—¡Hola, mamá! —saludaron, Alondra y Lena muy alegres al bajarse de la camioneta de Luke, mientras él iba a la parte trasera para bajar las cosas que había comprado Alondra.
—¡Hola, chicos! Qué gusto saludarlos —dijo Cleo, quitándose los guantes y levantándose para saludar. Había estado desde temprano arreglando el jardín y sembrando sus flores favoritas. El aroma de las rosas y los claveles se mezclaba con el de la tierra húmeda—. ¿Se quedan para almorzar? —preguntó en su tono alegre y cordial.
—¡Hola, señora Smith! Es muy amable, pero ya tenemos planes. Mis padres harán una barbacoa, disfrutaremos del buen tiempo en la piscina y nos llevaremos a Alondra, si no le molesta. Y si gusta, usted y su esposo pueden acompañarnos —dijo Luke con su habitual amabilidad. Sus ojos azules brillaban con ilusión al mirar a Alondra, que se sonrojó ligeramente.
Las pocas veces que lo había visto esa semana, siempre se había comportado de forma educada, respetuosa y amable, algo que le gustaba mucho a Cleo. Estaba segura de que sería un buen partido para su hija. La trataría como a una reina, y eso era lo mínimo que se merecía su niña.
—Gracias por la invitación, pero no hace falta. Vayan ustedes y diviértanse —dijo Cleo, pensando que si les daba un poco de espacio, se conocerían mejor y, quién sabe, con un poco de suerte pronto serían novios. Su corazón de madre se llenó de esperanza al
Imaginarlos.
—¿Segura que no quieres venir, mamá? Vamos, anímate. No quiero dejarte aquí sola —insistió Alondra dándole un abrazo cariñoso.
—Tu papá viene temprano, cariño, así que ve con tus amigos y diviértete.
—Está bien. Gracias, mamá. Te amo —dijo Alondra, acercándose para darle un beso. Luego, le quitó a Luke las bolsas de la compra—. Llevo esto adentro. Subo por unas cosas y regreso rápido. Acompáñame, Lena.
—Permítame ayudarla mientras bajan las chicas. ¿Dónde quiere colocar esos sacos de abono? —se ofreció Luke, conversando con Cleo al mismo tiempo. Le sonrió con simpatía y le mostró sus fuertes brazos—. No se preocupe, yo puedo con esto.
—Eres muy amable, Luke. Gracias —respondió Cleo, agradecida. Le devolvió la sonrisa y le indicó el lugar donde quería poner el abono.
En la habitación, Alondra recogía algunas cosas del baño y luego buscó rápidamente en el armario un bikini y accesorios para cambiarse. Los colocó en un bolso sin orden alguno, no quería hacer esperar a sus amigos.
—Oye, qué colgante más curioso —dijo Lena mientras miraba su reflejo en el espejo con el collar sobrepuesto para ver cómo le quedaba.
—Sí, me gusta mucho. Es de Kelly, me lo prestó anoche. Me lo pondré y así se lo regreso de una vez. Por cierto, ¿ya respondió o sigue dormida? —preguntó, mientras se ajustaba el collar.
—La verdad es que aún no ha leído los mensajes. Ya responderá más tarde. Vamos que se acaba el buen tiempo y quiero broncearme —dijo Lena, impaciente por salir. Era un día soleado y caluroso, perfecto para disfrutar de la piscina.
—Ya tengo todo, vamos —respondió Alondra, cogiendo el bolso y las llaves.
Bajaron rápidamente, se despidieron de la madre de Alondra, y se marcharon a casa de los Danver. Vivían en una villa hermosa y la más grande del conjunto residencial. La casa se encontraba al final, lo que les permitía tener un terreno mucho más grande que las otras. Vista desde fuera, parecía una mansión y sus jardines tenían una gran variedad de plantas y flores. Había rosas, tulipanes, margaritas, lavandas y muchas más. El aroma era embriagador y el colorido, espectacular.
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Almas Gemelas: El Despertar.
RomanceÉl es un inmortal, atrapado en un ciclo interminable de vida y pérdida. La maldición lo condena a vagar por los siglos, llevando consigo el dolor de haber perdido a su alma gemela. Pero él se niega a aceptar su destino. Emprende una búsqueda desespe...