Capítulo 11

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La puerta se cerró tras Morian con un golpe seco, dejándome sola en la celda con el peso de sus palabras. La idea de ser forzada a participar en una ceremonia que no solo traicionaba mi dignidad, sino también la memoria de mi familia, me llenaba de una desesperación palpable. No solo debía enfrentar la cruel realidad de mi situación, sino también la certeza de que mi destino estaba atado a las decisiones de un demonio despiadado.

Mi mente daba vueltas mientras intentaba asimilar lo que acababa de escuchar. La celda parecía volverse aún más opresiva, el aire más denso. Cada rincón del pequeño espacio se sentía como una prisión no solo física, sino emocional. La perspectiva de ser forzada a una unión íntima con Morian era una herida abierta, y el pensamiento de no tener una opción real me consumía.

Mis manos temblaban mientras las apretaba en puños. Sentí un nudo en la garganta, una mezcla de rabia y resignación. No había escapatoria, tenía que encontrar una manera de aprovechar cualquier oportunidad que pudiera surgir. No podía simplemente rendirme.

Las horas parecían estirarse, el tiempo se volvía casi tangible, un enemigo que me atormentaba con su lentitud. La desesperación y el odio se mezclaban en un torbellino de emociones mientras pensaba en Isadora y el papel crucial que ella había jugado en todo esto. Si mis opciones eran limitadas, tal vez debía considerar qué sabía ella y qué papel podría jugar en todo esto.

Finalmente, decidí que no podía seguir esperando sin actuar. Me levanté y me acerqué a la puerta de la celda, golpeando el metal con desesperación.

—¡Isadora! —mi voz resonaba en el pasillo, un grito de desesperación que se desvaneció en el silencio.

Isadora apareció de nuevo ante mi, su presencia etérea emanando una mezcla de esperanza y desesperación.

— Necesito que me cuentes más.

—El rito que él busca es extremadamente antiguo y complejo. No solo requiere la unión física, sino también una serie de condiciones mágicas que deben cumplirse para asegurar que la maldición se rompa de manera efectiva. La conexión entre los linajes debe ser auténtica y profunda.

La revelación de Isadora iluminó la sombría historia detrás de la maldición, aunque no reducía el peso de la carga que llevaba. Aún estaba atrapada en una celda con un destino incierto, y el conocimiento de la maldición no hacía más que profundizar mi desesperación.

—Entonces, si la única forma de romper la maldición es a través de una unión auténtica, ¿qué puedo hacer para protegerme? —pregunté, buscando cualquier consejo que pudiera ofrecerme.

Isadora me miró con una mezcla de simpatía y frialdad.

—Solo te diré qué si decides hacerlo voluntariamente, asegúrate de mantener el control todo lo que puedas. Morian es despiadado, pero también tiene sus debilidades. Usa tu ingenio para buscar cualquier ventaja que puedas obtener. No es una solución perfecta, pero es mejor que no hacer nada.

Su mirada se tornó más aguda, casi como si estuviera midiendo mis posibilidades.

—Además, hay algo más que debes saber. No podrá resistirse a ti. Nunca se ha resistido a pasar una noche con una mujer. Es la debilidad que puedes aprovechar. Si decides utilizar eso, ten cuidado, pero recuerda que tienes una oportunidad. Solo asegúrate de mantener el control de la situación en todo momento. Y que tras eso... no olvides matarlo.

Las palabras de Isadora resonaron en mi mente mientras se alejaba, dejándome con más preguntas que respuestas. Si bien sus palabras ofrecían una pequeña chispa de esperanza, la realidad seguía siendo brutal. Aceptar lo que estaba a punto de suceder no era una opción que deseaba, pero era la única que parecía viable para sobrevivir.

Esa noche, me senté en el suelo de la celda, la mente repleta de estrategias y posibles maniobras. Sabía que debía prepararme para lo que vendría, y cualquier pequeño detalle que pudiera utilizar a mi favor podría marcar la diferencia. Mi decisión estaba tomada: iba a sobrevivir, y usaría cada oportunidad para desafiar a Morian y cambiar mi destino, sin importar lo que costara.

Cautiva del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora