Capítulo 18

7 3 0
                                    

Ezra
*****

Lo último que esperaba era esa reacción por parte de Lina. Creí que vería miedo en su rostro, pero en cambio solo vi curiosidad e intriga. Quería saber más de mí.

Estaba por decirle que me quedaría con ella a dormir, pero mi celular vibró.

[Tienes quince minutos antes de que pasen los administradores, hay recuento.] Eros, como siempre, salvándome la vida.

-Angelito, tengo que irme. Hay recuento y si no llego tendré serios problemas.

-¿Recuento? -Mierda, no le había explicado todo. Pero es que su reacción me nubló la mente.

-Mañana vendré por ti, tengo mucho que explicarte y mucho más que mostrarte. Ahora tengo diez minutos para llegar. Nos vemos.

Salí por la ventana y, luego de diez minutos, llegué a mi mundo. Faltaban cinco minutos antes de que pasaran los administradores.

-Hasta que llegas, mierda. Me vas a matar, dime, ¿qué pasó? -dijo Lía abriendo la puerta de la habitación y cerrándola una vez que entré.

-Haz silencio, cuando pasen los administradores te cuento qué pasó.

Unos minutos después, la puerta de nuestra habitación se abrió y una linterna nos iluminó para corroborar que dormíamos y no fingíamos. Por suerte, Maia nos había alertado sobre la nueva técnica, así que nos colocamos boca abajo y nos tapamos las cabezas.
Aproximadamente unos diez minutos después, ya era obvio que los administradores se habían ido, y Lía dio un salto a mi cama, comenzando mi tortura.

-¿Qué te dijo? ¿Te miró raro? ¿Le dijiste todo? ¿Le contaste que la espías desde hace un año y medio?

-Okey, baja el volumen y escucha -le puse una almohada en la cara para que se callara por un momento-. Ella me preguntó si yo era parte de esa leyenda.

-¿Viste? Sabía que conocía la leyenda. ¡Todos la saben!

-O te callas o no te cuento -la golpeé con la otra almohada-. Ella solo sabía que existía una leyenda, pero no la conocía. Se la conté yo.

-¿Y qué pasó? ¿Por qué te quedas en silencio? No me digas que... ¿irás al exilio voluntario?

-No, no es eso. Mañana la traeré a nuestro mundo.

-¿Estás seguro? ¿Y si la encuentran?

-No lo harán, vendrá durante el día. Ningún administrador lo notará.

-Te has vuelto loco, y quiero ver hasta dónde llegas. La primera "normal" en un mundo de asesinos. En nuestro mundo de asesinos.

-Necesito que hables con Maia y Eros. Quiero que ellos también la conozcan.

-Entendido.
Ya era evidentemente tarde era mejor descansar bien y tener energía para lo que tenía pensado hacer.

Mierda, hoy iba a traer a Lina a mi mundo y, en realidad, tengo miedo. Las cosas podrían salirse de control. ¿Y si la descubren? ¿Y si nos descubren? Empecé a dudar de mi decisión de que ella se adentrara en este mundo. Lo único que sé ahora es que siento alivio. Por fin me conocería.

[¿Quieres conocer y adentrarte en un mundo donde tus más bajos instintos podrán ser libres?] Le escribí en un mensaje que dudé en enviar, pero finalmente lo hice.

[Desde el día que te arriesgaste a que te vean por ayudarme, quise saber más de ti. Esto no cambiará mi opinión.]

[Llego en diez minutos a tu casa.]

Crucé el puente que conectaba nuestros mundos. Mis pensamientos me atacaron una y otra vez, recordándome que podría ponerla en peligro.

Tomé aire y lo contuve por unos segundos, tratando de calmar los nervios que brotaban en mí cuando vi a Lina salir de su casa.

-¿Vamos? -me preguntó, tomándome de la mano.

Con mi otra mano, tomé su mentón y la miré a los ojos.

-¿Estás segura de querer hacer esto? Dudo que haya una salida -acaricié su mentón con mi pulgar.

