Cuando Checo llegó al lugar donde Carlos le había enviado la ubicación, dudó un segundo si entrar o no. A fin de cuentas, era la fiesta de Lando y Checo sabía que no era completamente bien recibido en aquel lugar. Sí, Lando había enviado una invitación general a todos los de la parrilla, incluyendo al mexicano, pero para Sergio, era más que obvio que era solo por cortesía, no porque el británico quisiera concretamente su presencia en la celebración, menos después de aquella entrevista de hace unas horas.
Con un mal presentimiento en su interior, Checo se dio media vuelta, con el único objetivo de llegar cuanto antes a su carro. Pero cuando iba a subir al asiento, dándole una última mirada a la casa donde se llevaba a cabo la celebración de Norris, pudo divisar a lo lejos la figura de Daniel Ricciardo mientras fumaba un cigarro en el patio.
Checo se sorprendió y, pensando que era una mala jugada de su mente, cerró su auto de nuevo y se acercó un par de pasos al lugar.
-¡No mames! -exclamó en un susurro.
Quería acercarse, encarar a Daniel y preguntar por su novio, pero sabiendo que no era Daniel a quien debía enfrentar, sacó con rapidez su celular llamando a Max. Quería averiguar por qué su novio le había mentido. No le hubiese importado que Max fuera a la celebración de Norris, pero le hubiera gustado que hubiera sido honesto al respecto.
Tres llamadas sin respuesta y Checo ya se estaba desesperado, pero antes de poder hacer un cuarto intento, recibió una llamada entrante de su novio.
-Checo, ¿qué pasa? -dijo Max con una voz muy relajada, sin que se escuchara ningún tipo de música de fondo, haciendo a Checo dudar si se encontraba con Daniel.
Checo aún sentía todo su interior inquieto, pero tomando una rápida respiración, habló.
-Max, cariño, ¿a dónde me dijiste que ibas a salir? -preguntó el mexicano, tratando de no levantar sospechas, viendo a lo lejos a Daniel que estaba terminando su cigarro.
-Estoy con Daniel, en su departamento -respondió rápido el neerlandés-. Perdón si no te respondí antes, pero estamos viendo películas y no había escuchado el celular.
Checo cerró los ojos, tratando de no soltar una lágrima. Dejando la conversación para después, no era algo que le gustaría hablar por teléfono, asintió con la cabeza, sabiendo que Max no lo podía ver, y volvió a hablar.
-Sí, lo siento, perdón, es solo que lo olvidé -dijo el mexicano, sintiendo ahora un coraje expandiéndose en su interior.
-No te preocupes, nos vemos mañana, ¿sí? Descansa -dijo Max antes de colgar.
Checo estaba que se lo llevaba la chingada. Se consideraba una persona pacífica, pero en un momento como este, la ira era lo único que habitaba su cuerpo.
Sabía que su relación no iba tan bien. Max había comenzado a salir más con sus amigos que con él, en el paddock ya no había tantas muestras de cariño como antes y, mierda, ya llevaban casi dos semanas sin sexo, lo que para muchos no sería mucho, pero Max y Checo lo hacían por lo menos una vez al día. Aunque Checo debía admitir que, en sus últimos encuentros íntimos, Max había mostrado muy poco deseo hacia él, ya no se esmeraba en nada e incluso buscaba su satisfacción personal sin preocuparse por la del mexicano. Pero a pesar de todo eso, Checo creía que era solo un mal momento en su relación, que era la cotidianidad que se formaba por tanto tiempo de estar juntos. Creía que era pasajero, pero ¿y si Max lo estaba engañando con alguien más?
-¿Checo?
El mexicano saltó en su lugar, dándose cuenta de que Hamilton estaba a su lado.
-Oh, Lewis, hola -saludó Checo, forzando una sonrisa.
-¿Te encuentras bien? -preguntó el piloto, viendo su cuerpo tenso y la extraña mueca en su rostro. Checo solo asintió-. ¿No vas a entrar? -preguntó señalando la casa.
Checo notó que Lewis acababa de llegar, o al menos eso sugería la botella cerrada que el piloto llevaba en la mano. Aunque Checo iba a negar, volteó de nuevo hacia la casa, recordando que Daniel se encontraba ahí.
-Sí, sí, voy a entrar -respondió Checo con una sonrisa más auténtica-. ¿Entramos juntos?
Lewis quiso señalar la extraña actitud del mexicano, pero no queriendo involucrarse de más, solo sonrió y asintió, caminando a la par de Checo para poder entrar a la residencia de Norris.
Ambos llegaron a donde se encontraban la mayoría de los pilotos reunidos. Todos saludaron con emoción a los recién llegados y, gracias al alcohol, nadie notó la arisca y extraña actitud del mexicano.
-¡Hey, Checo, hombre! Sí llegaste -se acercó Carlos con emoción a su amigo.
Carlos había formado una conversación, o por lo menos de su parte, porque Checo estaba recorriendo todos los lugares que podía examinar con su mirada, esperando cualquier señal de Ricciardo.
-¿A quién buscas, chaval? -habló un irritado Carlos, al ver la poca atención de su amigo en la conversación.
-¿Has visto a Daniel? -preguntó Checo volviendo su vista a Sainz.
-Se ha ido ya, tío -respondió el español antes de beber de su cerveza.
-No lo vi salir -dijo Checo volviendo su vista a la entrada principal.
-Supongo que aún se está despidiendo -respondió Sainz.
-Ahorita regreso -habló el mexicano alejándose de su amigo, en busca del australiano; si tenía suerte, aún lo podía encontrar.
Checo no era alguien que hiciera cosas sin antes haberlas analizado por completo, pero ahora, con su cerebro a mil por hora, imaginando cientos de escenarios catastróficos, su sentido común era ir a buscar respuestas en el mejor amigo de su novio. Y como si el destino le hubiese brindado un poco de suerte, logró divisar a Daniel entretenido con su celular, subiendo las escaleras que daban al segundo piso.
El mexicano estaba a pocos pasos de Daniel, cuando el australiano se paró de golpe, respondiendo una llamada telefónica, provocando que Checo igualmente se detuviera y, con miedo de ser descubierto, se escondió detrás de una gran planta.
-¿Qué sucede? -preguntó Daniel a la persona con quien hablaba-. No, ya estaba a punto de irme.
Daniel parecía fastidiado, restregándose su mano por todo el rostro, lo que desconcertaba al mexicano, teniendo en cuenta que Daniel era una persona a la que casi siempre encontrabas con una sonrisa en la cara, tan relajado como lechuga.
-Ugh -se quejó el australiano-. Ya te escuché, Max, pero él no está aquí, ¿ok?
Checo sintió una punzada en su corazón, sabiendo que hablaban de él.
-Sí, sí, ya me voy a casa -dijo rindiéndose el australiano-. Recuérdame encontrar amigos más fieles en el futuro -y con esa última recriminación, Daniel colgó.
Daniel se dio media vuelta y Checo igual lo hizo, metiéndose en un pasillo donde se encontró con Carlos, quien lo había seguido al ver al mexicano tan perdido, ya comprendía la razón.
-Hostia, tío, lo siento -murmuró el español sin saber qué decirle al mexicano.
Checo se sintió humillado, expuesto y enojado, y lo único que pudo salir de su boca en ese momento fue...
-¿Sabes si Lando tiene tequila?
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Sigues con él | Checo & Lando.
FanficTe veía tan enamorado que ni lo intente, ahora me pregunto, ¿por qué sigues con él?