Ezra
*****Acompañé a Lina a su casa después de estar todo el sábado en el hotel conmigo y los demás. Debo admitir una cosa, y es que tuve más miedo del que había supuesto tendría, cuando Adam entró en la habitación. Él le había sostenido la mirada a Lina, intentando saber quién era, pero luego hizo como si no estuviera.
Algo hizo que no le diera importancia. Seguro fue el hecho de que necesitaba a Maia.
Volví al hotel y me dejé caer en mi cama. Respiré profundo al darme cuenta de que todo había salido bien, al menos mejor de lo que mi mente imaginaba. Mi celular vibró, y al revisarlo, vi que era Lina.
[Gracias por acompañarme♡]
[Gracias por pasar el día conmigo] respondí, pero no salí del chat porque aún marcaba que estaba en línea.
[Tengo que contarte algo que me pasó estando contigo en el hotel] Al leer su mensaje, mi piel se erizó casi instantáneamente.
[Dime] Fui cortante y seco, pero no sabía qué más poner ante tal mensaje.
[Por un momento, cuando describías la primera vez que me habías visto, no supe cómo sentirme]
[No controlaba mis emociones, no sabía si realmente estaba sintiendo algo]
[Fue demasiado raro]
Lía entró en la habitación haciendo demasiado ruido, más de lo normal, diría yo.
—¿Y tú qué haces?— me preguntó, y de un salto, cayó en su cama.
—Intento entender un mensaje de Lina. O sea, entendí lo que me dice, pero no sé cómo responderle— me sinceré. Quizás ella me podría ayudar.
—Déjame ver… — Vino a mi cama, se sentó a mi lado, tomó mi celular. Creí que se reiría, pero su expresión fue fría.
—...No creo que sea verdad. Realmente no puede ser. ¿Verdad? ¿A qué se refiere con que no cree que sea verdad? ¿Qué es lo que no puede ser?
-¿LINA APAGÓ SUS SENTIMIENTOS?-
¿Qué hizo qué? No puede ser, es imposible que alguien que no sea como nosotros pueda hacerlo.
—¿Lina no es igual a nosotros, verdad?— me preguntó con el rostro más serio que había visto de su parte.
—No, ella es del otro mundo. Quizás lo explicó mal— murmuré.
Quizás no supo cómo explicarlo, o quizás nosotros estamos entendiendo mal.
Lía, aún con mi celular en su mano, escribió en el chat:
[Necesito que me expliques bien qué fue lo que pasó exactamente] Lo envió sin siquiera preguntarme si estaba bien si lo hacía o no.
[No sé qué quieres que te explique. Fue solo eso] respondió unos minutos más tarde, pero Lía aún seguía con mi celular.
Yo me quedé pegado a ella, leyendo lo que escribía.
[Exactamente quiero que me expliques "no sabía si realmente estaba sintiendo algo", eso] le respondió Lía.
[Ah, eso. Por un momento, sentí que mi mente se nubló. No me lo puedo ni siquiera explicar. Yo nunca me había pasado. Me vi vacía y sin sentimientos]
[Pero...]
[Mi mente dio un vuelco, y sentí de todo. Sentí ganas de abrazarte y no soltarte, pero a la vez, quería salir corriendo]
[Fue la primera vez que alguien me describía así, como tú lo hiciste]
—Tiene que ser eso… — Me dijo Lía, señalando el último mensaje. —Nunca nadie la había descrito así, como con amor y ese toque de perfección que tú le diste.
—¿Toque de perfección?— Pregunté sin entender eso último.
—Sí, la describiste como si fuera un ángel bajado desde el mismísimo cielo, como si cada parte de ella llamara toda tu atención— Me sonrió y me devolvió mi celular. —La describiste con amor, Ezra.
Amor, no puedo amarla. No debo amarla.
-NO PUEDES CONTROLAR LO QUE SIENTES. BUENO, SÍ, PERO ESO NO-
-O QUIZÁS SI NO SE ME ESTRESA SER PARTE DE TU CABEZA-
No quiero amarla, no quiero amar a nadie. El amor te hace débil. Quiero quererla, pero al amarla me dejo de amar a mí mismo. Si la amo, ella podría hacerme más daño de lo que cualquier otro ser podría.
[Descansa, angelito] Ahora no podía responder otra cosa que no fuera eso. Sé que había admitido a Lía que la amaba, que amaba a Lina, pero esto fue diferente.
Fue como si tuviera que admitirlo para mí mismo.
Dejé mi celular a un lado de mi cama y cerré los ojos. Lía me hablaba de algo a lo cual ni siquiera le presté atención. No podía hacerlo. De un momento a otro, dejé de oírla. Segundos después, me quedé dormido.
.........
Abrí los ojos porque un rayo de luz me daba justo en la cara. Miré hacia la cama de Lía y ella no estaba. ¿Dónde estaría a esta hora de la mañana? Al agarrar mi celular, vi que eran las 12:45 a.m. Era más que tarde, y yo creía que eran las 8:30 a.m. Era más que obvio que no estaría en su cama.
Debería estar en el salón del hotel esperando a que sirvan el almuerzo.
Me levanté, fui al baño de la habitación y me lavé los dientes. Bajé al salón y ahí estaba ella. Me senté a su lado.
—¿Por qué no me despertaste? Es demasiado tarde —le reproché.
—Sí lo hice. Te hablé cinco veces y dijiste que tenías demasiado sueño, que querías dormir —se rió en voz baja para que los demás no oyeran—. Estuve a punto de tirarte una remera mojada en la cara, pero llegó Maia y dijo que te dejaría tranquilo.
—De nada —dijo Maia asomando por un costado de Lía.
—Gracias —contesté y miré mi celular. Esperaba un mensaje de Lina, pero no hubo nada.
—Ayer encontré lo que parecía ser un hotel abandonado. ¿Quieren ir conmigo a ver qué tiene? —preguntó Eros, quien acababa de llegar y se había sentado a mi lado.
—Sí, porque no —dijo Maia mirando a Lía—. Nosotras vamos. ¿Y tú, Ezra? —me preguntó. Miré mi celular y después a mí. Sabía a qué se refería.
Dejé el celular en la mesa y respondí:
—Me parece bien. Pensaba pasarme el día acostado, así que me viene bien.
Terminamos de almorzar y salimos del hotel. Pasamos por el pueblo y llegamos a lo que parecía ser un pequeño bosque.
—¿Hay que atravesar este mini bosque? —preguntó Lía.
—Sí, está del otro lado —respondí.
Cruzamos el mini bosque, como lo había llamado Lía, y vimos lo que parecía ser un hotel abandonado. Al adentrarnos en él, notamos que no era un hotel, sino un hospital psiquiátrico que había sido abandonado.
Revisamos cajones de lo que parecía ser la recepción, y encontramos archivos de hacía veinte años y otros mucho más viejos. Muchas de las habitaciones habían sido destrozadas, y otras aún seguían en pie, algo polvorientas pero con las camas intactas y aún con cristales en la ventana.
Revisamos habitación por habitación, hasta llegar a la última del pasillo. Al parecer, no podríamos entrar en ella porque la puerta tenía llave.
—Con cuidado —dijo Eros antes de patearla unas cinco veces. A la sexta vez, la puerta se abrió.
Aquella habitación parecía un almacén. Tenía mordazas, trajes de seguridad, de esos que les ponen a los pacientes que son peligrosos. Había cadenas y muchas, demasiadas cajas con agujas y jeringa.
Todo ese lugar era más raro de lo normal. Digo es un hospital psiquiátrico es raro por naturaleza, pero se sentía aún más raro.
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Tormenta
RomanceAmbos mundos son bastante diferentes, pero ninguno de los dos mundos son lo suficientemente buenos para el otro. Nadie creería que el mismo día que tú lloras la muerte de tu padre él te comienza a vigilar, pero lo conocerías un año después. El pasa...