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El día había empezado como cualquier otro

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El día había empezado como cualquier otro. Las clases de la U.A. seguían con la misma rutina de siempre: entrenamiento, teoría, más entrenamiento, y algún que otro enfrentamiento amistoso entre los compañeros. A pesar de la intensidad de los entrenamientos y de lo exigentes que eran los profesores, me sentía motivada.

Estaba a mitad de la clase cuando el profesor Aizawa entró en el aula después de un día más de entrenamiento, con esa mirada severa que siempre parecía llevar encima. Sin embargo, hoy algo en su expresión me pareció diferente. Había un brillo leve, casi imperceptible, que no pude descifrar de inmediato. Todos tomaron asiento rápidamente, como si supiéramos que venía un anuncio importante.

— Muy bien, jóvenes, tomen asiento. Les tengo que dar una noticia importante —dijo, sin rodeos.

El aula quedó en silencio. Hasta Bakugou dejó de tamborilear los dedos sobre el escritorio, aunque seguía con ese aire de desinterés que siempre llevaba.

— Antes de que acabe su segundo año en la U.A, los demás profesores y yo hemos considerado que ya es apropiado que hagan un viaje a otro país, con el objetivo de completar su entrenamiento —continuó Aizawa, con voz firme— Además, servirá como un intercambio cultural, donde enriquecerán sus conocimientos de cultura general.

Los murmullos empezaron a llenar la sala. La emoción de los estudiantes era palpable. Podía ver a Mina moviéndose en su asiento, ansiosa, y a Kaminari con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿A dónde iremos? —preguntó Kaminari, sin poder contener su curiosidad.

—Ni idea, pero suena emocionante —le respondió Mina con una gran sonrisa.

Aizawa mantuvo su postura tranquila, esperando a que el aula se calmara antes de soltar la bomba.

—El país al que iremos por tres semanas será México —anunció finalmente.

En ese momento, sentí cómo mi corazón dió un salto de felicidad. Mi cuerpo se tensó, pero no de nervios, sino de pura emoción. Volvería a casa, aunque solo fuera por unas semanas. No había imaginado que esto fuera posible tan pronto, escuchar el nombre de mi tierra, de donde vengo, me llenó de una calidez indescriptible.

Mis compañeros estallaron en gritos de sorpresa y entusiasmo. Todo el mundo estaba emocionado. La idea de viajar a otro país, a un lugar tan distinto, era algo que nos sacaba de la rutina y nos prometía nuevas experiencias.

—¡Vamos a México! —gritó Mina, levantando las manos como si ya estuviera preparándose para la fiesta.

—¿A México? ¡Eso suena increíble! —exclamó Sero, igual de emocionado.

Mientras tanto, yo seguía procesando lo que significaba volver a México después de tanto tiempo. En cierto modo, sentía una mezcla de alegría y nostalgia. México no era solo un lugar para mí, era parte de mi esencia, de lo que soy. Volver allí, aunque fuera como parte de un entrenamiento, me hacía sentir como si estuviera regresando a mis raíces.

Deku se giró hacia mí, con esa sonrisa amable que siempre llevaba puesta.

—¡Elita, vamos a ir a tu país! —dijo, con entusiasmo genuino en sus ojos—. ¡Qué emocionante debe ser para ti!

Le sonreí de vuelta, aunque por dentro sentía que las palabras no eran suficientes para expresar lo que pasaba por mi mente. No era solo emocionante. Era algo más profundo. Me invadió una sensación de orgullo, de volver a mis raíces como una heroína en formación. Y además, me preguntaba qué significaría para mí estar de vuelta en ese lugar, después de haber pasado tanto tiempo lejos, en Japón, forjando una vida diferente.

Aizawa prosiguió con los detalles del viaje, mencionando que visitaríamos la Escuela Mexicana de Jóvenes Héroes, una institución con la que la U.A. tenía relaciones, la escuela en donde yo estudié. Al parecer, trabajaríamos juntos en entrenamientos y aprenderíamos más sobre las costumbres, los héroes y los héroes de linaje de los dioses como yo. Todo sonaba fascinante, pero para mí, la idea de caminar de nuevo por las calles de mi país era lo que más me emocionaba.

Mientras los demás hablaban y comentaban entre ellos lo genial que sería el viaje, yo no pude evitar perderme en mis propios pensamientos. Casi podía sentir el calor del sol mexicano, el olor a comida en los mercados, los colores vibrantes de las calles...

Este viaje significaba mucho más que un simple intercambio cultural o una oportunidad para entrenar. Era una oportunidad para reconectar con la parte de mí que había dejado atrás. Y por primera vez en mucho tiempo, me permití emocionarme de verdad.

 Y por primera vez en mucho tiempo, me permití emocionarme de verdad

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Cempasúchil | Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora