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Llegamos Elita y yo a un rito ceremonial en una pirámide, algo lejos de la ciudad

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Llegamos Elita y yo a un rito ceremonial en una pirámide, algo lejos de la ciudad.

Al bajar del carro me percaté de lo imponente que era el lugar, no solo por la gran pirámide que de por sí sola por su estructura imponía demasiado, era el lugar, él como había antorchas por todos lados, flores y demás estatuas entorno a dicho dios, Elita me había comentado que se llaman xantiles.

Entramos a la pirámide y los guerreros que custodiaban la entrada nos dejaron pasar. Al pasar me quedé anonadado al ver cómo era, en las paredes tenían talladas historias de lo que relataban como era México-Tenochtitlán, estas historias recibían el nombre de "códices" era una locura pensar que hubo gente mucho antes que nosotros que retrataban estas historias.

Al pasar al lugar de la ceremonia a Elita la llevaron al centro donde sería el rito, la sentaron junto a los demás descendientes de dioses, a mí me sentaron en unos lugares donde estaban los invitados especiales de los descendientes, cerca de ellos. En lo que comenzaba la ceremonia me sentía nervioso y algo incómodo, dentro de los invitados especiales se encontraban héroes mexicanos profesionales, algunos brujos o familiares, me sorprendía el echo de que yo era el único extranjero ahí y eso me hacía sentirme incómodo. Si pensaba que quizá Elita había preferido traerme a mi en lugar de a su padre me hacía sentido si lo comparaba por cómo reaccionó su papá al verme, me sentía nervioso.

Elita me calmaba con solo miradas ocasionales, como si leyera mi mente y supiera lo que pensaba, al verla me sentía más calmado. Miré de reojo el recinto y en las demás bancas estaban los chicos de la U.A, mis compañeros de clase y profesores, me miraban con sonrisas (quizá de burla por parte de Kirishima y Denki al verme tan tenso) cuando me vieron sentado en la zona de invitados especiales.

Poco a poco se fueron apagando las luces quedando solo iluminados con las antorchas. Por medio de una plataforma salía del subsuelo el dios heredero de Huitzilopochtli, Eztli.

Cuenta la leyenda que cuando los dioses bendijeron al grupo de mortales para defenderlos de la conquista, el dios Huitzilopochtli se había negado a brindar su don.

Tiempo después y tras la victoria de la derrota de la conquista muchas guerras se aproximaron ya que demás países se querían adueñar de la grandeza de estas tierras, sin embargo, en esta ocasión el dios Huitzilopochtli ayudó a los demás guerreros semi-dioses en el campo de batalla, pues la gran mayoría todavía eran novatos en cuestiones de usar de forma adecuada sus dones.

En un momento perdido el dios pensó que ya era tiempo de donar parte de sus dones, sin embargo él no lo iba a ser como todos los demás dioses bendiciendo a un guerrero mortal en específico y que vaya en generación en generación, él lo iba a hacer diferente.

Del costado de su torso y con ayuda de una piedra de obsidiana se hizo una herida algo profunda, gotas de sangre comenzaron a derramarse cayendo al suelo. De las gotas comenzó a crecer la figura de un guerrero de cuerpo grande, piel de color azul como el cielo, ojos dorados como el oro, cabello largo de color verde que aveces parecía ser de plumas. Era un guerrero que había salido directamente de la sangre de aquel dios, conservando sus poderes originales y él tenía la capacidad de potenciarlos a un más, bien es cierto que los dioses siempre tienen sus jugadas y en el caso de Huitzilopochtli fue esperarse al momento indicado para heredar sus poderes de la forma más memorable posible.

Cempasúchil | Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora