Capítulo 9

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El eco de las palabras de Morian aún resonaba en la celda cuando desperté. Las palabras de los demonios seguían perforando mi mente, y su amenaza se había convertido en una carga abrumadora. Las sombras en la celda se volvían más densas, como si quisieran envolverme por completo.

El tiempo parecía detenerse en ese lugar.

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando un ruido inusual interrumpió el silencio. Esta vez, una figura etérea y deslumbrante apareció en la celda.

Era una mujer con cabello rojo como el fuego, su apariencia era a la vez imponente y sobrenatural. Su presencia llenaba el espacio con una energía ardiente que contrastaba con la oscuridad que me rodeaba. Sus ojos brillaban con una intensidad que parecía atravesar la penumbra, y a pesar de su naturaleza incorpórea, había una majestuosidad en su ser.

Me levanté lentamente, sintiendo una mezcla de sorpresa y temor. La figura se acercó con una gracia casi celestial, y su mirada estaba cargada de una profunda tristeza y determinación.

—Tú... —dije, mi voz temblando—. ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?

La mujer se detuvo frente a mí, sus ojos reflejando una historia antigua de dolor y resentimiento.

—Soy Isadora, la primera de tu linaje. Y soy quien hace más de dos siglos, lanzó una maldición sobre el príncipe Morian.

Las palabras de Isadora resonaron en la celda como un trueno lejano, llenando el aire con una mezcla de antiguos secretos y amargos recuerdos. Mi mente giraba con la revelación, intentando comprender la magnitud de lo que estaba diciendo.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté, mi voz apenas un susurro. La confusión y el miedo se entrelazaban en mi mente, haciendo difícil procesar la razón detrás de la maldición.

Isadora suspiró, y su expresión se tornó aún más triste.

—Hace más de doscientos años, me enamoré de él. Mi amor por él era verdadero, pero él nunca correspondió a mis sentimientos. En su indiferencia, me sentí traicionada y despreciada. La rabia y el dolor me llevaron a un acto de desesperación. Lo transformé en un demonio, condenándolo a una existencia sin amor y sin esperanza. Quería que sufriera lo mismo que yo había sufrido.

Mi corazón se aceleró al escuchar su historia. La idea de que una maldición tan poderosa y cruel se había originado en un amor no correspondido me parecía trágica y aterradora. ¿Qué implicaba esto para mí?

—Hay algo que tal vez te ayude a entender la magnitud de la maldición. La noche en que Morian fue transformado, vertí veneno en su copa de vino sin que él se diera cuenta. Quería que sintiera el dolor de una traición completa. La noche en la que todo cambió, lo hice sin pensar en las consecuencias. Solo deseaba que sufriera. La culpa por mi acción ha sido mi carga desde entonces, y ahora tú eres la única que puede liberar a Morian de esta prisión eterna. Todo el dolor y sufrimiento que ha causado por mi culpa desde entonces...

Isadora continuó, su tono cargado de pesar.

—Para que la maldición fuera deshecha, impuse una condición. Solo una descendiente de mi linaje, con el mismo color de cabello que el mío, podría romperla. En ese momento, dominada por mi furia, no pensé en las consecuencias de mi acto. No consideré el monstruo en el que Morian se convertiría, ni el terror y la devastación que su transformación provocaría. Solo pensaba en mi dolor y en mi venganza.

Sus palabras eran un peso adicional en mis hombros.

—¿Qué significa esto para mí? —pregunté, tratando de mantener la compostura—.

Isadora se acercó un poco más, su presencia etérea emanando una mezcla de esperanza y desesperación.

—La maldición que le impuse es compleja y poderosa. Para romperla, se necesitan varias cosas, entre ellas desatar el mismo amor y pasión que yo sentí por él. Y dudo que seas capaz de hacer eso por él.

La declaración de Isadora me golpeó como una ola fría. ¿Cómo podría alguien esperar que desatara un amor tan profundo y doloroso, especialmente después de todo lo que había sufrido? La idea de ayudar al mismo ser que me había causado tanto sufrimiento, parecía imposible.

—No puedo hacerlo —dije con firmeza, mi voz temblando por la intensidad de mis emociones—. No podría amar a alguien que ha causado tanto daño, no puedo hacerlo.

Isadora se quedó en silencio por un momento.

—Lo entiendo, Ilyana. La carga que llevas es inmensa, y es difícil esperar que el amor florezca en medio del sufrimiento. Pero, si no encuentras una forma de liberar a Morian de la maldición, el ciclo de sufrimiento continuará, atrapando a todos en un destino oscuro e interminable.

Sus palabras resonaron en mi mente, añadiendo una capa más al dolor y la desesperanza que ya sentía. Me quedé sola en la celda, con la carga de una elección imposible sobre mis hombros. La presencia de Isadora se desvaneció lentamente, dejando tras de sí una estela de dolor y pesar.

El tiempo continuaba su marcha implacable, y cada segundo que pasaba me acercaba más a un destino del que no estaba segura de poder escapar. Mientras la celda se llenaba nuevamente de oscuridad, me sentí atrapada en una red de antiguos poderes y maldiciones, buscando desesperadamente una forma de cambiar el curso de mi destino.

De repente, la voz de Isadora resonó nuevamente en la penumbra, interrumpiendo mis pensamientos turbulentos.

—Hay otra opción, joven Ilyana. Tras la primera parte para romper la maldición, tras el rito matrimonial y..., bueno, habrá un momento en el que Morian estará vulnerable, débil. Ese será el momento en el que podrás matarlo clavándole una daga en el corazón. Es tu oportunidad de liberarte de esta carga sin sacrificarte a ti misma.

El término "rito matrimonial" retumbó en mi mente, disparando una oleada de confusión y temor. ¿Tenía que casarme con él? La mera idea me llenaba de pánico, pero la mención de una posible salida me daba algo a lo que aferrarme.

La perspectiva de enfrentar a Morian de esa manera me aterrorizaba, pero por primera vez, una chispa de determinación se encendió en mí. Podría haber una forma de escapar de este tormento, una manera de cambiar mi destino. Pero mientras la oscuridad volvía a envolver la celda, me di cuenta de que, aunque el camino hacia la libertad parecía estar ante mí, no tenía ni idea de si sería capaz de recorrerlo.



Ay! Lo que puede hacer una mujer por despecho...

Y la pobre Ilyana pagando los pecados de otros...

Os leo!!!!

-Os quiere, Raquel Riveaux 💖

Cautiva del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora