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Conforme pasaban los días, Checo y Lando se mostraban cada vez más afectivos y románticos. Besos robados, citas planeadas e improvisadas, mensajes largos y cursis, y no podían faltar los constantes toqueteos por ambas partes. Sujetar la cintura, caricias en las mejillas o en los brazos, abrazos largos en los que se refugiaban en la calidez del otro... parecía que siempre estaban uno encima del otro, como si no pudieran vivir sin el contacto del otro.

Sin embargo, todas estas muestras de sus intensos sentimientos eran solo en la privacidad de sus habitaciones. Su relación aún no se había formalizado, y aunque ambos disfrutaban de cómo iba creciendo, Lando moría por pedirle a Checo que fuera su novio y que todos lo supieran.

Porque, por muy raro y hasta cierto punto cómico que pareciera, el piloto británico, después de tres semanas desde que "comenzaron a salir", descubrió que los mexicanos necesitan algún tipo de confirmación para oficializar una relación. O en pocas palabras, debía pedirle formalmente que fuera su novio.

Digamos que descubrir ese hecho fue más vergonzoso que gracioso. O al menos para Lando, que sintió casi el mismo nivel de vergüenza que cuando conoció al mexicano.

[...]

—¿Checo? —preguntó el piloto australiano, a lo que Norris asintió con una gran sonrisa en el rostro. —¿En serio? ¿Checo Pérez y tú?

Oscar volvió a preguntar, con una expresión que dejaba claro lo incrédulo que estaba ante lo que acababa de escuchar.

—Sí, Oscar, ya te lo dije, Checo y yo somos novios —replicó Lando. Aunque le molestaba tener que repetirlo, cuando mencionó la palabra "novios", lo dijo con una seguridad que no dejaba espacio a dudas—. ¿Por qué es tan difícil de creer?

El australiano negó con la cabeza, aún con la boca abierta de la impresión, antes de responderle a su compañero.

—No, no... quiero decir, no es difícil creer que algo pasa entre tú y Checo, es solo que...

Parecía que Oscar no podía formar una frase coherente, lo cual solo irritaba más a Lando. Se había emocionado por contárselo a alguien por primera vez, pero no contaba con que su compañero de equipo fuera tan reacio a creer en el maravilloso hecho de que estaba saliendo con el atractivo mexicano.

—Recuerdo que hace unos meses estabas llorando por alguien en un bar —comentó el australiano con burla—. Y ahora resulta que llorabas como un bebé por Sergio Pérez.

Lando frunció el ceño al escuchar la molesta risa de su compañero de equipo.

—¿De qué mierda te estás riendo? —preguntó, claramente irritado.

—Definitivamente no de Checo —respondió Oscar, todavía con pequeñas risas—. Admito que cuestiono un poco sus gustos en hombres, pero simplemente no es él quien me causa gracia.

Lando rodó los ojos, cuestionándose por qué había decidido contarle primero al australiano, en lugar de a amigos más comprensivos. Quizás Carlos o incluso Daniel habrían sido mejores opciones que Oscar.

—Solo piensa en cómo se ve desde mi perspectiva —Lando volvió a rodar los ojos, pero esta vez centró su atención en Oscar, quien lo miraba divertido—. Hace apenas dos meses estabas hablando mal del mexicano, y ahora vienes y me dices que es tu novio. Es gracioso, ¿no? ¿Cuándo siquiera te empezó a gustar?

—¡Eso no es lo importante! Lo importante es que ahora estoy disfrutando esto con la persona que me ha gustado desde hace mucho, y mi mejor amigo se burla de mí como si fuera un chiste —se quejó Lando, frustrado.

—Lo siento, amigo, estoy feliz por ti —respondió Oscar con sinceridad—. Solo que me tomó por sorpresa enterarme de que tenías novio. No has tenido una relación seria en, ¿cinco años?

Sigues con él  | Checo & Lando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora