Capítulo 10

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Lina
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Con todo lo que pasó esa noche fuera de mi casa, ya me estaba arrepintiendo de irme de Foxley.
Sentir su cuerpo pegado al mío, sus labios rozando y quemándose junto a los míos, sus ojos irradiando lujuria y deseo. Y en mi mente, veía pasar mil posibles escenarios, todos con el mismo final.

Llevo una semana viviendo con Aria y realmente puedo decir que, luego de mucho tiempo, siento paz. Mi madre, por otro lado, me ha llamado unas cincuenta veces para pedirme la tarjeta y ha dejado unos cien mensajes. Al final, parece haberse resignado.

Por un momento, un leve trance se apoderó de mí.

Podía sentir todo y nada a la vez; mis sentimientos estaban apagados, pero sentía todo a mi alrededor. De repente, me vi sentada en la sala de Aria: yo en un sofá pequeño y él en el más grande.

Sentía la lluvia caer y el leve viento que corría, las chispas del fuego, y cómo Aria apretaba las teclas de su computadora.

-Zanahoria, te estoy hablando -dijo Aria, sacándome de mis pensamientos.

-Perdón, estaba... ¿Qué decías?

-¡SÍ, ADELANTE! DILE QUE PENSABAS EN EZRA Y EN LO QUE QUERÍAS HACERLE-

Shhhhh, vocecita, mejor haz silencio.

-¿Qué quieres para cenar? -volvió a preguntar.

-¿Cocinamos una lasaña?

-Sí, por mí no hay problema, pero... ¿sabes cómo se hace? Porque yo no tengo ni la más mínima idea.

-Y si mejor pedimos una pizza -respondí, y luego me reí. Era casi obvio que no sabía.

-Sí, mejor.

[Hola, angelito. ¿Cómo estás?] Un mensaje de Ezra.

[Algún día tendrás que decirme por qué me dices así. Estoy bien, ¿y tú?]

En ese preciso momento, recordé mi sueño: Ezra confesándome ser parte de aquella leyenda urbana. Leyenda de la cual yo no sabía si existía.

¿Y si le pregunto a Aria si conoce alguna leyenda en Foxley?, pero ¿qué haría si me dice que sí hay una? No estoy cien por ciento segura de querer saber con qué me voy a encontrar, ni de si quiero encontrarme con eso.

-FUE SOLO UN SUEÑO-

Pero ese sueño se sintió muy real; tuve una sensación de sinceridad y miedo a la vez. Fue demasiado real para ser un sueño.

-Aria -dije, llamando su atención, que estaba enfocado en su computadora.

-Dime, zanahoria. No me digas que ahora quieres otra cosa, porque ya pedí -respondió, dirigiéndome la mirada.

-No, no es eso. Solo quería hacerte una pregunta.

-Dime, soy todo oídos -contestó, cerrando la computadora y dejándola a un lado.

-¿Hay alguna leyenda en Foxley?

-¿Por qué me preguntas eso? Pero...

Justo cuando iba a responder, sonó el timbre.

-Yo abro -dije, pensando que sería la comida.

Al abrir la puerta, lo vi: estaba mojado, medio pálido por el frío, con los labios morados.

-Ezra, ¿qué haces aquí?

-Quería verte, necesitaba verte.

-Pasa, te traeré una toalla para que te seques. Acércate al fuego.

Fui a mi habitación en busca de una toalla. No me moví por unos segundos al sentir a alguien detrás de mí. Lentamente me di vuelta, esperando que no hubiese nadie.

-NO TE MIENTAS, NI LE MIENTAS AL LECTOR, ESPERAS QUE SEA EZRA-

-¿Por qué está él aquí? -preguntó Aria.

-No lo sé, pero tampoco voy a dejar que se enferme; está mojado y tiene frío.

Le llevé la toalla a Ezra junto a una manta. Sin embargo, a Aria parecía molestarle que él estuviera aquí, porque se encerró en su habitación después de que hablamos.

-Ven al baño, quítate la ropa y tápate con la manta. Dame tu ropa y la seco al lado del fuego -le expliqué, dirigiéndolo al baño.

-Bonita manera de decirme que quieres verme desnudo, angelito.

-Bonita tu manera de aparecer sin avisar -le refuté.

-Dime que no te gustó verme, y me voy -respondió, con la mirada fija en mis ojos, intentando descubrir algo en ellos.

-Me gustó, pero a Aria me parece que no -dije sincerándome.

-Aria puede irse y volver, y no me daría cuenta de que salió. Así de mucho me importa -una pequeña mueca que trataba de esconder su sonrisa se dibujó en su rostro-. Además, debes terminar algo.

-Aquí y ahora no. Dije que cuando volviera a Foxley lo suplicarías

Tormenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora