♾️ Capítulo 22 ♾️

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Después del recibimiento tan poco amistoso por parte de la tribu, las chicas se quedaron angustiadas fuera de la choza, ya que no se les permitió el acceso. Sin embargo, cuando las puertas se abrieron una hora después y los chicos salieron, sintieron un gran alivio. Aunque los chicos no tenían un semblante muy alegre, Kelly ofreció una solución:

—Demos un paseo para que conozcan las bellezas de este lugar —sugirió ella colocándose a un lado de Axel. Él tomó su mano y caminaron juntos, seguidos por Brynjar y Alondra.

Kelly comenzó por las cabañas, donde aprovecharon para guardar el equipaje y tomar algo antes de continuar con el recorrido. Luego los llevó a la gran fogata de ceremonias, donde les relató los tipos de rituales que se realizaban. También les mostró los huertos y cultivos, saludando a algunos de los habitantes que se encontraban allí y compartiendo alguna que otra fruta en el camino. Por último, llegaron al río, donde se sentaron sobre una gran piedra con vista al horizonte. Allí pudieron apreciar un hermoso atardecer con sus vibrantes colores, rodeados de un ambiente tranquilo, mientras eran arrullados por el canto de los pájaros y la suave corriente del río.

Kelly apoyó su cabeza en el hombro de Axel, y él la abrazó con ternura. A su lado estaban Alondra y Brynjar, qué sentado detrás de ella la rodeaba en un cálido abrazo y ella sintiéndose segura dejó descansar su cabeza hacia atrás para disfrutar del paisaje y el suave aroma de las flores que inundaba el lugar. Era un momento extraño, se percibía un dejo de nostalgia y desasosiego en el aire, como si cada uno estuviese siendo consumido desde adentro por sus propios demonios.

Brynjar estaba muy serio y miraba al frente cuando dijo:

—No necesitas mi permiso, Axel —este lo miró extrañado ante la novedad de lo que escuchaba—, confío en ti.

Brynjar le devolvió la mirada y Axel pudo comprender a qué se refería con esas pocas palabras.

—Gracias, hermano —respondió y dirigiéndose a Kelly, dijo—, demos un paseo. Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo —acto seguido se levantó y le tendió la mano para que ella también lo hiciera.

Mientras ellos se alejaban, Alondra y Brynjar permanecieron en silencio hasta que la curiosidad ganó la batalla.

—¿Por qué le dijiste eso a Axel? —preguntó ella, ladeando la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Porque necesita empezar a vivir su vida. Siempre se ha sacrificado por mí, y es hora de que tome sus propias decisiones —ella lo observó en silencio, frunciendo el ceño al no comprender a qué se refería—. No pasa nada, relájate —pronunció las palabras mientras acariciaba su frente y la línea de sus cejas—, eres más hermosa cuando sonríes.

Brynjar le dio un beso en la punta de la nariz, acariciando su rostro con ternura y descendiendo lentamente hacia su cuello, provocando un estremecimiento en ella. El beso que siguió fue suave, casi como una caricia de labios que marcaba el inicio de un camino lleno de pasión y deseo.

La calidez de las caricias de Brynjar despertaron en Alondra un ansia, un deseo carnal que yacía latente en su interior y que, una vez despertado, la envolvió en una vorágine de lujuria que la transformó en un ser irracional entregado al placer.

Alondra se sentó a horcajadas sobre él, sin dejar de besarlo con pasión mientras gemía de placer con el roce de sus cuerpos. Brynjar intentaba contener la situación sujetándola por las caderas, pero Alondra estaba ávida de más. Con un movimiento firme, lo hizo recostarse sobre su espalda y comenzó a explorar su pecho con suaves caricias, besos y mordiscos que lo volvían loco de deseo.

—Alondra... —susurró con voz ronca y llena de deseo.

—Umm —fue todo lo que Alondra pudo articular mientras mordía y chupaba el lóbulo de la oreja de Brynjar, para luego devorar su cuello con pasión desenfrenada.

Almas Gemelas: El Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora