Durante el camino de regreso, Brynjar y Alondra iban abrazados en el asiento trasero de la camioneta, conversando de todo y de nada con ternura. Al llegar a la casa de ella, bajaron del automóvil, tomados de la mano la acompañó hasta la puerta y él preguntó:
—¿Quieres que almorcemos juntos mañana?
—Si, me gustaría mucho—respondió y se acercó con timidez, se puso de puntitas y le dio un pequeño beso. Antes de que ella pudiera alejarse, él la abrazó y le dio un apasionado beso.
—Será mejor que me vaya —susurro en sus labios, le dio pequeños besos en la mejilla hasta llegar a su oído y le dijo—, hasta mañana, amor mío. Que tengas dulces sueños.
Le dio un último beso y se alejó. Se despidió de Kelly y se marchó junto a Axel.
—¡Guaaaaoooo! —exclamó Kelly asombrada, al ver la efusividad de su amiga—. Tomaste muy en serio mi consejo —añadió con una sonrisa pícara. Entrelazó su brazo con el de ella en complicidad, y juntas se dirigieron a la casa para buscar sus cuadernos.
—¡Kelly! Estoy muy feliz —confesó Alondra emocionada. Sus mejillas se sonrojaron al recordar el beso que le había dado Brynjar.
—Me alegro mucho por ti —respondió Kelly con una sincera sonrisa—. Solo espero que Axel también se decida. Da muchas vueltas y no termina de declararse —suspiró con frustración.
—¡Qué extraño! Estoy segura de que le gustas mucho. Quizás disfruta cortejarte primero, antes de dar el siguiente paso —sugirió Alondra con optimismo. Intentó animar a su amiga con una broma—. O tal vez es que le da vergüenza admitir que se ha enamorado.
—Más le vale que se apure porque si no, seré yo la que se adelante y de ese paso —amenazó Kelly con determinación—, mejor vamos por mis cosas que mi abuela debe estar esperándome.
Cuando llegó a su casa, su abuela la esperaba en la cocina con una taza de té humeante. El aroma a canela y manzanilla llenaba el ambiente.
—¡Hola abu! Ya llegué. —saludó con alegría.
—Estoy en la cocina mi amor. Ven, siéntate. —la invitó con cariño.
—¿Qué pasa abu? Sonabas muy preocupada. —preguntó con curiosidad.
—¡Oh! Perdona cariño, no quise exagerar, es solo que vino a buscarte un muchacho y me quedé preocupada. Es que no lo había visto en el pueblo —explicó con nerviosismo.
—No te preocupes abu, es un maestro suplente de la uni. Y nos hemos hecho buenos amigos. No lo conoces porque no es de aquí, viene de Inglaterra —le contó con entusiasmo.
—Ya veo —respondió la abuela algo más que pensativa. Debía conocerlo y estar segura de quién era. Esa sensación extraña que le transmitió no le gustó, por lo que armándose de valor, dijo—, deberías invitarlo a comer aquí, me gustaría conocerlo —propuso con firmeza.
—¡Claro abu! Le extenderé tu invitación, de seguro estará encantado —aceptó con una sonrisa.
—¿Por cierto te has sentido rara? O has notado algo extraño... —inquirió con cautela.
—No abu. Y no empieces con tus cosas de nuevo. Ya sabes que no creo en eso de la magia. —respondió con fastidio.
—¿Dónde está tu collar? —preguntó muy preocupada al ver que no lo traía puesto—. Te dije que no debías quitártelo —le recordó con angustia.
—Lo siento abu, debí dejarlo en la habitación. Te prometo buscarlo, ¿vale? Bueno me voy a descansar que mañana tengo clases a primera hora —se disculpó con apuro.
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Almas Gemelas: El Despertar.
RomanceÉl es un inmortal, atrapado en un ciclo interminable de vida y pérdida. La maldición lo condena a vagar por los siglos, llevando consigo el dolor de haber perdido a su alma gemela. Pero él se niega a aceptar su destino. Emprende una búsqueda desespe...