Cuando la familia Danvers entró a la sala, haciendo uso de toda su elegancia, los presentes comenzaron a cuchichear y sonreír para llamar la atención de los recién llegados. Era evidente que quien había llegado era el Gerente General de la empresa, acompañado de su majestuosa familia, que el hombre no dudaba en presumir.
Lena se veía hermosa en un ajustado vestido rojo con un escote en forma de corazón y su espalda al descubierto. Luke, en esmoquin, parecía un príncipe digno de admirar. Las chicas no paraban de abordarlo. Él, muy educado como siempre, saludaba y se abría paso buscando a Alondra.
Cuando al fin la vio, se quedó parado admirando su belleza. Desde lejos, parecía una ninfa de un bosque encantado. Su cabello suelto en suaves ondas y trenzas adornaba la parte de arriba como si fuera una corona. El vestido, en un tono blanco marfil, se fundía con su pálida piel; debías mirar dos veces para detallar dónde era que se separaba la prenda de su piel. La tela caía con suavidad sobre sus brazos como una manta que se movía con el movimiento más pequeño, daba la impresión de estar flotando. El escote era redondo y dejaba al descubierto sus hombros y clavícula, despertando en Luke pasiones que debían ser prohibidas. El resto de la prenda se ceñía a su cintura y caía libre hasta el suelo.
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Almas Gemelas: El Despertar.
RomanceÉl es un inmortal, atrapado en un ciclo interminable de vida y pérdida. La maldición lo condena a vagar por los siglos, llevando consigo el dolor de haber perdido a su alma gemela. Pero él se niega a aceptar su destino. Emprende una búsqueda desespe...