Capítulo 8

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Ezra
*****

Solo a mí se me ocurriría volver semidesnudo en invierno.

Pasa, resulta y acontece que ahora estaba en cama. Un lunes con 39° de fiebre y con un paño frío para tratar de bajarla. Llevo una semana en cama tomando tés horribles y tapado entero.

Justo hoy que me sentía un poco mejor, me dio fiebre, justo cuando pensaba en volver a ver a Lina.

Lía llevaba toda esta semana cuidándome y se lo agradecía. Lo único que le reprocho es que no me devolvía mi celular; su único argumento válido es que ahora me tenía que recuperar y no pensar en una chica del otro mundo.

Mi contraargumento fue: "ella pensará que la estoy ignorando", contraargumento el cual no le dije porque me llevaría un regaño de arriba.

Llevo toda esta semana pensando en si debo o no decirle la verdad de lo que soy.

Quizás ella me acepte y podríamos ser felices. Si decidiese que sí se lo diría, ¿cómo le diría?.

"Soy un asesino que nació así", "Nací para matar", "Soy parte de esa leyenda que seguro conoces", pero y si ella no la conoce tendría que contarle la leyenda. O mejor le muestro mi mundo, ambos cruzamos y le enseño el hotel y todo lo demás.

Al día siguiente la fiebre ya había bajado, y me sentía considerablemente mejor y Lía por fin me había devuelto mi celular. Lo raro es que no había ni un solo mensaje de Lina.

[Hola, ¿cómo estás?] envié un mensaje. Minutos después apareció "visto". Creí que solo sería cuestión de minutos para que ella respondiera, pero no, pasaron cinco minutos, diez minutos y nada.

[¿Pasa algo?] texteé y envié. Nuevamente apareció "visto", y luego de un minuto salió "escribiendo".

[No, solo estoy ocupada]

Ok, no soy un experto en mujeres, ella es la primera mujer fuera de Lía y Maia con la que me comunico, pero estoy casi cien por ciento seguro de que pasa algo.

Diría que un noventa y nueve coma nueve por ciento. El resto de la probabilidad era "está ocupada realmente".

[¿Puedo saber en qué estás ocupada?] Envié, sintiendo un nudo en el estómago.

-SI LE PASA ALGO Y YO TE DIRÉ QUÉ, SE CANSÓ DE TÍ-

Ya empezamos de nuevo, voz de mierda...

[Estoy armando mi maleta]

Mierda, mi corazón se paralizó, mi cuerpo se heló de la nada, sentí una punzada en el estómago. Todo en cuestión de segundos. Traté de tranquilizarme, capaz solamente se iría un fin de semana con sus amigas.

-¿QUÉ AMIGAS? LLEVAS UN AÑO Y MEDIO ESPIÁNDOLA Y NUNCA ESTUVO CON UNA AMIGA, SOLO CON ARIA-

[¿Una maleta para qué?]

[Me voy a vivir con Aria, sabes, el chico que te presenté
esa vez]

Mierda, ahora sí mierda, la voy a perder.

Sé que no es mía, pero sí es mía.

Ella no se iría, no, ella no lo hará, debe haber algún malentendido. Seguro es eso, posiblemente ella se equivocó a la hora de escribir ¿y si no?.

Necesito llamarla, necesito ir a verla, pedirle que se quede en Foxley, suplicarle, decirle que yo la quiero. Contarle mi realidad. No puedo pensar con claridad, me siento abrumado y bloqueado.

Debo hacer algo para impedir que ella se vaya, debo ir a verla ya.

Crucé a su mundo esperando no llegar tarde. Ella no me había dicho cuándo se iría ¿y si ya lo había hecho para cuando yo llegase? No me dijo el nombre del pueblo a donde iría ¿y si no podía volver a verla?.

Llegué a su casa y llamé a su puerta, una y otra vez, nadie atendió.

-SEGURO LLEGASTE TARDE-

[Estoy afuera de tu casa, ¿estás en casa?] envié.

[No, lo siento. Salí a comprar unas cosas, vuelvo en quince minutos. ¿Necesitas algo?]

Un suspiro salió de mí y mi cuerpo se relajó; por lo menos ella aún no se había ido. Me relajé y le respondí:

[No, solo quería hablar contigo. Si no te molesta, te esperaré o puedo irme y volver luego.]

[No, no me molesta. Llego en un ratito.]

¿Qué le diría? No lo sé. Lo único que sé en este momento es que no la quiero perder. No la amo, pero sí la quiero.

-LA QUIERES O SOLO TE ACOSTUMBRASTE A LA RUTINA Y LA ADRENALINA DE VENIR A ESTE MUNDO-

La quiero, okey, voz de mierda. Me generas más ansiedad y pensamientos críticos que ayuda.

Ella llegó y ambos entramos en su casa. Dijo que, por suerte, su madre no llegaría hasta la noche y aún era muy temprano.

-QUIÉN EN SU SANO JUICIO VA A LAS 10:00 AM A BUSCAR A ALGUIEN SOLO PORQUE SE VA-

-YO SÉ LA RESPUESTA, TÚ-

-Tengo que cocinar. ¿Vamos a la cocina?

-Sí, está bien -respondí.

-¿De qué querías hablar? -preguntó, dándome la espalda mientras pelaba unas verduras.

-Sobre tu repentina mudanza. Quería saber cómo te sentías y por qué habías decidido irte así de la nada.

¿Acaso volvió Marc del infierno? Porque estaba bien muerto.

-Ah, eso. Me voy porque Aria lleva un tiempo tratando de convencerme de hacerlo y, bueno, por fin acepté. Nada malo podría pasar.

Sí, algo aún más malo. Que casualmente él muera antes de que tú te vayas a vivir con él.

-¿Hay un por qué tan repentino? -pregunté.

-Sí, ya no tolero vivir con mi madre y quiero vivir un tiempo en paz.

-¿Un tiempo?

-Sí, no pretendo irme para siempre. Solo serán unos dos meses o quizás un poco más.

-HAZLO-

No, voz, no puedo.

-TE ARREPENTIRÁS MÁS TARDE-

Pero y si lo toma mal.

-NO LO SABRÁS SI NO LO INTENTAS-

Okey, pero será tu culpa si me abofetea.

Tomé aire y me paré. Ella seguía de espaldas a mí. Mis nervios eran enormes, comparados aún con el tamaño del Burj Khalifa, en Dubái. La tomé de la cintura y la di vuelta suavemente; quedamos frente a frente. Con mi mano aún en su cintura la acerqué a mí suavemente, tomé coraje y la besé.

El mundo se paralizó para mí en ese momento.

En lo único que podía pensar era en ella. Sus ojos eran aún más lindos de cerca, su piel era más suave de lo que recordaba, sus pestañas eran realmente hermosas. Sus labios eran el infierno mismo, con cada roce sentía que me quemaba vivo y eso me encantaba.

Ambos nos separamos al cabo de unos minutos, ninguno dijo nada. Ella se dio vuelta nuevamente y solo en ese momento habló:

-¿Quieres almorzar conmigo?

-Sí, ¿por qué no?

Tormenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora