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P.O.V Katsuki Bakugou

El humo se disipaba lentamente, dejando atrás la imagen devastadora del campamento destruido. El corazón me latía con tanta fuerza que sentía que iba a romperme las costillas. Elita... secuestrada. Los hijos de puta de la Liga de Villanos la habían tomado, y lo peor de todo es que no pude hacer nada para evitarlo.

—¡Malditos inútiles! —grité, lanzando mi puño contra el tronco de un árbol cercano. La corteza se astilló bajo la fuerza del impacto, pero no era suficiente. Nada lo era. Sentía como si una jaula de impotencia y rabia se cerrara sobre mí, y todo lo que podía hacer era gritar y golpear.

Los demás estaban cerca, heridos y agotados, pero eso no calmaba mi enojo. ¿Cómo se suponía que iba a protegerla si ni siquiera pude detener ese ataque? Me había prometido a mí mismo que cuidaría de Elita, que no dejaría que nada le pasara, y ahora... ¡ahora estaba en manos de esos malditos villanos!

Deku, Todoroki, Iida, Momo... todos estaban igual de devastados, pero era yo quien sentía que el peso del mundo se cernía sobre mis hombros. Los profesores nos decían que teníamos que regresar, que los héroes se encargarían de rescatarla. ¡Pero yo sabía la verdad! Sabía que no podría confiar en ellos. Ya habían fallado una vez. No podía permitir que volvieran a hacerlo.

—¡Esto es culpa de ustedes! —bufé, girando hacia los demás. Mis ojos se clavaron en ellos como cuchillos—. ¡Si hubieran sido más rápidos, más fuertes, Elita estaría aquí, con nosotros!

— Bakugou... —intentó decir Deku, con ese tono molesto de siempre, como si entendiera cómo me sentía.

—¡Cállate, Deku! —le corté, avanzando hacia él con los puños cerrados—. ¡No tienes idea de lo que estoy sintiendo ahora mismo!

—¡Eso no es cierto! —respondió Deku, levantando la voz más de lo que esperaba—. Todos estamos sufriendo, todos queremos salvarla. Pero si nos dejamos llevar por la desesperación, no vamos a poder hacer nada por ella.

Sentí como si sus palabras fueran un balde de agua fría sobre mi ira. Pero no me calmé, no podía hacerlo. No cuando Elita seguía en peligro.

— Tenemos que hacer algo —murmuró Todoroki, su tono frío, como siempre, pero con una determinación que rara vez mostraba—. No podemos esperar a que los héroes actúen. Si esperamos, podría ser demasiado tarde.

— Tiene razón —añadió Iida, levantándose a pesar de sus heridas—. Debemos idear un plan, algo que nos permita encontrar a Elita y traerla de vuelta.

Un silencio cayó sobre nosotros mientras las palabras se asentaban en nuestras mentes. Sabíamos que era peligroso, que estábamos desafiando todo lo que nos habían enseñado. Pero también sabíamos que no podíamos quedarnos de brazos cruzados.

— Lo haré —dije finalmente, con la voz más baja pero llena de resolución—. Juro que la traeré de vuelta, incluso si eso significa que tengo que enfrentarme a cada uno de esos bastardos yo solo.

— No estarás solo, Bakugou —dijo Momo, su voz suave pero firme—. Somos un equipo. Vamos a salvarla, juntos.

El viaje de regreso fue un borrón. Apenas sentí el dolor de mis heridas, la frustración alimentando cada paso que daba. El hospital estaba lleno de héroes heridos, pero mi mente no estaba ahí. Estaba con ella, con Elita, y la promesa que hice de protegerla. Una promesa que aún tenía que cumplir.

Nos reunimos en una sala vacía del hospital, alejados de las miradas inquisitivas de los médicos y otros héroes. Cada uno de nosotros tenía una idea, una pieza del rompecabezas que necesitábamos para rescatar a Elita.

—La Liga de Villanos tiene una base oculta —dijo Deku, su voz baja pero firme—. Según la información que tenemos, está en un lugar donde nadie pensaría buscar.

—Si logramos entrar sin ser detectados, podríamos sacar a Elita antes de que se den cuenta de lo que está pasando —añadió Todoroki.

—Pero necesitaríamos una distracción —intervino Iida—. Algo que los haga concentrarse en otra cosa mientras nosotros nos infiltramos.

Mientras ellos hablaban, yo me quedé en silencio, dejando que sus palabras formaran un plan en mi mente. Sabía lo que tenía que hacer, lo que necesitaba hacer.

—Yo seré la distracción —dije de repente, cortando el flujo de la conversación. Todos se giraron hacia mí, con diferentes grados de sorpresa y preocupación en sus rostros.

—Bakugou, eso es demasiado arriesgado —objetó Momo.

—No me importa —respondí, mirando a cada uno de ellos a los ojos—. Haré lo que sea necesario para traerla de vuelta. No me importa lo que me pase, siempre y cuando Elita esté a salvo.

No hubo más objeciones. Sabían que no podían detenerme. Sabían que estaba dispuesto a arriesgarlo todo.

—Entonces es un trato —dijo Todoroki finalmente, asintiendo con la cabeza—. Nos aseguraremos de que esto funcione, Bakugou.

Asentí, sintiendo cómo la determinación reemplazaba la impotencia que me había estado consumiendo. No podía fallar. No iba a fallar.

Esa noche, mientras las luces del hospital parpadeaban a mi alrededor, me permití un momento para cerrar los ojos y pensar en Elita. En su risa, en la forma en que me desafiaba, en cómo había prometido protegerla, sin importar lo que pasara.

—Te encontraré, Elita —murmuré para mí mismo—. Y cuando lo haga, esos malditos villanos pagarán por lo que te hicieron.

Era una promesa. Una que estaba decidido a cumplir, sin importar el costo.

 Una que estaba decidido a cumplir, sin importar el costo

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Cempasúchil | Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora