Dónde Bakugou Katsuki conoce a la nueva estudiante de intercambio de México, Elita Sato. Una chica semidiosa con linaje de los dioses del mictlán, Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl.
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Realmente era difícil decir que Bakugou podía ser un posible "amigo" ya que su carácter es jodidamente asqueroso, entre más pienso que podemos ser amigos más pienso en que somos polos muy opuestos. Mientras a él lo llama la destrucción y el actuar sin razonar a mí me llama la tranquilidad y el razonamiento. Además entre gustos más comunes es obvio que a él le gusta la música de rock o metal, esa música que parece que estás escuchando una licuadora. Y si bien a mí me gusta el rock gracias a Måneskin y a AC/DC mi gusto en música es muy variado, no me centro en un solo género.
Mientras pensaba en todas las cosas que nos hacían polos opuestos a mi y a Bakugou no me había dado cuenta que ya estaba en la escuela.
Caminé por los pasillos para llegar al baño, me encontré a Aoyama hablando por teléfono, en cuánto me vió se puso nervioso y giró la cabeza hacia otra dirección para no verme, qué extraño.
Entré rápidamente al baño, mientras retocaba mi maquillaje escuché a unas chicas hablar.
— ¿Si viste al rubio de la clase 1A? Creo se llama Bakugou
— ¿El que ganó el festival deportivo?
— ¡Si, ese! Me gustaría pedirle su número, se me hace alguien interesante, ¿sabes? Como esos tipos rudos de los fanfics
— ¡Olvídalo! Ese rey del mal genio es un caso perdido, escuché que muy pocas chicas o si no es que ninguna tiene su teléfono...
Bakugou realmente era alguien popular por su don y aura fuerte, sin embargo ese carácter de mierda lo alejaba de todos. Algo dentro de mi se sintió orgullosa de que yo tenía el número de él y ni siquiera yo se lo pedí, él me buscó, touché.
Salí del baño y caminé al salón, la misma rutina, saludar a mis amigos para después mirar a Bakugou y sentarme a un lado de él.
Estaba perdida en mis apuntes cuando me sacó de mis pensamientos una bolsa con una caja de pokis de fresa y unos mochis mini del mismo sabor.
— ¿Uh?...
— Gracias...—dijo una voz seria, giré mi cabeza, se trataba de Bakugou quien estaba mirando hacía enfrente cruzado de brazos— Por la tarea de historia, ¿Quién diría que una extranjera sabía más de mi propio país que yo? Estuvo bien tu tarea...
— Oh... ehm, de nada.... No, gracias —sonreí— Obvio que se de la historia de Japón, después de todo mi mamá es japonesa —tomé primero la bolsa de los mochis, en todos estos meses que llevo aquí en Japón jamás había probado uno, incluso trate de hacerlos pero no me salió muy bien, los que me dió Bakugou eran chicos y súper esponjosos, olían a fresa incluso si todavía no había abierto la bolsa.
— ¿Por que te quedas maravillada con unos simples mochis? Eres rara