Yo más que nadie sabía que esto no era para cualquiera y ella debía tomar esta decisión, no podía decidir por ella. Cambiarle la vida usando de excusa "el hecho que la quiero" sería todo menos un acto de cariño.

-No te preocupes, nunca estuve tan segura de algo en mi vida -tomó mis manos y sonrió-. ¿Vamos?

-Si alguien te habla, espera a que yo hable primero -mierda esto es realmente estresante-. Espero que no nos encontremos con ningún administrador -hablé más para mí que para ella.

Todo lo que podía salir mal vino a mi mente en mil imágenes diferentes.

Caminamos hacia el puente. Ella seguía tomada de mi mano. Nunca tardaba más de cinco o siete minutos en llegar, pero en esta situación se me hizo eterno.

-RELAJA QUE TE VAN A DELATAR LOS NERVIOS.-

Si pudiera relajarme, ¿no crees que ya lo habría hecho? No puedo, no ahora. ¿Qué mierda haré si la descubren? ¿Si le hacen algo? ¿Y si... Estaba entrando en una crisis de preguntas sin respuestas comencé a adelantarme a algo de lo cuál no podía estar seguro de que pasaria. Pero su voz me saco de ese trance.

-Si no estás preparado, podemos hacerlo otro día -dijo Lina soltando su agarre y pasando su mano por mi cuello, acariciándolo suavemente.

-Estoy bien, pero no quiero ni pensar en que te puedan lastimar... -no terminé de decir lo que tenía en mente cuando ella me interrumpió.

-¿Quién me va a hacer daño? -En su mirada no había miedo, era otra cosa... ¿curiosidad?

Maldita curiosidad, acaso no escucho que la curiosidad mato al gato.

-No permitiría que nadie te lastime -sonreí, suspiré, y volví a tomar su mano.

Cruzamos el puente y entramos en mi realidad. Nuestra realidad, ahora.

Mi mente se fue apagando, relajándose. Mis sentimientos se apagaban solos, no quería que pasara. No sé qué me ocurre.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, tan fuerte que solté la mano de Lina. Intenté controlarlo, pero no pude. Lo único que pasaba por mi mente eran pequeñas imágenes de Lina muerta. En todas ellas, estaba en un ataúd, su piel pálida, sus labios morados.

¿Qué mierda me pasa? No lo sé.

Esto no me había pasado antes. Me siento raro. Sé que soy yo, pero casi no reconozco mi cuerpo. No sé cómo manejarlo, es como si mi mente estuviera encerrada en una jaula de metal.

Lina notó mi cambio y pasó su mano por mi nuca, acariciándola. Habló.

-No apagues tus sentimientos, no los bloquees. Sé tú mismo todo el tiempo. Quiero conocerte tal cual eres -sonrió. Con sus manos acunó mi cara y me dio un beso.

Volví en mí, recuperé el control.

-Está bien, vamos -sonreí como si nada, exactamente como ella había hecho. No podía detenerme a explicarle algo que ni yo entendía-. Mira, allí está el hotel -habíamos caminado por el caminito de piedras, y ya se veía el hotel.

-Oh, este lugar es realmente... imponente -por fin, algo la sorprendió.

Antes de llegar al hotel, necesitaba algo, solo una cosa. Tomé a Lina de la cintura y la acerqué a mí. Su respiración se aceleró, su pecho subía y bajaba, pero intentaba ocultarlo.

Acuné su cara con mis manos y la besé. Eso me relajó, realmente lo logró. No fue un beso intenso, más bien fue tranquilo y cariñoso.

-Cada vez que te beso o me acaricias, siento que vuelvo a ser yo. Siento que no me pierdo -suspiré casi sin querer hacerlo-. Me da miedo sentir esto por ti, Lina. Me da tanto miedo que no sé cómo decirlo para que llegues a entenderlo.

-Puedes besarme cada vez que sientas que te vas a perder, si eso significa que no lo harás. Puedo acariciarte si no es el momento para un beso. No dudes que estaré aquí para ti.

Tormenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora