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Inglaterra los recibió con un clima fresco y nublado, típico del país. Mientras el auto avanzaba por el campo hacia la mansión de los Norris, Checo no podía evitar sentirse cada vez más nervioso. A pesar de que había conocido a muchas personas importantes en su carrera, algo en la idea de conocer a la familia de Lando lo ponía inquieto. Sabía que los Norris eran una familia rica, y aunque la suya también tenía poder en México, la aristocracia inglesa era una liga diferente. Era un mundo de linajes, tradición y riqueza que lo hacía sentir fuera de lugar.

-Estás muy callado -comentó Lando, rompiendo el silencio en el auto, mientras tomaba la mano de Checo y la apretaba suavemente.

Checo soltó una pequeña risa nerviosa.

-Lo siento, es solo que... no puedo evitar estar un poco nervioso. Tu familia es... -se interrumpió, buscando las palabras adecuadas- ...bueno, son de una élite distinta. Sé que mi familia es importante en México, pero aquí las cosas parecen más formales, más... aristocráticas.

Lando se detuvo un momento, mirando a su novio con una mezcla de ternura y comprensión.

-Checo, mi familia puede ser algo pomposa y, bueno... tienen su lado egocéntrico, como yo -dijo con una sonrisa divertida-, pero te aseguro que te van a adorar. Si eres importante para mí, eres importante para ellos. No tienes nada de qué preocuparte.

Checo sonrió, aunque la inquietud seguía revoloteando en su estómago. Sabía que Lando tenía razón, pero las inseguridades eran difíciles de disipar.

[...]

Cuando llegaron a la mansión de los Norris, Checo no pudo evitar quedarse impresionado. El edificio era una imponente estructura de piedra, rodeada por jardines perfectamente cuidados. Todo rezumaba lujo y tradición, desde las columnas de la entrada hasta el mármol que adornaba el suelo del vestíbulo. Lando, acostumbrado a este tipo de escenarios, caminaba relajado, pero Checo se sentía algo fuera de lugar.

La familia de Lando los recibió en la entrada. Su madre, Cisca, vestía un elegante conjunto que parecía sacado de una revista de moda, mientras que su padre, Adam, llevaba una actitud tranquila, aunque Checo podía percibir su autoridad sin que pronunciara una palabra.

-¡Lando, cariño! -exclamó Cisca con una sonrisa mientras abrazaba a su hijo-. Y tú debes ser Checo. Hemos oído hablar tanto de ti. Bienvenido.

-Gracias -respondió Checo con una sonrisa tímida.

Adam le estrechó la mano con firmeza.

-Encantado de conocerte, Sergio. Nos alegra que estés aquí.

El saludo fue cordial y formal, pero a medida que la conversación avanzaba, Checo se dio cuenta de que sus miedos comenzaban a disiparse. Aunque los Norris eran claramente sofisticados y presuntuosos, lo trataban con respeto y amabilidad. De alguna manera, Checo empezó a sentirse más cómodo, sobre todo cuando Cisca le dijo algo que le hizo sentir un gran alivio.

-Checo, si eres importante para Lando, lo eres para nosotros -dijo mientras le ofrecía una copa de vino-. Lo único que queremos es que Lando sea feliz.

Checo sonrió, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a desvanecerse. Se dio cuenta de que, aunque esta familia era diferente a la suya, no tenía nada de qué preocuparse. Lo estaban aceptando de verdad.

[...]

Sin embargo, no todo era perfecto. Durante su estancia en la mansión, Checo notó la constante presencia de una amiga de la infancia de Lando, Amelia, que parecía no dejar de rondar a su novio. Era evidente que conocía a la familia desde hacía años, y no perdía oportunidad de estar cerca de Lando, siempre sonriendo y tocándolo con demasiada familiaridad para el gusto de Checo.

-Así que, Lando, ¿recuerdas aquella vez que fuimos a esquiar en los Alpes? -preguntó Amelia con una risita coqueta mientras se sentaba junto a Lando en el salón.

Checo, sentado en el sofá cercano, observaba con incomodidad, queriendo intervenir, pero sin atreverse frente a la familia de Lando. Aunque por dentro sentía una punzada de celos, decidió mantenerse en silencio. Sin embargo, no fue necesario que dijera nada, porque Lando, consciente de la situación, marcó distancia.

-Sí, claro, Amelia. Pero eso fue hace años -respondió Lando con una sonrisa amable, pero al mismo tiempo, se levantó del sofá y caminó hacia Checo, colocándose a su lado y tomando su mano, lo que dejó claro a todos cuál era su lugar.

Amelia frunció ligeramente el ceño, pero antes de que pudiera decir algo más, la hermana de Lando, Flo, intervino. Flo y Checo se habían llevado muy bien desde el principio, y parecía que ella también había notado la incomodidad de Checo con la situación.

-Amelia, ¿por qué no ayudas a mamá en la cocina? Creo que necesitan más manos con la cena -dijo Flo con una sonrisa encantadora, pero firme.

Amelia, sorprendida por la sugerencia, no tuvo más opción que levantarse y salir de la habitación. Checo le dio una mirada agradecida a Flo, quien le guiñó un ojo antes de seguir con la conversación.

[...]

Los días en Inglaterra pasaron llenos de actividades sofisticadas que contrastaban enormemente con su tiempo en México. En lugar de recorrer mercados y probar comida callejera, ahora asistían a restaurantes de lujo, eventos de moda y pasaban las tardes en un club campestre exclusivo. Aunque Checo disfrutaba de las experiencias, no pudo evitar hacer bromas privadas con Lando sobre su "estilo de princesa".

-¿Te das cuenta de que eres la definición de una princesa aquí, no? -bromeó Checo mientras se sentaban en el club campestre, rodeados de gente elegante y bebidas caras.

Lando sonrió, inclinándose hacia él.

-Claro que lo sé. Pero lo disfruto más cuando estás a mi lado -respondió con un tono coqueto.

Checo río y tomó la mano de Lando.

-No te preocupes, princesa. Cuando nos casemos, te seguiré dando la vida de princesa que te mereces. Tú no te mereces menos.

Lando se quedó mirándolo con una sonrisa suave, su corazón latiendo rápido. Cada vez que Checo mencionaba la posibilidad de un futuro juntos, el amor que sentía por él crecía aún más.

[...]

La estancia en la mansión de los Norris se hizo aún más especial cuando el hermano de Lando, Oliver, trajo a su hija recién nacida de visita. Checo, aunque sorprendido por la presencia del bebé, no pudo evitar sonreír cuando Flo le pidió que la sostuviera.

-¿Puedo? -preguntó Checo, con una sonrisa tímida mientras extendía los brazos.

Flo asintió con una sonrisa.

-Claro que sí, Checo. Eres de la familia ahora.

Checo sostuvo a la pequeña con cuidado, meciéndola suavemente mientras ella dormía en sus brazos. Lando, observando la escena desde el otro lado de la habitación, sintió cómo su corazón se llenaba de ternura. Ver a Checo con la bebé en brazos le hizo imaginar un futuro que aún no había considerado del todo, pero que ahora no podía quitarse de la cabeza. En ese momento, hizo una promesa interna: algún día, vería a Checo sosteniendo a sus propios hijos, y sabría que ese sería el momento más feliz de su vida.

-Te queda muy bien eso de ser tío -bromeó Lando mientras se acercaba, dejando un suave beso en la mejilla de Checo.

-Tal vez algún día sea algo más que un tío -respondió Checo con una sonrisa, su mirada llena de amor mientras seguía sosteniendo a la pequeña.

Ambos intercambiaron una mirada que decía más que mil palabras. Estaban seguros de su relación, de su futuro juntos, y sabían que, sin importar las diferencias en sus culturas o sus familias, siempre tendrían el uno al otro.

Sigues con él  | Checo & Lando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora